Un vallisoletano al frente del equipo líder de la Superliga de vóley
La Liga de fútbol la lidera el FC Barcelona, la ACB el Real Madrid, la Asobal el Barcelona, la Liga Nacional de Fútbol Sala el Inter Movistar, la liga de rugby el VRAC y El Salvador y la Superliga de voleibol el Textil Santanderina de Cabezón de la Sal. Salta a la vista que el conjunto situado en el corazón de Cantabria es, con mucha diferencia, el que tiene detrás una población más pequeña.
Al frente del equipo del momento en el vóley nacional está un entrenador vallisoletano, José Ignacio Marcos, que durante una década ha vivido el crecimiento del club desde la tercera categoría nacional hasta estar al frente de la primera división. “Hemos ganado tres partidos pero con equipos de nuestra liga, todos con presupuestos humildes, nos queda por pasar equipos como Ibiza este fin de semana que tienen muchos más recursos, pero sacar estos partidos adelante ha sido muy positivo”, explica Marcos en una entrevista con NoticiasCyL.
Esta es una semana diferente en Cabezón de la Sal, una localidad entregada a su equipo de voleibol que lleva seis años en Superliga, gran emblema del deporte de la localidad y con el Pabellón Matilde de la Torre como feudo, donde un millar de espectadores abarrotan las gradas cada vez que juega su equipo, algo inusual en el vóley nacional en un club a contracorriente.
Lugo, Melilla y Vecindario en Las Palmas de Gran Canaria han sido los tres primeros rivales tumbados por el Textil Santanderina. Especial mérito para la tercera de esta serie de victorias, porque “a Canarias nunca le habíamos ganado allí, alguna vez en nuestra pista pero siempre muy igualado, hace dos años tuvimos bola de partido y al final no conseguimos ganar, así que teníamos la espinita clavada”, relata el entrenador.
Por delante en el calendario aún los cocos, “nos quedan los grandes de la liga, como Unicaja Almería o Teruel”, detalla Marcos que no esconde el sueño que supondría lograr la clasificación para la Copa del Rey que disputan los seis primeros al término de la primera vuelta.
“El mayor problema que tenemos aquí son los desplazamientos, porque nuestros viajes más cercanos son a Soria y Lugo, después Melilla, Baleares, Canarias… la Superliga es una competición muy periférica, hay mucha tradición de vóley muy vinculada al Levante, también en Soria que es un club histórico”, apunta un entrenador que ya ha recorrido buena parte de los enclaves determinantes del voleibol patrio.
Trayectoria
José Ignacio Marcos llegó tarde al voleibol, comenzó con 17 años, “que es muy tarde para iniciarte en un deporte, jugando en el Instituto Juan de Herrera de Valladolid, después en el CDU y luego en el año 2000 fui a Cabezón a jugar; estuve en Alicante y Murcia, allí fui dos años de jugador-entrenador”.
Tras una pausa de un año desvinculado del vóley, Marcos pasó definitivamente a los banquillos, “primero en Granada como entrenador asistente durante tres años en Superliga, llegamos a jugar competición europea y también empecé a trabajar con la selección española B; después me fui a la Copa del Mundo con la selección absoluta a Japón, fue una experiencia impresionante. Cuando volví me hice cargo del equipo porque Toño Santos tuvo un problema de salud”.
El equipo de Granada desapareció y Marcos recaló en uno de los grandes conjuntos del vóley de los últimos años, Teruel, “ganamos la Liga y fueron dos años muy exitosos, después ya fui a Cabezón”.
Un pueblo, un equipo
“Cabezón de la Sal es algo especial, porque es un pueblo, el equipo más pequeño en cuanto a población que está líder en una categoría nacional; llevamos seis años en Superliga y es una hazaña, cuando llegué estábamos en la tercera categoría, después de dos años subimos a segunda división y en otros dos años conseguimos el ascenso a la máxima categoría”, rememora un entrenador que se ha convertido en una personalidad en la localidad cántabra.
El crecimiento del compromiso con el club, ampliar la estructura, potenciar una cantera que cuenta con más de 200 chavales jugando son algunos de los logros en los que Marcos ha participado para que el Textil Santanderina tenga viabilidad de futuro en la élite. “Una cosa que siempre ha estado muy clara es que no había un objetivo impuesto desde la directiva, siempre intentando estar lo más arriba posible, pero siendo conscientes de que la exigencia tenía que ir vinculada a los recursos que teníamos”, confiesa el entrenador sabedor de que aún queda mucho por hacer para que el vóley no sea un deporte amateur en el que la mayoría de jugadores “estudian o trabajan al mismo tiempo, eso dificulta la logística para entrenar y la dedicación que se puede tener”.
Y en Pucela, ¿qué?
“En Valladolid hay mucha oferta deportiva, llevamos mucho tiempo con equipos punteros en fútbol, balonmano, baloncesto y rugby, hacerse hueco ahí es difícil; cuando yo estaba no había grandes medios pero sí entrenadores muy implicados y jugadores muy comprometidos, una cultura del esfuerzo amplia”, explica José Ignacio Marcos.
Ante el escenario de que en Valladolid pudiera desarrollarse un proyecto que aspirara a la élite del voleibol, Marcos apunta que “el problema es que no hay clubes con estructura; es algo que pasa a nivel nacional en general, la gente cuando deja de jugar desaparece, no continúa vinculada y eso es una experiencia que se acaba perdiendo. En Valladolid hay muy buenos entrenadores, con gran calidad, potencial hay seguro, pero tampoco hay un trabajo activo desde la Federación, me da pena verlo”.
El futuro a corto plazo de José Ignacio Marcos está en Cabezón de la Sal, con su Textil Santanderina con el que esta jornada se enfrenta a Ibiza, un equipo que esconde más potencial del que muestra su décima posición tras tres jornadas.
Pero con la vista puesta más al fondo del horizonte, el entrenador no descarta buscar otras experiencias. “Yo siempre he tenido en mente salir al extranjero a entrenar, he tenido alguna opción pero aquí estoy a gusto, mi mujer es de Cantabria; conocer otras ligas potentes sería bonito, pero tampoco lo pienso mucho, vamos año a año, aportando lo que puedo e implicado donde estoy”.