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La incertidumbre laboral entre los jóvenes que asola a la natalidad en España

Estigmatizados durante la pandemia, esta población se erige como víctima de los contratos temporales como óbice para rejuvenecer la población

28 agosto, 2021 09:00

Una tenue luz se enciende, súbitamente, en la madrugada de tantas casas y su despertador, para nada programado a una hora certera, perturba el sueño de quienes le cobijaron bajo sus brazos hace meses y, también, de los vecinos, que unos soportan más y, otros, lo hacen menos. Son ya muchas noches las que el llanto de una joven e imberbe criatura ha despertado a esos bloques, a esas urbanizaciones e, incluso, a los animales que, en el corral, duermen.

Lo cierto, también, es que cada vez son menos, en España, las comunidades de vecinos, residencias unifamiliares o, al fin y a la postre, viviendas las que lamentan, a horas intempestivas, el alboroto por un bebé hambriento, con febrícula o, simplemente, con mal sueño ante el añoro del abrazo paterno. Lejos quedan ya los años del llamado ‘baby boom’, allá por las décadas de los años cincuenta, sesenta y setenta, con cifras totales que se asentaban por encima de los 650.000 nacidos al año, según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística.

Con la salvedad del año 2008, cuando se produjo algo más de medio millón de alumbramientos, la tendencia es, claramente, descendente, con descensos que rondan los 10.000 nacimientos interanuales, llegando a arrojar una cifra bruta de 360.617 partos en el año 2019.

Esta notable tendencia, que lejos queda ya de ser una excepción, cuenta con una serie de catalizadores que no se pueden eliminar de la ecuación, tal y como refleja el burgalés, director de Economía y Estadística del Banco de España, Óscar Arce, en su estudio sobre las condiciones económicas de las generaciones jóvenes.

En los mentideros de todo ámbito surge el tema, no sin recurrencia, de la tasa de paro entre la población joven, ésa misma que, durante la pandemia, ha sido, y continúa siéndolo, estigmatizada dada su presunta colaboración directa y en exclusividad del auge de los contagios en las diversas olas. Este grupo etario que, en el estudio ocupa hasta los menores de 30 años, ha aumentado su porcentaje de individuos sin ingresos individuales desde un ya preocupante 30%, en febrero del pasado año, hasta superar el 35% en, apenas, diez meses, cuando ya se pronosticaba y anticipaba una nueva ola pandémica, previa a los reencuentros navideños que no sólo mantuvieron los jóvenes.

Mención especial recibe la importancia de la estabilidad laboral a la hora de traer al mundo, educar y, según lo visto en estos datos, ayudar en los inicios de su vida adulta la vinculación con el mercado laboral para la población más joven. No sólo a la hora de evaluar las salidas laborales de los conocidos como estudios superiores, de grado universitario, sino, también el resto de las formaciones postobligatorias, es decir, más allá de los 16 años, cae en picado desde hace ya más de quince años cuando, en 2005, la duración esperada de los contratos temporales superaba, con dificultad, los cuatro meses, de media, y, hasta 2017 y en adelante ha caído en picado, bajando de los noventa días de trabajo, según el propio INE.

A este respecto, cabe destacar, también, la tasa de temporalidad entre los jóvenes de 15 a 29 años asalariados que crecen y tratan de labrar su futuro en España, que se sitúa rondando la mitad de los contratos laborales de esta población. Odiosas son las comparaciones, más, si cabe, cuando el ombligo de uno mismo es el que resulta perjudicado en el agravio comparativo pero, la realidad, según datos de Eurostat y del Banco de España, es que lejos queda la baja – y estable – temporalidad de los británicos, que desde 2006 no ha sufrido grandes modificaciones, en torno al 10%, o la de la media de la Zona Euro, el espejo que sirve como referencia, que ronda el 35%.

Qué pensará esa casa a la espera de ser pintada una y cien veces, antes de dar cobijo a la neonata criatura, al comprender que, en España, según la Encuesta Financiera de las Familias que Arce recoge en su estudio, la probabilidad de la emancipación se posterga, casi, por sistema, a sabiendas de que cerca del 87% de los nacidos en 1988 continuaba bajo el techo paterno a los 26 años cuando, ese porcentaje es cinco puntos menor para los nacidos en 1976.