"Palacio, buen amigo, / ¿está la primavera vistiendo ya las ramas de los chopos del río y los caminos? / En la estepa del alto Duero, primavera tarda, ¡pero es tan bella y dulce cuando llega!..." Antonio Machado agradeció con este poema la labor que José María Palacio Girón desarrolló durante varios años, en los que no dejó de homenajear con flores la tumba de su querida Leonor en Soria cuando éste partió. Este funcionario de la CHD falleció circunstancialmente en Valladolid, donde está enterrado en el cementerio del Carmen y en cuya sepultura se puede leer el primer verso que el escritor le dedicó.
"La mujer de Palacio era prima de Leonor. De ahí su amistad. Era un hombre ilustrado y conocido en Soria en el siglo XIX, donde poseía una imprenta y un periódico", desliza la mirada curiosa del investigador Jesús Anta durante un paseo por el camposanto vallisoletano tal y como recoge Ical.
De poemario dedicado a la muerte, Machado era un gran autor. Y Castilla y León es tierra ilustrada, y en el interior de esa tierra yacen ya, eternamente, cientos de personajes históricos que pusieron a la Comunidad en vanguardia social en numerosas disciplinas. El caso de Palacio es anecdótico, muy vinculado a Leonor Izquierdo, la historia de amor soriana del autor y que muriera tan joven. En el camposanto soriano yace también, entre otros, el compositor Odón Alonso, vinculado a La Bañeza (León).
Muchos son conocidos de talla mundial, otros lo son menos, pero todos dejaron su impronta y decidieron, incluso en algunos casos sin tener vinculación familiar con la Comunidad, descansar aquí eternamente.
Casos que despuntan son los de los vallisoletanos Rosa Chacel, Delibes, Zorrilla o el investigador y médico Pío del Río Hortega, que reposan unidos en el Panteón de Ilustres, que el Ayuntamiento decidió levantar cuando el autor de Don Juan Tenorio falleció en 1893. "Se consideró que tal histórico personaje merecía este reconocimiento. Fue enterrado y exhumado para descansar un tiempo en una tumba de unos amigos de la familia. Cuando se acabo la construcción del panteón de Ilustres, fue de nuevo trasladado definitivamente", narra Anta, quien señala que no existe orden ni reglamento que “indique quién puede y quien no descansar aquí, sino que es en base al criterio de oportunidad de la corporación correspondiente”. Actualmente son una decena, pero hay espacio para otros seis, presididos por una escultura alegórica de Castilla, obra del riosecano Aurelio Carretero, autor también de las figuras de Zorrilla y el Conde Ansúrez en la ciudad.
En el mismo camposanto, el que fuera alcalde, Miguel Íscar, enterrado en 1880 y del que una leyenda habla de que podría no estar en su panteón, según el Libro de Registro, donde no figura. Jesús Anta lo tiene claro: “Seguro que está ahí”, señala, y todo pueda deberse a un error en la actualización de la base de datos. Muy cerca, en la entrada del Carmen, se encuentra el panteón de Teodosio Torres López, arquitecto de la Plaza de Toros, el Hospital Viejo o el IES Zorrilla.
Simbología predominante
Llenos de simbología están repletos los cementerios de Castilla y León. Y de líneas que se unen. Otra de ellas se encuentra, precisamente, junto a la sepultura del ‘amigo’ de Machado, Palacio Girón. En ella descansan los restos de una niña de 13 años de la familia Rivas Cheif, familia vinculada al presidente de la II República, Manuel Azaña, que se casó con una de las hijas. Y es que otro presidente de la República, en este caso en el exilio, Claudio Sánchez-Albornoz, reposa en la Catedral de Ávila, donde también lo hace el que fuera presidente del Gobierno durante la Transición, Adolfo Suárez.
Un abulense de acogida fue el pintor Guido Caprotti, quien había trabajado haciendo copias en el Museo del Prado y llegó a Ávila en el primer tercio del siglo XX, donde se casó con Laura de la Torre. Ello provocó que pidiera ser enterrado en la ciudad amurallada a pesar de fallecer en Balmaseda (Vizcaya), donde poseían una vivienda. “Está enterrado el matrimonio con sus hijos. El panteón familiar está en la entrada del cementerio, el lugar más emblemático. Es una sepultura muy sencilla, una explanada de granito, con una mano en medio. No quiso hacer un gran mausoleo, pero es muy visible”, expone Jesús Sanchidrián, quien será nombrado cronista de Ávila en los próximos días.
También recuerda el caso del científico Arturo Duperier, nacido en Pedro Bernardo, cuya relevancia ha provocado que se hayan institucionalizado unos Premios con su nombre para reconocer la investigación. De hecho, en Ávila tiene una calle y un instituto con su nombre. O el de Juan Padrós Rubió, un barcelonés que descansa en el cementerio municipal de Arenas de San Pedro y que fue primer presidente del Real Madrid Fútbol.
Sanchidrián deja para el final la figura del filósofo José Luis López Aranguren, “muy vinculado él y su familia a Ávila”, sobre la que escribió una guía “donde cuenta sus memorias abulenses y narra sus anécdotas y su querencia hacia Santa Teresa y San Juan de la Cruz”.
“De él tenemos sus recuerdos más frescos y recientes, aparte de su obra filosófica. Siempre hizo gala de abulensismo”, destaca, para recordar que cuando se celebró un homenaje hace 25 años, vino incluso el presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol. Cuenta con panteón familiar en la calle central del cementerio que destaca por su arquitectura modernista, obra del arquitecto Isidro Benito Domínguez.
Volver a los orígenes
Un caso peculiar es el de la actriz María Luisa Ponte, quien nació en Medina de Rioseco porque sus padres “estaban de gira con su compañía de teatro” y manifestó que quería ser enterrada en la Villa de los Almirantes porque se había sentido muy querida durante su vida. “Solía venir porque participaba en la Seminci. Incluso a veces venía a ensayos y estrenos del grupo de teatro de la localidad”, señala a Ical Gonzalo Franco, quien precisamente era uno de los integrantes del mismo, que luego se denominó con nombre de Ponte. En su casa de Marbella hay parte de sus cenizas y la otra parte en Rioseco, porque sí transmitió que quería descansar allí eternamente. Pero antes, cedió todos sus galardones a la localidad, incluido un Goya que recibió en 1994 por ‘Canción de Cuna’. Reposa en el cementerio, bajo una pirámide que “es un símbolo funerario”.
En Segovia se encuentran los panteones del político Fernando Abril, los mesoneros Cándido López y Dionisio Duque o el folklorista Agapito Marazuela. También del empresario Nicomedes García, fundador de marcas como Whisky DYC y Anís la Castellana. La historiadora Mercedes Sanz explica a Ical que este ilustre, que llegó a ser uno de los doce empresarios más importantes del mundo en su época, tiene una tumba con una Piedad de Florentino Trapero, una escultor segoviano “de una calidad artística extraordinaria”.
¿Quién no conoce que Salamanca acoge al escritor Miguel de Unamuno o al cantaor Rafael Farina? o el palentino internacional Victorio Macho, enterrado a los pies de su Cristo del Otero. También Gaspar Arroyo, del que pocos conocen que fue jefe de Bomberos y que murió en el incendio del Palacio de la Diputación al intentar salvar obras de arte. El Ayuntamiento le puso el nombre de una calle.
En Zamora, el poeta Claudio Rodríguez y el director de orquesta Luis López Cobos, concretamente en Toro; y en León, el actor José María Tasso o el arquitecto Julio del Campo, con una tumba en la que él mismo figura esculpido. En esta provincia son recordados varios ilustres. Reposan en Villafranca del Bierzo el pintor Norberto Beberide, los escritores Antonio Pereira y Elena Quiroga y el inolvidable músico Cristóbal Halffter. Y en Astorga, el poeta Leopoldo Panero, fallecido en Gran Canaria en 2014, pero que tras un juicio para conseguirlo, su sobrina trajo las cenizas en 2019 al cementerio maragato. Y en un pequeño pueblo lacianego, Robles de Laciana, pidió ser enterrado el pintor y escultor Eduardo Arroyo.
Un burgalés universal
Algo espinoso es el caso de uno de los burgaleses más universales, el de Félix Rodríguez de la Fuente, cuya muerte generó una de las polémicas más grandes recordadas en la provincia que afectó de lleno a su localidad, Poza de la Sal, donde él siempre quiso ser enterrado. Allí se le sepultó inicialmente, pero la familia decidió exhumarlo, algo que se hizo con nocturnidad y que incluso provocó la dimisión del alcalde. “Generó mucha aspereza con la familia y ahora tratamos de limarlas”, explica el actual regidor, José Tomás López, quien recuerda que el cuerpo fue trasladado a Burgos capital, donde ahora cuenta con un peculiar panteón. Incluso, algunos vecinos consultados citan una leyenda sobre que ‘Querido Félix’ aún puede reposar en Poza gracias a la acción de sus vecinos.
En la provincia también descansan ilustres como la política Rosa de Lima, el director de orquesta Rafael Frühbeck, el pintor y muralista José Vela Zanetti (con cenizas en Burgos y en León) y el actor, director, guionista y levantador de pesas Paul Naschy, cuyo nombre real era Jacinto Molina y que participó en más de cien películas y series de televisión.