Nació en Soria, como sus padres, abuelos y bisabuelos. Allí sigue teniendo casa, familia y amigos y allí sigue yendo varias veces al año. Este catedrático de Filosofía del Derecho saltó a los medios hace unos meses cuando durante un claustro fue insultado a grito de "facha, fascista". Algo que no ha mermado su ilusión por dar clase porque tiene claro que "son una minoría". Ha constituido, junto a otros profesores, la plataforma ‘Universitaris per la Convivència’ donde piden neutralidad política y respeto a los estudiantes constitucionalistas y a la diversidad lingüística.
La gota que ha colmado el vaso es una supuesta caza de brujas contra los profesores de las universidades que impartan las clases en catalán. Lo tiene claro: "no podrán con nosotros". Ricardo García Manrique abre la puerta de su despacho para atender a EL ESPAÑOL NOTICIAS CASTILLA Y LEÓN.
La plataforma ‘Universitaris per la Convivència’ ha dicho basta.
Hasta ahora no ha habido una voz colectiva que se oponga a ciertos abusos que se producen en las universidades catalanas. Hace tres años formamos esta plataforma y rápidamente nos juntamos 200 profesores, un número no desdeñable. Nuestro objetivo es fomentar la convivencia pacífica en el ámbito universitario y defender el principio de neutralidad ideológica de las universidades y el ejercicio de las libertades públicas en su seno.
Durante un acto en el claustro de Barcelona le prohibieron expresarse, hablar en público, le insultan…y usted es el fascista
No quiero exagerar: fue un episodio desagradable y espero que aislado, pero que, desde luego, es sintomático de un ambiente que tiende al sectarismo, en el que algunas ideas no se aceptan con el respeto que todas merecen.
¿Lo que más le duele es la falta de apoyo de sus compañeros?
Tengo el apoyo de muchos compañeros, los de Universitaris, los del Foro de Profesores y muchos más. Hay razones para ser positivos en relación con esto. Hasta ahora, no había un grupo de profesores que denunciara estas carencias democráticas, pero ahora sí. Estamos tratando de ayudar a que la gente se exprese con mayor libertad.
¿La lengua es el arma más peligrosa de los independentistas?
Todos los nacionalismos se apoyan en una lengua como arma de separación. Las lenguas hay que usarlas para acercarse a los demás, no para alejarse de ellos.
¿Cómo es su día a día en la Universidad?
Muy pacífico, rodeado de compañeros y de estudiantes. Sin embargo, hay cosas que pasan de vez en cuando y que no deben tolerarse, si no queremos que vayan a más. Un ejemplo es la práctica de reventar por la fuerza los actos públicos de quienes defienden ideales constitucionales. Otro ejemplo es la costumbre de rectores y claustros de emitir declaraciones en defensa de causas partidistas.
¿Es complicado convivir?
Los espacios universitarios son muchos y es difícil generalizar sobre si la convivencia es complicada o no. Depende de dónde esté uno. Hoy por hoy, muchos y en muchos ámbitos nos expresamos con libertad y convivimos en paz, pero es obvio que esas prácticas a las que me refiero incitan a la gente a callarse para no tener problemas, y que hay gente que, por no callar, los tiene.
¿Los rectores podrían hacer más?
Claro que pueden. Pueden condenar las agresiones cuando se producen, y pueden dejar de asumir posiciones políticas en el nombre de todos. Nosotros les presionamos con argumentos para que vean que su actitud no es siempre la más adecuada.
¿Tiene miedo en clase?
No, nunca lo he tenido y espero no llegar a tenerlo porque con miedo no se puede ejercer la labor de profesor. El ambiente en las clases es bueno.
¿Qué modelo lingüístico cree que debería de haber?
La universidad no está para enseñar idiomas, sino para transmitir conocimientos de una manera rigurosa. Eso requiere que cada profesor use la lengua que mejor domine o, en todo caso, la que se adapte a las competencias lingüísticas de los alumnos. Los que recibimos de fuera de Cataluña, sea del resto de España, sea del extranjero, prefieren el inglés o el español y las universidades catalanas no van a renunciar a estos idiomas, so pena de perder a todos esos alumnos, que son cada vez más. Por eso, los rectores no creo que pretendan seriamente alcanzar ese 80% de clases en catalán al que se han comprometido con algunas asociaciones de alumnos nacionalistas. Sería pegarse un tiro en el pie y no lo van a hacer. El modelo lingüístico correcto es el actual, donde los tres idiomas conviven sin mayores problemas.
Se ha llegado a pedir que se delate a los profesores que cambien al castellano en clase.
Por el momento, lo que se ha pedido es que los profesores que han anunciado sus clases en un idioma respeten lo anunciado, pero es que, de hecho, ya se hace así en la inmensa mayoría de los casos. No se trata de un problema real, sino inventado, pero quizá el nacionalismo necesita mantener siempre vivo el conflicto y por eso trata de abrir ahora el frente universitario, creando problemas donde no los hay.
¿Estas órdenes de dónde vienen?
No sé si podemos hablar de órdenes, pero me atrevo a pensar que son los partidos nacionalistas, y las asociaciones vinculadas con ellos, quienes fomentan la discordia. Ahora es la Plataforma per la Llengua la que anima a informar de aquellos profesores que no respetan la lengua anunciada en el programa, pero ya digo que se trata de un falso problema, porque esos casos son excepcionales y casi siempre justificados por las necesidades docentes. Además, incluso si las clases son en catalán, ¿por qué no vas a responder en español a quien te pregunta en español? O viceversa. ¿Qué problema puede haber en eso?
¿Qué le comentan los alumnos?
Mi impresión y la de muchos compañeros es que la mayoría de los alumnos pasan del tema, porque no ven un problema lingüístico en la universidad catalana. Personalmente, nunca he vivido en clase ningún incidente relacionado con la lengua. Es cierto que hay grupos de alumnos particularmente sensibilizados con este tema, pero parecen más de los que son porque gritan más.
¿Y cómo ve el futuro?
Soy optimista. Aquí, como en todas partes, los problemas más importantes son otros, y estar todo el día mirándonos el ombligo nos impide ocuparnos de ellos. Además, centrar el debate político en la cuestión nacional genera una división irracional entre los ciudadanos y aumenta la agresividad en las relaciones sociales de todo tipo, y esto no conviene a ninguna sociedad porque hace la vida más triste e impide la cooperación y el progreso. La gente se va dando cuenta y las cosas, poco a poco, cambiarán a mejor.
Pero es una buena cortina de humo.
Desde luego que sí. Insistir en la cuestión nacional sirve para ocultar otros problemas más serios, como el del alto nivel de corrupción de las Administraciones públicas de Cataluña o el de la falta de competitividad de su economía. Al tiempo, permite a los partidos nacionalistas mantener elevados niveles de apoyo electoral a pesar de su manifiesta ineficacia a la hora de gobernar.
La convivencia en Cataluña parece complicada, ¿invita a trasladarse allí?
Yo me trasladé aquí en su día y no me arrepiento. Me siento satisfecho tanto en lo personal como profesional y le debo mucho a la sociedad y a la universidad catalanas. Es cierto que el nacionalismo hace todo lo que está en su mano para convertir a Cataluña en un lugar antipático, y también lo es que, por momentos, puede llegar a serlo. Quizá lo más irritante sea la inmersión lingüística en la escuela, que impide que nuestros hijos se eduquen en español, cuando esta es la lengua común y mayoritaria en Cataluña, un caso único en Europa (junto con Groenlandia, creo). Esto, y la obligatoriedad de conocer previamente el catalán para trabajar en la administración pública, sí puede ser desalentador para quienes se plantean venir a vivir aquí; pero no olvidemos que son las autoridades españolas las que lo permiten y las que pueden evitarlo. Sin embargo, en general, este es un buen lugar para vivir. No hay que hacerse una idea de Cataluña basada en la imagen tan lamentable que ofrecen sus gobernantes, porque sería una idea falsa.
Están surgiendo movimientos de ‘nacionalismo’ como España Vaciada en diferentes provincias. ¿Qué le parece?
No me parece bien, aunque lo comprendo como un efecto secundario del éxito que el particularismo político está teniendo en España. Lo político es lo que nos concierne a todos y por eso los partidos han de ser estatales y ocuparse de los intereses de todos por igual. Los partidos regionalistas no son partidos políticos propiamente dichos, sino más bien antipolíticos, porque se preocupan sólo de los intereses de unos pocos. Por eso, regionalizar la política española siguiendo la senda marcada por el nacionalismo es una mala opción y todos saldremos perdiendo. El camino correcto es el contrario: reformar las leyes y las instituciones para que sea el interés general y no el particular el que prevalezca.
¿Qué tiene todavía de castellano?
Mucho. Nací en Soria, como mis padres, abuelos y bisabuelos. Allí sigo teniendo casa, familia y amigos y allí sigo yendo varias veces al año. He vivido muchos años en Guadalajara y unos cuantos en Madrid antes de llegar a Barcelona. Todos esos lugares y sus gentes me han hecho ser lo que soy. Sin embargo, y como creo que ante todo somos animales políticos, me considero español, porque España es mi patria, la que me permite ser un ciudadano y vivir en condiciones de igualdad de derechos y de deberes con los demás.