El pacto es posible y se aleja la posibilidad de repetición electoral. El presidente autonómico en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, ha abierto la puerta este jueves a un pacto programático con Vox que le permita gobernar durante toda la legislatura. “Quiero un Gobierno con un programa pactado, formado por personas solventes y con experiencia”, ha asegurado, descartando así que pretenda ejercer el poder contando solo con abstenciones de otros grupos, lo que complicaría sobremanera el desarrollo de la legislatura.
Mañueco prefiere llegar a un acuerdo que le permita tener los votos favorables de Vox, sobre la base de un programa que parta “de los principios del PP” pero aceptando a su vez “incorporaciones o variaciones” del partido de Santiago Abascal. Mañueco ha rechazado además tutelas de Génova en las negociaciones. “Me caracterizo por tener mi propia personalidad, Castilla y León está por encima de todo”, ha afirmado. Con todo, el presidente en funciones ha incidido en que quiere gobernar en solitario y que descarta, por tanto, incorporar a consejeros de Vox en su futuro Ejecutivo o dar a los de Abascal la presidencia de las Cortes, como han solicitado.
Mañueco descarta gobernar con la abstención del PSOE
Queda descartada, por tanto, la posibilidad de que Mañueco continúe en el poder sirviéndose una abstención del PSOE –como han dejado caer en los últimos días destacados dirigentes socialistas como el alcalde de Valladolid, Óscar Puente– y se cierra de este modo la puerta a un primer experimento de “Gran Coalición” en la región. El presidente en funciones quiere contar con la seguridad que otorga un acuerdo programático para aguantar los cuatro años de legislatura, evitando nuevas convocatorias anticipadas de elecciones, y poder legislar con libertad. Con todo, ha puesto límites. Mañueco ha asegurado que los “derechos y libertades” son innegociables, en una referencia velada a la petición de Vox de derogar la ley de violencia de género autonómica y el decreto de memoria histórica, las dos primeras peticiones de su candidato, Juan García-Gallardo. Sí que estaría dispuesto, en cambio, a ceder en otros aspectos como la bajada de impuestos –en la que coinciden programáticamente los populares y Vox– o en cuestiones como la lucha contra la despoblación.
La pelota cae ahora en el tejado de Vox, que hasta el momento ha descartado por activa y por pasiva votar favorablemente a Mañueco si no les permite entrar en el Gobierno. García-Gallardo descartó ayer de forma rotunda la posibilidad de apoyar a Mañueco desde fuera. “Casado ha cometido el error de pretender que Vox regale sus votos al PP”, afirmó ayer, descartando la opción de dar sus votos a los populares sin pedir nada cambio. No obstante, la posición marcada por Mañueco abre la posibilidad de que ese apoyo no fuese gratis y permitiría a Vox incorporar en un hipotético acuerdo programático algunas de sus peticiones, siempre con el límite del respeto a “los principios del PP” como tantas veces han recordado el presidente en funciones y el líder popular, Pablo Casado.
El líder de Vox, Santiago Abascal, también incidió ayer en que votarán negativamente a cualquier investidura si no se les permite obtener cargos en el Ejecutivo, pero esta exigencia de máximos podría verse atenuada en las próximas semanas. Los acuerdos en la Comunidad de Madrid, Andalucía y Murcia demuestran que Vox no tiene la costumbre de arriesgarse a que unas elecciones se repitan por su culpa y que, finalmente, suelen apoyar a los populares para evitar que una repetición electoral beneficie a la izquierda.
Abascal tendrá la última palabra
Es cierto que en esta ocasión los de Abascal tenían la intención de que esta situación cambiase y que las elecciones de Castilla y León supusieran un antes y un después e inaugurasen su participación en Ejecutivos. Pero su fuerza parlamentaria no es tan relevante como para atrincherarse en sus exigencias de máximos. Vox cuenta con 13 escaños, es decir, menos de la mitad que los del PP, que tiene 31, por los que los populares están en una clara posición de fuerza para imponer su postura. El resultado de la reunión del miércoles 23 de febrero, que será la primera de los populares con Vox, dará algunas pistas sobre un posible aflojamiento de las exigencias de los de Abascal o de si, por el contrario, Vox continúa en sus trece y sigue negando su apoyo a cualquier investidura que no suponga la entrada de alguno de sus procuradores en el futuro Ejecutivo.
Mañueco ha tomado esta posición, y ha remarcado su “personalidad” propia de cara a las negociaciones en Castilla y León, en un día especialmente incómodo para la dirección nacional del PP. La filtración conocida este jueves de un supuesto espionaje a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, por parte de Génova ha agravado la herida abierta en el seno del partido entre la dirigente madrileña y Pablo Casado. El presidente en funciones ha marcado distancias. “Tengo suficiente con lo que tengo, me gustaría que esto se aclare cuanto antes”, ha asegurado. Mañueco ha apostado por reforzar su independencia en un momento de debilidad de la cúpula nacional y es previsible que esta situación refuerce la capacidad del presidente en funciones de negociar libremente e intentar el pacto con la formación de García-Gallardo. Le toca ahora a Vox decidir si recoge el guante lanzado por Mañueco.