La primera ronda de negociaciones de cara a la formación del nuevo Gobierno autonómico de Castilla y León ha llegado a su fin sin acuerdo. Era algo previsible, ya que se trataba de una primera toma de contacto del Partido Popular, el vencedor de las elecciones del pasado 13 de febrero, con el resto de fuerzas políticas con representación en las Cortes. Todos los encuentros han transcurrido en un clima de cordialidad, constatado por ambas partes, exceptuando el caso del PSOE, en el que la reunión duró solo 15 minutos al mencionar el candidato socialista, Luis Tudanca, la palabra 'corrupción' y levantarse acto seguido el presidente en funciones, Alfonso Fernández Mañueco, de la mesa de negociación.
El desarrollo de las reuniones de estas dos últimas semanas ha mostrado un entendimiento muy fluido del PP con dos formaciones provinciales, la Unión del Pueblo Leonés (UPL) y, especialmente, con Soria Ya. Con ambas la posibilidad de acuerdo parece próxima. Con Vox se llegó a un "acercamiento programático" si bien ambas formaciones continúan muy alejadas en su idea de composición del futuro Gobierno. Con PSOE y Unidas Podemos las reuniones fueron infructuosas y ambos partidos se negaron a plantearse siquiera su apoyo o abstención al candidato popular, mientras que con Ciudadanos se mostraron más puntos en común entre ambas partes, aunque la negativa de Francisco Igea a investir a Mañueco dificulta que el PP reciba el apoyo del único procurador liberal. Por Ávila no se presentó al encuentro ante la negativa de Mañueco de negociar en persona con la formación abulense.
La ruptura con el PSOE y la posibilidad del pacto con Vox
Los primeros días de negociaciones parecían dejar entrever que la opción preferida de Mañueco para pactar era Vox, un partido con el que el PP sumaría 44 escaños y obtendría una holgada mayoría absoluta para poder gobernar durante cuatro años. La fallida reunión con el PSOE del pasado lunes anulaba la posibilidad de una abstención de los socialistas, que seguían exigiendo una ruptura de todos los pactos del PP con Vox a nivel nacional, algo inasumible para los populares, que dependen de la formación de Santiago Abascal en todos sus Ejecutivos autonómicos salvo en Galicia.
A este alejamiento de la posibilidad de una abstención de los socialistas le siguió el encuentro del pasado miércoles con el candidato de Vox, Juan García-Gallardo, donde ambas formaciones constataron un "acercamiento programático". El cabeza de lista de Vox aseguró que Mañueco veía "razonables" algunas peticiones de su partido –como la derogación de la ley de violencia de género autonómica o el decreto de memoria histórica– y aunque el presidente en funciones negó este extremo, si que coincidió en que había visto puntos en común que podrían facilitar un acuerdo programático con Vox.
Con todo, las posiciones en cuanto a la composición del nuevo Ejecutivo continuaban muy alejadas. El PP seguía insistiendo en que quería "un Gobierno en solitario" sustentado en un pacto parlamentario mientras que Vox exigía entrar en el Ejecutivo. La formación de García-Gallardo sustentaba esta petición en el hecho de que Ciudadanos, tras el pacto de Gobierno con Mañueco en julio de 2019, obtuvo la vicepresidencia del Gobierno, la presidencia de las Cortes y cuatro Consejerías teniendo 12 procuradores, uno menos de los que cuenta Vox en este momento.
A pesar de todo, la "independencia" y "autonomía" de las que presumía Mañueco a la hora de pilotar las negociaciones hacían vislumbrar que la opción de un acuerdo con Vox era factible. Una posibilidad que se vio reforzada por el vacío de poder en Génova tras la dura crisis del PP, desatada durante esa misma semana, y que dejó en una situación de máxima debilidad al presidente del partido, Pablo Casado, que había sido el cerebro de la estrategia de no integrar a Vox en el Gobierno de Castilla y León. Esta crisis de liderazgo parecía dejar campo abierto a Mañueco para tratar de llevar a buen puerto el único pacto que le podría garantizar gobernar con mayoría absoluta.
Cambian las tornas: encumbramiento de Feijóo en el PP y acercamiento a los partidos provinciales
Durante el pasado fin de semana se empezó a notar un cambio en el ambiente. En la madrugada del jueves se celebró una intensa reunión en la sede del PP en Génova entre los barones populares y Casado que culminó en la promesa del aún presidente del partido de que no se presentará al próximo Congreso extraordinario, previsto para los días 2 y 3 de abril. En esa misma reunión el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, fue aclamado por los barones, y por otros altos cargos del partido, como futuro sucesor de Casado en una candidatura de unidad.
La previsible llegada de Feijóo a la dirección del PP comenzó a cambiar las sensaciones en Castilla y León, y se empezó a constatar que un líder tan contrario a los acuerdos con Vox –partido al que pidió mantener "a raya"– podía dificultar los intentos de Mañueco de acordar con García-Gallardo. Las reuniones entre el PP y los partidos provinciales, iniciadas dos días después de esta tensa reunión en Génova, comenzaron a confirmar esta premisa.
El encuentro con Soria Ya del pasado sábado mostró las coincidencias entre ambas formaciones. "Confiamos en el entendimiento con Soria Ya para formar un gobierno en solitario, fuerte y estable para Castilla y León", señaló Mañueco al término de una reunión en la que aseguró que muchas de las peticiones de la formación soriana coincidían con su propio programa. El candidato de Soria Ya, Ángel Ceña, confirmaba las buenas impresiones de Mañueco. "Quizá lleguemos a un acuerdo de investidura para apoyar un gobierno en solitario del PP", aseguraba. La formación soriana, además, había descartado días antes cualquier apoyo a un Ejecutivo del que formase parte Vox y ha negado en varias ocasiones "cambiar derechos por infraestructuras".
La reunión con UPL este lunes fue en la misma línea. Tanto el PP como la formación leonesista coincidieron en apostar por "un Gobierno en solitario" de los populares, apoyado desde fuera por otras fuerzas políticas. Mañueco se mostró "abierto al diálogo" con UPL y calificó el encuentro de "fluido y en muy buen tono", algo con lo que coincidió el candidato leonesista, Luis Mariano Santos. Dejando de lado algunas diferencias programáticas puntuales parece posible que Mañueco pueda contar con los seis procuradores que otorgan estos dos partidos provinciales en una futura investidura, con lo que llegaría hasta los 37, a cuatro de la mayoría absoluta.
A estos 37 apoyos se podría sumar el del procurador de Por Ávila, Pedro Pascual, que si bien no acudió a esta primera reunión al no asistir Mañueco en persona, su cercanía programática con el PP -la formación abulense es una escisión de los populares- hace suponer que no sería complicado un acuerdo. Más difícil es el apoyo de Ciudadanos. Aunque ha mostrado posibilidad de acuerdo a nivel programático, la tumultuosa relación personal entre Francisco Igea y Mañueco tras la convocatoria electoral anticipada hace difícil que el procurador liberal apoye al presidente en funciones.
Las negociaciones continuarán durante las próximas semanas pero algunas claves ya se han dejado entrever. Si el PP acude a la sesión de investidura con el apoyo de 38 procuradores, podría poner en un brete al PSOE ya que bastaría con la abstención de tres representantes socialistas para que la legislatura saliera adelante. Además, la intención del PP de presentar un candidato a presidir las Cortes demuestra que Mañueco no tiene intención de ceder a las pretensiones de Vox. La segunda ronda de contactos aclarará el futuro del Gobierno de Castilla y León y permitirá percibir si la sombra de la repetición electoral está más cerca o más lejos.