Las cifras del drama forestal constatan la tragedia sufrida en los montes de Castilla y León. Los incendios de este año han arrasado oficialmente 45.262 hectáreas arboladas en la Comunidad, lo que equivale a la superficie de los últimos diez años juntos, que contaban con un promedio anual de 4.369 hectáreas calcinadas, una media que se ha disparado este año. Tanto, que toda la masa arbolada que ha ardido en 2022 es la misma, por ejemplo, que un territorio tan extenso como la comarca de Tierra de Campos (4.400 kilómetros cuadrados), en las provincias de León, Palencia, Zamora y Valladolid.
Los datos de balance de la Junta de esta dura campaña, a los que tuvo acceso la Agencia Ical, demuestran que este ejercicio ha sido el peor en el último decenio. Únicamente el año 2012, con 15.400 hectáreas, y el 2017, con 10.491, se cerraron por encima de las 10.000 hectáreas.
El daño es bastante superior si se tiene en cuenta el área forestal total, que ha alcanzado en la Comunidad las 81.716 hectáreas, pues a las 45.262 de masa arbolada se suman otras 23.637 de matorral y 12.817 de pasto. La media anual en Castilla y León en estos últimos años era, en total, de casi 16.600 hectáreas, cinco veces menos que la anotada en este año tan dramático, que además de contar con pérdida forestal, se llevó la vida de cuatro personas, todas ellas en el fuego de Losacio (Zamora), que por sí solo calcinó 26.181 hectáreas, casi la mitad de superficie arbolada.
A lo largo del año se produjeron 1.550 incendios, un tres por ciento más que los 1.504 de la media del último decenio. De ellos, 1.053 fueron conatos (menos de una hectárea), una cifra muy similar a la media (990). Esto es que, mientras en 2022 un 68 por ciento de los fuegos forestales se quedaban por debajo de una hectárea calcinada, en los últimos diez años había sido del 66 por ciento.
El dato de los conatos constata, precisamente, que de entre el resto de fuegos -497- fueron los 16 grandes incendios que sufrió la Comunidad, cinco de ellos intencionados y que pasan de 500 hectáreas, los que acabaron con casi toda la superficie; concretamente calcinaron el 90 por ciento de toda la masa forestal que ardió en 2022, pues quemaron 73.810 de las 81.716 hectáreas totales. Esta cifra multiplica por cinco el promedio del decenio, que había sido de 16.577, de las que 4.369 eran arboladas. De estos fuegos, seis fueron causados por rayos, cuatro de forma accidental o negligencia y uno de origen desconocido.
Zamora se llevó la peor parte
A pesar de que fueron muchos los incendios que se declararon nivel 2 por afectar numerosa masa forestal, desalojar poblaciones por motivos de seguridad o por afectar a vías de comunicación, lo cierto es que este año las llamas se han cebado especialmente con la provincia de Zamora. Primero fue el de la Sierra de la Culebra, declarado en Riofrío de Aliste a mediados de junio. Acabó con 24.000 hectáreas, 15.000 de ellas de arbolado. Justo un mes más tarde se decretó el de Losacio, con 26.181, casi la mitad de masa arbolada.
Estos fueron los más graves y los que quedarán en la retina de toda la población y los servicios de extinción, con cuatro víctimas mortales y con decenas de localidades desalojadas. Pero a ellos se sumaron también los de Losacino (690 hectáreas), Almaraz de Duero (590), Roelos (633), Figueruela de Arriba (1.151), y en enero y febrero, los de Lubián (503) y Hermisende (1.421 hectáreas, la mayor parte de estos dos últimos de matorral y monte bajo. Es decir, que Zamora ardió este año por los cuatro costados y en casi todas las comarcas vieron como las llamas se llevaron sus ilusiones. Entre los siete gran incendios en la provincia se calcinaron 55.242 hectáreas, más otras 1.800 de superficie en fuegos menores a 500 hectáreas. Es decir, los zamoranos vieron arder dos de cada tres hectáreas de todas las que se han quemado en 2022 en Castilla y León. Si bien es cierto que solo los de Losacio y Riofrío se llevaron por delante 50.000 de esas hectáreas.
Salamanca fue otra de las provincias afectadas, con un total de 8.900 hectáreas, 5.000 de ellas arboladas. El mayor peso lo tuvo, sin duda, el fuego de Monsagro, declarado también en esa fatídica semana de mediados de julio en el que el negro humeaba por los cielos de la Comunidad, de lado a lado. Este incendio acabó, él solo, con 7.351 hectáreas (casi 5.000 de arbolado). También el de Candelario, con 507 hectáreas, tuvo gran incidencia en las cifras.
Ávila, un año más, se encuentra como una de las más afectadas, con 6.647 hectáreas, de las que 4.952 son de masa arbolada, un porcentaje que indica la importante catástrofe este año, que se sumó al fuego del verano pasado en la Sierra de la Paramera. En esta ocasión, losa culpables fueron el fuego de Cebreros (4.071 hectáreas), declarado el 16 de julio, con 3.000 hectáreas arboladas, y el de Santa Cruz del Valle, unos días más tarde (1.154), aunque casi la totalidad de la superficie quemada fue matorral y monte bajo, con más facilidad para recuperarse.
En León, con 5.254 hectáreas calcinadas, 1.137 de ellas de arbolado, el incendio más grande ocurrió en Montes de Valdueza, en el municipio de Ponferrada, con 1.400 hectáreas de terreno quemado, casi la mitad de árboles. También el de Boca de Huérgano, en las cercanías del embalse de Riaño, acabó con 1.154 hectáreas, más de un 90 por ciento de monte bajo.
Los otros dos grandes incendios ocurrieron en Quintanilla del Coco (Burgos), con 1.819 hectáreas, prácticamente todas de arbolado, y que supuso en solitario el 65 por ciento de la superficie calcinada en la provincia (2.782); y el de Navafría (Segovia), que provocó el desalojo de una población y la quema de 758 hectáreas, la mitad de lo que ardió en la provincia.
Por debajo, se encuentran, gracias a incendios menores, Valladolid, con 269 hectáreas totales, 190 de ellas de arbolado; Soria, con 215 y 25 de árboles; y Palencia, con 126 hectáreas únicamente arrasadas por las llamas, de las que 73 correspondieron a masa arbolada.
Índices de análisis
Por último, la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio establece una serie de parámetros que evalúan aspectos diferentes de los incendios. Así, el llamado índice de eficacia, que representa la superficie arbolada media quemada por incendio en un determinado periodo, fue en 2022 de 29,2 de promedio, frente al 2,9 de la media de los últimos diez años, es decir, diez veces más. Este índice indica la “capacidad de reacción rápida de los medios, a igualdad de condiciones meteorológicas y de combustible”.
Igualmente, el índice de gravedad representa el porcentaje de toda la superficie arbolada quemada en un determinado periodo. En Castilla y León fue este año de 1,38, muy por encima del 0,13 de la media del decenio, también diez veces más. Cabe recordar, para entender este parámetro, que la Comunidad cuenta con 3,2 millones de hectáreas de superficie arbolada.
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