La decisión de la líder del PP extremeño, María Guardiola, de no pactar con Vox y de amenazar con forzar elecciones anticipadas si los de Santiago Abascal no le dan sus votos gratis ha vuelto a mostrar las tensiones internas en una formación que parecía haber bendecido la senda iniciada por Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León en marzo de 2022. Los pactos en la Comunidad Valenciana, en Baleares y en más de 140 ayuntamientos tras las elecciones municipales del pasado 28 de mayo –entre los que se encontraban capitales de primer nivel como Valladolid, Burgos o Toledo– hacían presagiar que Alberto Núñez Feijóo había marcado el camino a seguir tras las generales y el acercamiento definitivo a Vox, pero la grieta extremeña ha vuelto a sembrar las dudas.
Las tensiones internas han regresado a una formación que parecía encontrarse en un momento dulce tras los magníficos resultados de los comicios municipales, en los que el PP logró recuperar un considerable poder municipal y autonómico después de una larga travesía en el desierto. La política de Feijóo, orientada a descentralizar el partido y dar más poder a los barones –en contraposición a la época de ordeno y mando de Pablo Casado y Teodoro García Egea– ha terminado generando unas contradicciones en los acuerdos que han llegado a un punto insalvable.
El rechazo del PP a Vox en Canarias y Cantabria, donde los populares han pactado el Gobierno con Coalición Canaria y el Partido Regionalista Cántabro (PRC), se podía explicar por cuestiones de aritmética parlamentaria, pero María Guardiola ha dado un paso más y ha aludido a los "principios" al justificar su rechazo a permitir entrar a la formación de Santiago Abascal en el Ejecutivo. La dirigente extremeña aseguraba este martes no podía dejar entrar en el Gobierno "a los que niegan la violencia machista y a los que deshumanizan a los inmigrantes" y se mostraba dispuesta a forzar la repetición electoral antes que dar cabida a Vox en su Ejecutivo. Además, Guardiola ha mostrado su radical oposición a la eliminación de las subvenciones a los sindicatos.
Una afirmación que desautoriza de forma evidente el pacto de PP y Vox en Castilla y León, donde ambas formaciones llegaron a un acuerdo para impulsar una Ley contra la violencia intrafamiliar y para fomentar la "inmigración ordenada" y donde se han impulsado recortes en las subvenciones a sindicatos y patronal, y también el más reciente acuerdo valenciano, donde ambas formaciones se han comprometido a impulsar medidas en el mismo sentido. Se trata de cuestiones que parecen ser una línea roja para el PP extremeño pero que no lo fueron para los populares de Castilla y León ni para los valencianos, lo que muestra una clara división tanto ideológica como estratégica.
Mientras tanto, el presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, intenta mantenerse en un punto medio y dar vía libre a sus barones para pactar en un sentido u otro, sin mostrar su preferencia por ninguna de las dos tendencias, aunque su hemeroteca alberga innumerables descalificativos a Vox, por lo que es previsible que se encuentre más comodo con la 'línea Guardiola' que también defiende su protegido Borja Sémper. El presidente popular, además, ha basado sus argumentos en los porcentajes de votos y aseguraba ayer que en Valencia tenía sentido el acuerdo con Vox al haber superado el 12% de los sufragios mientras que en Extremadura no podían pedir entrar en el Gobierno con solo cinco diputados.
Un argumento que ha sido respondido por Vox ya que en la Región de Murcia, en la que los populares tampoco quieren dejar entrar a la formación en el Gobierno y se ve como cada vez más posible la repetición electoral, la formación superó el 18% de los sufragios. Unas justificaciones contradictorias que están mostrando cada vez más las tensiones internas en una formación que parecía unida y fuerte solo un mes antes de las elecciones generales, y que podrían terminar penalizando de forma grave a los populares de cara a los comicios.
Reacciones desde Castilla y León
Las reacciones desde Castilla y León a esta situación no se han hecho esperar y el PSOE ha aprovechado a hurgar en la herida. La secretaria de Organización del PSCyL, Ana Sánchez, calificaba este miércoles de "hipócrita" el discurso del PP con Vox en Extremadura. "Feijóo abrió la puerta a la extrema derecha en Castilla y León y ahora se llevan las manos a la cabeza en Extremadura mientras hacen lo contrario en Valencia y Baleares", recordaba.
El nuevo alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, que gobierna en virtud de un acuerdo con Vox desde el pasado sábado, mostraba este miércoles su respeto a la decisión de la líder del PP en Extremadura, María Guardiola, de no pactar con Vox para alcanzar el Gobierno de esa región y forzar una repetición electoral. "Lo que expresan Extremadura, Valencia, Baleares, Castilla y León, Valladolid o Burgos es que en cada territorio hay una realidad y tenemos que ser muy respetuosos con esa realidad porque las realidades en unos lugares no son las mismas que en otros", afirmaba.
El procurador de Ciudadanos, Francisco Igea, por su parte, criticaba el argumento de Feijóo de basarse en los porcentajes de apoyos para suscribir uno u otro pacto. "Feijóo no tiene principios. Tiene una calculadora. Desautoriza los argumentos de Guardiola para respaldar a Mañueco y Mazón", señalaba, en una publicación en su cuenta de Twitter. El dirigente de Unidas Podemos en la Comunidad, Pablo Fernández, también cargaba contra la "hipocresía" de los populares. "Lo de María Guardiola y el PP de Extremadura es pura hipocresía: ofrecieron a Vox la presidencia del parlamento extremeño, establecer el pin parental y derogar la Ley de memoria democrática", afirmaba.
La propia María Guardiola publicaba un tuit este miércoles asegurando que respetaba la decisión de cada territorio y que no censuraba los pactos con Vox en Castilla y León y Valencia. "Jamás he opinado sobre los pactos de otros compañeros, y mucho menos para criticarlos. Defiendo para ellos la misma autonomía que tengo yo para negociar y cada caso es diferente", zanjaba. Una situación que ha dejado entrever que el PP no está tan unido como parecía y que afronta las generales del 23 de julio con fuertes diferencias internas con respecto a su relación con Vox.