El 23 de julio, sol mediante, habrá que elegir a nuestros representantes en el Congreso de los Diputados. En total, 350, de los que 31 serán de Castilla y León. ¿Cómo se hace esta elección? Pues siguiendo varios criterios en los que por desgracia también se confirma que la pérdida de población que tiene la Comunidad en los últimos años está afectando a la representación en la Cámara Baja. Y es que, en 1977, en las primeras elecciones generales celebradas en España, Castilla y León eligió 35. Es, junto a Galicia, la que más ha perdido en toda esta etapa de democracia, cuatro menos.
Los diputados del Congreso se reparten entre las provincias y las ciudades autónomas (Ceuta y Melilla); los partidos proponen una lista cerrada con tantos nombres como escaños correspondan a cada territorio. Son las famosas listas que tantos quebraderos de cabeza dan en los últimos días. Y se eligen según las circunscripciones, así en las elecciones al Congreso de los Diputados, las circunscripciones son las provincias y las ciudades autónomas. En el Senado, las circunscripciones electorales son las provincias peninsulares, las ciudades autónomas y las islas. ¿Y cómo se eligen? Pues se parte de que las provincias tienen un mínimo de 2 diputados. El resto de los 248 se distribuyen de manera proporcional a la población con derecho a voto entre las provincias siguiendo una fórmula en la que las nueve provincias de la Comunidad no salen muy favorecidas.
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Así dice el BOE: se obtiene una cuota de reparto resultante de dividir por doscientos cuarenta y ocho la cifra total de la población de derecho de las provincias peninsulares e insulares Para repartir el resto, es decir, 248 escaños, se utiliza el criterio demográfico. Esa distribución se establece tras dividir la cifra total de la población de derecho de nuestro país entre el número de escaños a repartir. El número que resulta es lo que se llama la cuota de reparto. A cada provincia le corresponden tantos diputados como números enteros resulten al dividir su población por esa cuota. Los diputados sobrantes se asignan a las provincias cuyo cociente en la división tiene una fracción decimal mayor.
¿Qué da como resultado? Pues que Soria se queda con los dos únicos de partida, ya que por población no consigue nada. Y pierde uno desde que en 1977 tuviera tres. Sin embargo, en 2008 ya en plena sangría de población se quedó con uno menos. Un reflejo de que la España Vaciada también deja de tener voz en el Congreso. Madrid ha sido la gran beneficiada de los cambios demográficos.
En el grupo de elegir tres diputados se encuentran Ávila, Palencia, Segovia y Zamora. Las tres primeras se mantienen en los mismos que se eligieron en 1977, pero Zamora bajó de cuatro a tres. Aunque fue ya hace tiempo, concretamente en los comicios de 1989.
Cuatro representantes políticos se eligen en la provincia de Burgos y Salamanca, los mismos que en las primeras elecciones democráticas. También se eligen cuatro en León, pero su caso es el más doloroso de la Comunidad, pues desde 1977 ha perdido dos representantes. En 1977 eligió seis, en 1986 pasó a cinco y en 2016 se confirmó la sangría. Es decir, que la mitad de los diputados que ha perdido Castilla y León en democracia son de la provincia leonesa. En aquella época cuatro fueron de UCD, uno del PSOE y otro de AP, germen del actual Partido Popular.
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Valladolid se queda como única provincia con cinco representantes, una cifra que mantiene desde 1977 aunque cada vez se encuentra más en la cuerda floja. En 1997 fueron elegidos: Gregorio Peces-Barba, Juan Luis Colino (PSOE), Adolfo Sánchez (UCD), Eduardo Moreno (PSDCL) y María Teresa Revilla (PP).
Con estos datos, Castilla y León se confirma, junto a Galicia, como la autonomía que más representación ha perdido. Los gallegos han pasado de elegir 27 diputados a hacerlo con cuatro (). Asturias se encuentra cerca con -3, pasando de 10 a7, al igual que Extremadura que elige de 12 a 9 y el Pías Vasco de 21 a 18. Aragón cierra el grupo de los negativos de 14 a 13.
Por su parte, en el lado positivo se encuentra la Comunidad de Madrid que ha pasado de 32, menos que tenía Castilla y León en 1977, a 35. Aunque el granero de votos, y de ahí la importancia de esta comunidad de cara a elegir al presidente del Gobierno, es Andalucía, donde eligen 61 representantes, dos más que en las primeras. La Comunidad Valenciana también ha incrementado en tres, de 29 a 32, Canarias (15), Baleares (8) y Murcia (10) también han dado dos pasos hacia adelante. Mientras que Cataluña pasa de 47 a 48. Y Cantabria, con cinco, Castilla-La Mancha, con 21, Navarra, cinco, La Rioja, cuatro, y Ceuta y Melilla con uno, se mantienen en las mismas cifras 46 años después.
Así, madrileños, valencianos, andaluces, baleares, canarios, murcianos y catalanes elegirán 18 diputados más en conjunto de los que votaron en las generales de 1977, una representación que han perdido en estos 46 años gallegos, castellanos y leoneses, vascos, extremeños, asturianos y aragoneses.
Por provincias
Madrid y Barcelona escogen a la quinta parte del Congreso de los Diputados, 37 y 32 respectivamente, aquí también se nota los dos frentes. Valencia 16, Sevilla 16, Alicante 12, Málaga 11, Murcia 10, Cádiz 9, Las Palmas 8, La Coruña 8, Vizcaya 8, Baleares 8, Zaragoza 7, Tenerife 7, Pontevedra 7, Granada 7 Asturias 7, Toledo 6, Tarragona 6, Girona 6, Guipúzcoa 6, Córdoba 6, Almería 6, Navarra 5, Jaén 5, Huelva 5, Ciudad Real 5, Castellón 5, Cantabria 5, Badajoz 5, La Rioja 4, Orense 4, Lugo 4, Lérida 4, Cáceres 4, Álava 4, Albacete 4, Teruel 3, Guadalajara 4, Huesca 3 y Cuenca 3. Solo Soria tiene dos.
León es la que más ha perdido en este tiempo, aunque han cedido tres en Asturias, y dos en Jaén, Vizcaya y Badajoz. Precisamente en esta ocasión solo se ha modificado un escaño: el sexto por Badajoz que ahora será el décimo sexto de Valencia. Para corregir ese desequilibrio, lo más directo sería reformar la Ley Electoral. Una opción sería hacer una circunscripción única o circunscripciones autonómicas. La otra, sería ampliar el número de escaños.
El Congreso de los Diputados tiene 350 escaños desde que así lo estableció la Ley para la Reforma Política de 1977, aunque la Constitución de 1978 permite "un mínimo de 300 y un máximo de 400", como indica su artículo 68.
Por partidos
En Castilla y León se ha pasado por diferentes fases para elegir a sus representantes. En las primeras, las de 1977, se notó el efecto Adolfo Suárez y el Unión de Centro Democrático arrasó con 25 diputados, ocho para PSOE y dos para AP. En 1979, se confirmó esta tendencia con 25 para la formación centrista y diez para PSOE, la derecha no tuvo representación. Pero llegó 1982, y con Naranjito también llegó la caída de Suárez y el alzamiento de Felipe González. Y en la Comunidad también hubo este efecto. 18 diputados de la rosa, emerge también la derecha con 13, 3 para la UCD y uno para el CDS. Cuatro años después misma tendencia. 16 socialistas, 14 de la derecha y cuatro de centro.
Sin embargo, en 1989 se produjo un cambio de pensamiento entre los castellanos y leoneses que ha durado hasta 2019. El Partido Popular ganó con 18 diputados, por 14 socialistas y uno del CDS. Desde entonces todas las elecciones eran ganadas por la derecha y durante seis legislaturas hubo bipartidismo. Hasta que en 2015 emergieron otras formaciones como Podemos y Ciudadanos, hoy ambas con sello de defunción, que sacaron tres cada uno.
En abril 2019 se dio la vuelta a la tortilla, y el efecto Sánchez se notó, el PSOE volvió a tener más representación en Castilla y León. Meses después, en la repetición de noviembre, el PP volvió a ganar por uno aprovechándose de la decadencia de Cs. Mientras que en estas dos últimas elecciones ya se ha contado con Vox, con seis diputados en las últimas.
Partidos provincialistas, la sorpresa
Aunque nunca han tenido representación, los partidos provinciales de Castilla y León se encuentran en un momento dulce y este año podrían dar la sorpresa. Las elecciones autonómicas de febrero de 2022 supusieron el auge en la Comunidad de estas formaciones que aspiran a defender los intereses de sus provincias, a las que consideran "olvidadas" por las administraciones, y los comicios municipales del pasado 28 de mayo solo hicieron que consolidar esa tendencia. Un crecimiento impulsado también por la irrupción del movimiento de la España Vaciada a nivel nacional, especialmente desde que Teruel Existe obtuvo su primer diputado en 2019, y que ha provocado que la problemática de la despoblación ocupe cada vez más portadas en los medios y más discursos de los grandes partidos.
El próximo gran reto de estas formaciones es el de conseguir por primera vez representación en el Congreso de los Diputados tras las elecciones generales del próximo 23 de julio.