El pasado viernes, 29 de septiembre, Javier decía adiós a la vida. Este hombre, de 60 años, participaba dos días antes en el primer encierro que la localidad vallisoletana de Olmedo celebraba con motivo de sus Fiestas en Honor a San Miguel y San Jerónimo, resultando gravemente corneado en el cuello.
Eran las 17.46 horas de esa, fatídica ya, tarde del martes, 27 de septiembre. Eran centenares las personas que presenciaban ese encierro en un municipio que presume de tradición taurina de años y años. Javier presenciaba el festejo cerca de una talanquera cuanto el toro, primero rozaba a uno de los asistentes, y después le propinaba una cornada en una zona vital de nuestro cuerpo.
El corazón de Olmedo se helaba. El varón era trasladado rápidamente, y en helicóptero, hasta el Hospital Clínico de la ciudad del Pisuerga. Su estado, crítico. Tras dos días debatiéndose entre la vida y la muerte, fallecía. Así lo informaba el consistorio olmedano que celebraba un pleno extraordinario ese mismo día para decretar tres días de luto.
Con la pandemia, allá por el año 2020, los festejos taurinos se vieron obligados a parar. Poco a poco se retomaron con restricciones varias. La normalidad, más o menos, entró allá por el año 2021. Desde entonces, y según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno en la Comunidad a EL ESPAÑOL de Castilla y León, han muerto un total de cinco personas y más de 70 han resultado heridas graves.
Cinco muertos y más de setenta heridos en menos de tres años
La muerte de Javier supone la segunda en lo que llevamos de este año 2023 en Castilla y León en festejos taurinos. La primera en la provincia de Valladolid. La otra se registró en un encierro mixto que se desarrolló en la localidad salmantina de Ledesma, el pasado 11 de junio. En total se han registrado también, según los datos facilitados por la Delegación del Gobierno, un total de 45 heridos graves. Cinco en la provincia de Ávila, uno en la de Burgos, otro en León y Palencia, 18 en la de Salamanca, uno más en la provincia de Segovia, tres en la de Soria, siete en la de Valladolid, y ocho en la de Zamora, durante este año.
El 2022 fue especialmente trágico para la provincia de Valladolid en general y en particular para el municipio de La Seca donde se registraron dos muertes en festejos taurinos. La primera de ellas, especialmente trágica, el 1 de mayo de ese 2022. La otra el 9 de agosto. Ese año, hay que sumar otro fallecimiento en nuestra Comunidad Autónoma en la provincia de Ávila, concretamente en San Esteban del Valle, el 8 de julio. También, un total de 27 heridos graves.
El 2021, cuando la pandemia comenzó a dejarnos salir de casa tras más de un año de pesadilla, los eventos que giran alrededor del toro volvieron a resurgir. Los amantes de estos salían para disfrutar de los mismos, pero no hay que lamentar ningún fallecido durante ese año y solo cuatro heridos graves que se contabilizaron en un encierro campero en la provincia de Valladolid, concretamente en Mojados, el 4 de octubre, otros dos en la localidad palentina de Villarramiel, durante otro encierro campero el 18 de septiembre y uno más en Babilafuente, en la provincia de Salamanca, durante un concurso de cortes el 14 agosto.
Cinco muertes, de las que tres se contabilizan en la provincia pucelana y decenas de heridos en apenas tres años.
La importancia de la cautela para el espectador
“La imprudencia es la causante, en un porcentaje elevado, de lo que ocurre en los festejos populares. Y, si el divertimento va acompañado de alcohol, las consecuencias pueden ser terribles generándose situaciones muy desagradables”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León nuestro crítico taurino de cabecera, Santos García Catalán.
Echando un vistazo al reglamento que regula estos festejos taurinos, que como nos explica la delegada territorial de la Junta de Castilla y León, Raquel Alonso, será modificado sobre el mes de enero del próximo año 2024, nos encontramos, dentro del capítulo I y en su sección 3, artículo 9, el que se refiere a los participantes, una disposición de suma importancia para evitar desgracias.
“Se prohíbe la participación en los festejos a los menores de edad, a personas que muestren síntomas de embriaguez, intoxicación por drogas o enajenación mental, y a aquellas personas que, por su condición física o psíquica, puedan correr un excesivo peligro o provocar situaciones de riesgo”, explica, en algo muy importante, que no siempre se cumple, y luego vienen las desgracias.
Además, en el artículo 17, referido a estos espectadores, se apunta que éstos deben “guardar en todo momento” el “comportamiento debido para que el festejo se desarrolle correctamente” y especialmente “permitiendo a los corredores su salvaguarda en las estructuras o talanqueras establecidas al efecto”.
Los consejos de un experto
“Lo primero que pediría, sin lugar a duda, es prudencia, ante un animal como es el toro que, tanto fuera de su hábitat natural como en el mismo, se muestra agresivo ante el acoso al que es sometido. No hay que considerarse un valiente poniéndose delante de un animal bravo sin experiencia. Tampoco asediar a los animales desde las talanqueras. Y, sobre todo, hay que recomendar a los aficionados de más edad que siempre estén resguardados y nunca se pongan al alcance de un animal bravo”, añade Santos García Catalán.
Nuestro experto de cabecera, que tantos festejos y tan bien cubre a lo largo de todo el año para EL ESPAÑOL de Castilla y León, asegura, volviendo al reglamento, que “no debería haber sanciones establecidas” más que las de evitar que participen menores de 16 años porque, apunta y con toda la razón del mundo, que “el resto de los aficionados tienen la edad suficiente para saber donde está el riesgo”.
Nuestro entrevistado ha visto “morir a toreros y espontáneos” en “imágenes que se le han quedado grabadas para siempre en la cabeza”. Para él, los datos analizados en este reportaje, con esos cinco fallecidos y más de 70 heridos, son “preocupantes” y asegura que “son pocos los que se registran” ante “la osadía de muchos aficionados” que se creen que “esto es un juego simple” sin percatarse que “se juega con la muerte”.
La responsabilidad de cada uno y la cautela ante el animal son claves para evitar que la fiesta y el jolgorio, dentro de esos festejos taurinos, se acaben convirtiendo en desgracia.