La fiesta que tiene lugar cada 23 de abril en la localidad vallisoletana de Villalar de los Comuneros, es un referente de orgullo y de defensa del sentimiento identitario de una comunidad histórica. Durante esa jornada, decenas de miles de ciudadanos de Castilla y León se congregan en las carpas repartidas por el municipio para disfrutar de los diferentes espectáculos, conciertos, comida, bebida y del espíritu reivindicativo de la fiesta. Pero no siempre ha sido así.
La celebración del Día de Villalar es relativamente reciente, ya que no se legalizó hasta su convocatoria de 1977, en plena Transición hacia la democracia, y el día 23 de abril no se estableció oficialmente como Día de Castilla y León hasta la aprobación del Estatuto de Autonomía, en febrero de 1983. Con todo, los ciudadanos de las regiones que actualmente componen la Comunidad, ávidos de conmemorar este simbólico día, se congregaron en Villalar de los Comuneros desde algunos años atrás.
El origen: de 'El Empecinado' a la dictadura franquista
Los antecedentes de la conmemoración de la Batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521, en plena revuelta comunera, hay que ubicarles 300 años después, en 1821, en un momento complicado para España. En aquel momento, Juan Martín Díaz 'El Empecinado', natural de la localidad vallisoletana de Castrillo de Duero que había tenido un papel protagonista en Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1812), impulsó una expedición para tratar de buscar los restos mortales de los dirigentes comuneros: Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, que culminaría con un homenaje a los tres líderes en la plaza del pueblo.
Durante el siglo XIX tuvo un gran protagonismo el auge del movimiento nacionalista y liberal a nivel mundial que se reflejaría también en España y en Castilla, con la recuperación de la figura de aquellos dirigentes que promovieron una de las primeras revoluciones burguesas de Europa. Padilla, Bravo y Maldonado se convirtieron, en ese momento, en referentes de aquellos españoles que trataban de impulsar una importante reforma en un país que se encontraba aún atrasado con respecto a la media europea.
A inicios del siglo XX, durante la guerra civil española, el homenaje a los líderes comuneros se reflejó en la configuración del 'Batallón Comuneros de Castilla' en el ejército republicano, que contaba como misión principal la de liberar las provincias de Salamanca y Ávila del control de las tropas franquistas, algo que finalmente no lograrían. Después de la derrota del 1 abril de 1939, con la desaparición de la II República y el inicio de la dictadura franquista, el recuerdo de la revuelta comunera quedó difuminado.
La represión de la celebración en 1976
La muerte del dictador Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, abrió una ventana de oportunidad a la reivindicación democrática y autonomista y esto se reflejó también en las regiones de Castilla y León. El 25 de abril de 1976, el Instituto Regional de Castilla y León, una agrupación que había surgido apenas dos meses antes, convocó la primera gran manifestación autonomista en el municipio Villalar de los Comuneros, escogido por la efeméride de la histórica batalla, que fue prohibida por el Gobierno, aún dirigido por el franquista Carlos Arias Navarro.
En aquella jornada, a pesar de la prohibición de la concentración, cerca de 400 ciudadanos de Castilla y León se presentaron en el municipio a través de accesos secundarios, ya que los caminos principales habían sido cortados por agentes de la Guardia Civil. Centenares de ciudadanos llegaron hasta el centro del municipio, pero fueron finalmente reprimidos y dispersados por agentes de la Benemérita durante la tarde de aquel domingo.
Este hecho determinaría de forma irremediable el carácter reivindicativo de la fiesta desde aquel momento, y la defensa de la democracia y las libertades que la caracterizaron desde entonces.
De la legalización a convertirse en día oficial (1977-1983)
Los sucesos ocurridos a finales de abril de 1976 condujeron a que una gran parte de los ciudadanos de Castilla y León comenzase a identificarse con la celebración, en un momento en el que se iniciaban los procesos preautonómicos y la Transición estaba dando sus primeros pasos, y las autoridades tomaron nota.
En 1977, finalmente, la celebración del Día de Villalar quedó legalizada y pudo llevarse por primera vez a cabo con libertad. Cerca de 20.000 personas asistieron al municipio durante aquel primer año legal, en una convocatoria que fue impulsada por el Instituto Regional y por la Alianza Regional de Castilla y León. Una fiesta que contaría, por vez primera, con el histórico grupo de música popular Nuevo Mester de Juglaría, símbolo desde aquel momento de la defensa de la identidad musical castellana.
Una fiesta, además, que estuvo centrada en la reivindicación de la autonomía para Castilla y León, que tardaría seis años en lograrse, y la legalización de todos los partidos políticos del país y también de las asociaciones.
El impulso de la fiesta solo iba en aumento y en 1978 más de 200.000 personas se concentraron en Villalar para reivindicar la configuración de la comunidad autónoma y las libertades de la población, en pleno proceso constitucional en España. Una celebración que se vio empañada por los choques entre miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP) y de la Convención Republicana –que retiraron la bandera de España del Ayuntamiento– y militantes de Alianza Popular que resultaron agredidos, con un saldo total de 17 personas heridas.
De nuevo se producirían incidentes en la celebración de 1979, después de un enfrentamiento entre agentes de la Guardia Civil y ciudadanos que portaban banderas republicanas, en una conmemoración que, aunque fue aún masiva, congregaría a la mitad de asistentes que en 1978, cerca de 100.000.
Esa fue la tónica dominante entre 1980 y 1983, con movilizaciones que cada vez eran menos numerosas y que se encontraron capitalizadas, en su mayor parte, por los partidos y sindicatos de izquierda y por el incipiente nacionalismo castellano. Finalmente, la aprobación del Estatuto de Autonomía de Castilla y León, el 25 de febrero de 1983, convirtió oficial el 23 de abril como Día de la Comunidad y sumó la impronta de celebración institucional al carácter popular y reivindicativo con el que ya contaba la fiesta.
El Villalar de finales del siglo XX y el nacionalismo castellano
Desde que el Día de Villalar se convirtió en el Día de Castilla y León, la asistencia a la campa de Villalar se ha ido normalizando cada 23 abril, aunque la afluencia de personas a la celebración nunca ha llegado ni de lejos a las cifras de los primeros años de la Transición en los que la reivindicación de autonomía, libertad y democracia estaba muy presente, ante la situación del momento histórico.
Con todo, aún quedarían por vivirse algunas terribles situaciones que ensombrecieron la fiesta, como el asesinato a puñaladas, en el Día de Villalar de 1987, de un joven 'punk' en una pelea, o el hombre que quedó herido grave en la celebración de 1988, solo un año después, debido a una ráfaga de disparos de pelotas de goma por parte de agentes de la Guardia Civil.
Durante los años 80, los grupos nacionalistas castellanos comenzaron a capitalizar en gran medida la fiesta. En 1988, se fundaría en Soria el partido Tierra Comunera, con una ideología progresista y federalista, que llegó a ser el partido nacionalista castellano con más éxito a nivel electoral, al obtener un procurador en las Cortes en las elecciones autonómicas de 1999 por la provincia de Burgos. Unos comicios en los que esta formación logró un total de 20.063 votos. En el año 2009, el partido vivió un proceso de refundación y se produjo un cambio de nombre al del actual Partido Castellano-Tierra Comunera.
En el ala más izquierdista del nacionalismo castellano destacó la Unidad Popular Castellana (UPC), fundada en el año 1983 y con una tendencia ideológica marxista y soberanista. Una de sus más destacadas líderes fue Doris Benegas –hermana del socialista Txiki Benegas– y el partido mantuvo relaciones con formaciones independentistas de otros territorios como Herri Batasuna (HB) –formación para el que la UPC pidió el voto en las elecciones europeas de 1987– o el catalán Moviment de Defensa de la Terra (MDT).
Años después, la UPC configuró en el año 2000, junto con otros colectivos y agrupaciones de izquierdas, el partido Izquierda Castellana (IzCa), que se convirtió en referente de la izquierda nacionalista castellana junto con su ala juvenil, las Juventudes Castellanas Revolucionarias (JCR), conocidas en la actualidad como Yesca.
Este partido nunca ha contado con resultados electorales de relevancia en los comicios a los que se ha presentado, aunque Doris Benegas fue la número dos en la lista electoral que presentó la coalición Iniciativa Internacionalista, impulsada por la izquierda abertzale, entonces ilegalizada, junto con otros grupos independentistas, en las elecciones europeas de 2009, que obtuvo 178.121 votos y estuvo cerca de lograr un escaño.
Inicios del siglo XXI, pandemia, regreso de la normalidad y llegada de Vox
Durante los primeros años del siglo XXI, la normalidad ha sido la tónica dominante en un Día de Villalar en el que volvieron a tomar parte representantes del Partido Popular en la celebración del año 2000, después de 13 años. Con todo, la presencia de los políticos de la formación popular no fue aceptada con naturalidad por los sectores más radicales de la izquierda y el 23 de abril de 2006 estalló un tenso incidente cuando una pedrada que iba dirigida al entonces presidente autonómico, Juan Vicente Herrera, hirió en el rostro a la responsable de Protección Civil, Cristina Gredilla.
Afortunadamente, no se lamentaron hechos similares durante los años siguientes y la celebración se llevó a cabo con total normalidad hasta la llegada de la pandemia de la COVID-19, en el mes de marzo de 2020, que provocó que se suspendieran los actos previstos para ese año. Lo mismo sucedería con la conmemoración de 2021, que tampoco se pudo celebrar con normalidad debido a las restricciones impuestas por el segundo estado de alarma de octubre de 2020, que aún se encontraba en vigor. Unas limitaciones que impidieron celebrar el 500 aniversario de la Batalla de Villalar, que se conmemoraba ese año.
El 23 de abril de 2022, hace justo dos años, fue testigo del regreso de la normalidad de la celebración de una fiesta reivindicativa y popular para presumir de Comunidad, cuando se cumplían 45 años de su legalización y en 2023, Villalar de los Comuneros volvió a engalanarse para recibir a miles de visitantes deseosos de celebrar su identidad compartida. Con todo, la última edición estuvo empañada por el hecho de que Vox, que forma parte del Gobierno autonómico desde marzo de 2022, eliminó el festivo del lunes 24 de abril, al que debía trasladarse al caer el 23 en domingo, para poder declarar festivo el 25 de julio, día de Santiago Apóstol. Una decisión muy criticada por los grupos de izquierda y los sindicatos, que acusaron a la formación de querer acabar con el Día de la Comunidad.
Además, ha sido muy criticada la ausencia en la fiesta del presidente de las Cortes, Carlos Pollán, de Vox, y otros dirigentes de la formación, como el vicepresidente, Juan García-Gallardo, han mostrado su rechazo a la fiesta por estar, a su juicio, "secuestrada por la izquierda". También ha sido cuestionado el papel de la Fundación Villalar, renombrada desde 2020 Fundación de Castilla y León, impulsada por el Gobierno del PP en la Junta en 2003 para fomentar el sentimiento de Comunidad y para promover la festividad de Villalar, y a la que las formaciones de izquierda han acusado de "blanquear el fascismo" desde que Vox está al frente de la Cámara autonómica y de "dejar morir de inanición" la fiesta. De hecho, el PSOE y el sindicato Comisiones Obreras han anunciado su intención de abandonar dicha entidad y UGT está estudiando tomar la misma decisión.
En la edición de este año 2024 la principal novedad será la extensión de la celebración a las nueve provincias −una propuesta que ya intentó promover José María Aznar cuando estuvo al frente de la Presidencia de la Junta, entre 1987 y 1989, y que no tuvo éxito−, que ha generado críticas principalmente entre la Unión del Pueblo Leonés (UPL) y otros grupos leonesistas, que consideran que esta festividad no representa a los leoneses. A pesar de las tensiones y polémicas, un año más, decenas de miles de personas se congregarán en Villalar de los Comuneros para presumir de Comunidad, festejar y reivindicar, 48 años después de aquella primera edición ilegal.
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