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El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, parece tocado por la varita de la fortuna. Cuando se avecinaba el inicio de un curso político complejo, ante la debilidad parlamentaria del PP en las Cortes y la combativa oposición de su otrora socio Vox, las tornas han cambiado para favorecer, una vez más, al salmantino.

La explosión de Vox producida este lunes tras la sorpresiva dimisión de su hasta ahora portavoz en las Cortes de Castilla y León, Juan García-Gallardo, abre el camino al jefe del Ejecutivo autonómico a decidir, seguro de su posición de fortaleza, si agota la legislatura o si opta por convocar elecciones anticipadas en la Comunidad.

La opción de completar este último año con tranquilidad, mientras Vox se erosiona y acusa la ausencia de su principal activo a nivel autonómico, y uno de los mayores a nivel nacional, mientras el liderazgo de Carlos Martínez no termina de asentarse en el PSOE ante su ausencia de las Cortes es una opción nada desdeñable.

Pero tampoco lo es la posibilidad de pulsar el botón electoral para pillar con el pie cambiado a las dos principales formaciones de la oposición y tratar de reforzar su mayoría en la Cámara, ante la previsible penalización electoral de la salida de Gallardo en Vox y la falta de empaque del aún débil mandato de Martínez en el PSOE.

Una posición de fuerza que el jefe del Ejecutivo autonómico ha conseguido recuperar cada vez que se ha puesto en duda, beneficiándose de los conflictos internos y de la inestabilidad generada en el seno de los dos principales partidos de la oposición en la Cámara autonómica, PSOE y Vox, durante los últimos meses.

La salida de Vox

Que Mañueco caiga de pie se ha convertido en los últimos meses en la tónica habitual. Cuando la polémica sobre la inmigración tensaba hasta límites insospechados el Gobierno de coalición entre PP y Vox, Santiago Abascal ordenó en julio de 2024 la salida de su partido de todos los ejecutivos que compartía con los populares.

Una decisión que supuso un alivió para el salmantino, enfangado en cada vez más fricciones internas con su socio y deseoso de poder dar una imagen centrista y moderada de cara a las futuras elecciones autonómicas.

Liberarse del lastre de Vox permitió a Mañueco calmar las aguas y reconducir cuestiones como el Diálogo Social, haciendo las paces con los sindicatos y la patronal, y olvidar iniciativas que habían llevado a incómodos conflictos con el Gobierno de España -e incluso con relatores de la ONU- como la Ley de Concordia.

Con todo, la salida de los de Gallardo del Gobierno autonómico, aunque alivió a Mañueco a nivel interno, le dejó en una situación de debilidad parlamentaria ante la oposición, que podría haber aprovechado la principal formación opositora, el PSOE, para minar al Ejecutivo. Pero al salmantino volvió a sonreirle la fortuna.

La guerra en el PSOE

El estallido de la guerra abierta entre la dirección autonómica de los socialistas y Ferraz en septiembre de 2024, tras el intento de Luis Tudanca de adelantar las primarias para asegurarse la reelección sin competidores, obligó al PSCyL a descentrar el foco y olvidarse de Mañueco, sumiéndose en su propio combate interno.

La situación de inestabilidad en el seno de los socialistas de la Comunidad permitió a Mañueco unos meses más de placidez, observando desde la barrera como finalmente Tudanca se veía obligado a dar un paso al lado y a aceptar la imposición del liderazgo de Carlos Martínez por parte de Ferraz, en el mes de enero.

El alcalde de Soria, buscando no echar más sal en la herida, permitió a quien había liderado el PSCyL desde octubre de 2014 continuar como portavoz en las Cortes, al menos hasta el Congreso que le entronizará oficialmente el día 23 de febrero, creando una bicefalia que ofrece de todo menos apariencia de fortaleza a su mandato.

Durante los últimos meses, ante la situación en el seno del PSOE, había sido Vox quien se había puesto la camiseta de la oposición en los plenos de las Cortes y Gallardo había protagonizado los más tensos envites parlamentarios con Mañueco, recordándole sus compromisos incumplidos mientras ambos partidos gobernaron juntos.

El hasta ahora portavoz de Vox, convertido en referente del ala más soberanista del partido y con gran tiron entre los jóvenes, había encabezado una incisiva oposición al Gobierno del PP, negándose incluso a negociar los presupuestos mientras un PSOE débil aprobaba el techo de gasto y se abría a negociar con Mañueco.

Cuando ese nuevo Vox opositor, que presumía de sus principios al abandonar el Gobierno de coalición, se estaba asentando, con la mirada puesta en las elecciones autonómicas y con halagüeñas perspectivas electorales según las encuestas, este fin de semana se encendía la mecha de la bomba que ha estallado este lunes.

Gallardo dimite

La rebelión interna promovida por los procuradores Javier Teira y Ana Rosa Hernando, pidiendo mayor "democracia interna", censurando las "intromisiones" de la dirección y solicitando el regreso de Vox al Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos y su salida de Patriotas por Europa, condujo a su expulsión del grupo.

Una salida que Gallardo se negó a firmar, algo que le ha recriminado este lunes el portavoz nacional de Vox, José Antonio Fúster, y que, según ha afirmado, propició su posterior salida. En una misiva, el hasta ahora portavoz y líder del partido en la Comunidad anunciaba que dejaba todos sus cargos y la política.

El paso de los dos procuradores díscolos al grupo de los no adscritos ya fue una buena noticia para Mañueco, que se aseguraba la mayoría absoluta en las votaciones contando con el voto del Grupo UPL-Soria Ya, Por Ávila y Francisco Igea, 10 procuradores en total, pero la salida de Gallardo de Vox ha puesto la puntilla.

La decisión del exvicepresidente de la Junta, que ha denunciado que la dirección del partido ha ido "ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás", ha dejado a Vox sin su mayor activo en la Comunidad y en una situación de debilidad que Mañueco, a buen seguro, aprovechará.

La decisión de Mañueco

La inestabilidad en los dos principales partidos de la oposición en las Cortes de Castilla y León permitirá al presidente de la Junta afrontar lo que queda de legislatura con absoluta placidez y con la seguridad de su fortaleza de cara a decidir si completa la legislatura hasta febrero de 2026 o si aprieta el botón electoral.

Mañueco ha adelantado este lunes que la dimisión de Gallardo "no influye" en un posible adelanto electoral en la Comunidad y se ha mostrado dispuesto a agotar la legislatura pero la opción de llamar a las urnas no es desdeñable ya que el PP podría aprovechar para salir fortalecido ante la debilidad de PSOE y Vox.

El jefe del Ejecutivo autonómico podría optar por completar la legislatura, sirviéndose de la prórroga presupuestaria que ya está en marcha, y dejar que Vox en Castilla y León termine de erosionarse mientras el liderazgo de Martínez en el PSOE no termina de asentarse ante su ausencia en los plenos de la Cámara.

Pero también podría decidir aprovechar el momento de transición en los socialistas, ya que el soriano aún no ha sido entronizado oficialmente, y a su vez no dar tiempo a Vox a configurar un liderazgo alternativo al de Gallardo en una Comunidad en la que el partido tenía un cariz especialmente personalista.

Una decisión que queda en manos de un Mañueco al que le vuelve a sonreír la fortuna después de casi seis años al frente del Gobierno de la Junta en los que no ha vivido casi un solo momento de absoluta estabilidad, ni de mayoría cómoda, pero en los que siempre ha logrado caer de pie y salir indemne de cualquier imprevisto.

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