Santa Teresa de Jesús (Gotarrendura, Ávila, 1515-1582), escritora e intelectual religiosa del siglo XVI, fue canonizada en 1622 y tuvo el honor de ser la primera mujer -junto a Catalina de Siena- nombrada como doctora de la Iglesia Católica por el Papa Pablo IV en septiembre del año 1970. No obstante, fue expulsada de su ciudad antes de pronunciar el conocido: "De Ávila, ni el polvo".
Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada llevó una vida intensa en un siglo XVI marcado por la expansión europea en territorios asiáticos, africanos y americanos. En el caso del Imperio español, responde a la época de mayor esplendor donde los Reyes Católicos eran la máxima autoridad hasta el año 1504 en el que falleció Isabel I de Castilla. Buena parte de la población por aquel entonces era analfabeta y la cultura escrita era un monopolio tanto de nobles, clérigos y una minoría de burgueses cultivados.
En su Ávila natal comenzó una historia marcada por la religión. Cuenta la tradición que, fuera de la muralla, su tío intentó alcanzarla tanto a ella como a su hermano Rodrigo tras no viajar a 'tierra de moros', encontrar el martirio y 'ganar el cielo' con apenas diez años de edad. En el momento de ser expulsada de la ciudad castellana y leonesa se quitó las sandalias y sacudiéndolas dijo: ''De Ávila, ni el polvo". Una declaración de intenciones que se prolongó durante toda su vida. Una vida marcada por su relación amor-odio con la ciudad abulense al entender la religión de una manera diferente al pensamiento de la época. No obstante, tanto Ávila como Alba de Tormes son las dos localidades teresianas por excelencia.
Con todo, Santa Teresa es conocida, entre otros logros, por una extensa producción literaria en la que destacan Camino de Perfección, Vida de Santa Teresa de Jesús, Libro de las Constituciones, Conceptos del Amor de Dios, Las Moradas o El Castillo Interior y el Libro de las Fundaciones entre otros. Estas obras están inspiradas en las visiones místicas que padeció durante buena parte de su vida y la cultura que le permitió adquirir la lectura de libros de caballería y el acceso a la biblioteca familiar, un privilegio al alcance de muy pocas personas en esos siglos.
Al mismo tiempo, fue protagonista de la reforma que dio lugar a la Orden de los Carmelitas Descalzos y llegó a fundar un total de 17 conventos dentro del territorio nacional y dotando a Castilla y León de una cultura que, hasta la fecha se mantiene intacta con la ubicación de esos conventos en Medina del Campo, Valladolid, Ávila, Salamanca, Albade Tormes o Segovia entre otros. Toda esa labor, antes de fallecer en la localidad salmantina de Alba de Tormes en 1582, no ha caído en el olvido hasta la fecha.