A menos de cuatro kilómetros del centro de la ciudad de Ávila se encuentra una de las instituciones de más importancia con presencia en Castilla y León: la Escuela Nacional de Policía. Por sus más de cuatro kilómetros de perímetro pasan cada año más de 3.000 alumnos ilusionados por aprender y formarse para llegar a ser buenos policías. El inspector Manuel Martínez, profesor de investigación en la Escuela, es una de las muchas personas que pone su granito de arena para que los nuevos profesionales salgan de este periodo de formación con las mejores herramientas posibles. "Es un orgullo poder estar aquí y transmitir tu experiencia y valores, porque sabes que tus alumnos van a ser el futuro del Cuerpo", asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
La Escuela Nacional de Policía cumplirá 37 años en funcionamiento este 2023, desde aquella primera promoción de 1986, pero su origen se encuentra en 1979, cuando un ilustre abulense como Adolfo Suárez, entonces presidente del Gobierno, decidió impulsar la institución en esta ubicación. "Todo lleva a pensar que Adolfo Suárez decidió ubicar la escuela en Ávila posiblemente porque él era abulense, aunque la construcción se realiza en la época del Gobierno de Felipe González", señala Martínez.
Esta decisión personal, a juicio del inspector, terminó resultando "muy acertada". Martínez destaca las amplias ventajas del hecho de que la Escuela esté en la capital abulense ya que se trata de una ciudad pequeña, segura y con un marco cercano que no hubiese sido posible en otra ciudad más grande. "La relación personal que tienen la Escuela y los alumnos con la ciudad no se consigue en una ciudad grande, tiene un entorno natural impresionante y está cerca de Madrid", añade el inspector.
El origen: una Escuela muy diferente
Las obras de construcción de la escuela se iniciaron en diciembre de 1981 y no fue hasta enero de 1986 cuando se terminó la obra, recibiéndose ese 13 de enero de hace 37 años a los primeros 500 alumnos. Hasta ese momento existían diferentes escuelas: tres de la escala básica e incluso algunos años existieron dos escuelas del cuerpo superior, una de ellas en Ávila y otra en Madrid, llegando a contarse con hasta cinco escuelas distintas. "El hecho de unificarlo todo en un mismo centro le dio mucha más identidad y corportativismo", señala Martínez.
El inicio del funcionamiento de la Escuela de Ávila coincidió, además, con la creación del Cuerpo Nacional de Policía en 1986, tras unificarse el Cuerpo de Policía Nacional y el Cuerpo Superior de Policía. "Los años nos han dicho que la unificación de este cuerpo fue un acierto porque se dio una identidad de corporación y se unificaron los criterios y se determinaron las escalas", asegura el inspector, que señala que tuvo que llevarse a cabo un trabajo "bastante arduo" tanto por parte de las personas que lo crearon como de los agentes que tuvieron que adaptarse a esa nueva situación.
Las características de aquellos primeros alumnos que llegaron a la Escuela en enero de 1986 no tenían nada que ver con las de los actuales. Martínez destaca que las primeras promociones eran pequeñas, de 500 o 600 alumnos, siendo mayoritariamente hombres. Además, el opositor era una persona que había pasado por el servicio militar, existía un límite de edad de 30 años, que hoy en día no existe, y los estudios que se exigían eran más básicos. Por ejemplo, tan solo se pedía ser diplomado para acceder a la escala ejecutiva.
En la época de la crisis económica, a finales de los años 2000, comenzó a no cubrirse la tasa de reposición, ante la escasez de plazas de oposiciones, y se empezaron a perder efectivos, con personas que se jubilaban y cuya ausencia no se compensaba con la gente que entraba. "Hubo una comisión y un estudio y se optó por cambiar el plan de estudios, para que se metieran dos promociones por año", comenta el inspector, añadiendo que se trataba de promociones que hacían seis meses en la Escuela y el resto en comisarías. El motivo: la falta de espacio, ya que aquellos años se contaba con una media de 5.000 a 5.200 alumnos por promoción debido a esa unificación.
El perfil del alumno también ha cambiado mucho, especialmente en lo referente a la edad, para la que ya no hay límite. "Yo personalmente tengo un alumno en la escala básica que tiene 49 años y podemos tener alumnos con 19 o 20 años, que eso al principio no existía porque tenían que tener la mili hecha", comenta Martínez. Y de su etapa como alumno recuerda sobre todo la ilusión y la incertidumbre del devenir futuro de la vida en el Cuerpo, transformada en orgullo en su actual faceta de profesor.
La escala básica y la ejecutiva
La Escuela Nacional de Policía cuenta con dos tipos de cursos: el de la escala básica y el de la escala ejecutiva. El primero dura nueve meses y va seguido de otros nueve meses de prácticas. En esta escala básica, los alumnos cuentan con un total de 16 asignaturas con departamentos como el de ciencia y técnica policial, donde dan investigación, en una serie de cursos que son de formación y no tanto de especialización. Cada departamento tiene desde dos a cuatro asignaturas, algunas más teóricas y otras eminentemente prácticas. "Tienen educación física, se están potenciando muchísimo los idiomas y el tema de la ciberseguridad", señala Martínez.
El curso de la escala ejecutiva se encuentra en pleno proceso de cambio. Hasta el día de hoy, se compone de dos cursos de una duración de nueve meses y un periodo de prácticas de siete meses. Esto va a cambiar a partir de septiembre, ya que, según comenta el inspector, en el nuevo curso se va a compromir todo en dos años y, además, el título será otorgado por la Universidad de Salamanca. "El futuro inspector tiene que hacer un Trabajo Fin de Máster y sale con una equivalencia de Máster, y previamente tienen que tener un Grado completo o estudios similares", apunta Martínez.
El día a día de un alumno
El inspector y profesor en la Escuela define el comienzo de la estancia de los alumnos en la Escuela como un tren grande de mercancías, "que es pesado y le cuesta arrancar y que a los tres o cuatro días ya va funcionando y coge velocidad". "Siempre ocurre igual y no hay nada que nos sorprenda tras tantos años", asegura.
El día a día del alumno en la Escuela se encuentra dividido en turnos ya que la gran afluencia de personas hace imposible que todos coman a la vez en el comedor. Hay dos turnos que entran a las 8 de la mañana a dar clase y que , por tanto, desayunan antes. Otro turno entra a las 9 de la mañana y existe un tercer turno que no tiene clase por la mañana sino por la tarde, desayunando estos alumnos algo más tarde que los de los otros dos turnos.
Las clases están compuestas de entre 40 y 46 alumnos, con un total de 72 clases. Los alumnos que entran a las 8 están hasta las 12:40 recibiendo docencia y los que entran a las 9 están hasta las 13:40. Después, van a comer y tienen la tarde libre salvo que haya algún acto o alguna charla. "Normalmente los alumnos dedican la tarde a estudiar y los fines de semana se dedican más a actividades de ocio y deportivas", comenta Martínez.
Una variedad de funciones y actividades
La Escuela Nacional de Policía de Ávila no se dedica únicamente a formar a futuros integrantes del Cuerpo, sino que es también escuela de la Policía Local de toda Castilla y León. "Ahora mismo contamos con 38 alumnos", comenta el inspector. Pero las funciones de esta 'pequeña ciudad', como la define Martínez, no se quedan ahí. Se realiza recogida de juguetes, son de los primeros organismos en donantes de sangre, colaboran con Cruz Roja en la recogida de alimentos y cuentan con un club de lectora. Además, la Escuela es la sede del Museo de la Policía, secretaría permanente de Iberpol, sede de cursos de Europol, y forma desde hace cuatro años a vigilancia aduanera.
También ha participado la Escuela en tareas de formación de Frontex, la policía de fronteras de la Unión Europea, llegando a tener, según comenta el inspector, a más de 400 y 500 personas durante más de seis meses. "Estuvimos durante tres años formando a la Policía Local de Madrid y tenemos eventos como Ciberworld, que ya llevamos tres ediciones", añade.
La Escuela cuenta también con un periódico interno y un programa de radio y han colaborado también en algunas iniciativas del ámbito sanitario. "Antes de la pandemia estuvimos colaborando con el Hospital Clínico en un estudio patrocinado por el Ministerio de Sanidad y la Consejería sobre el impacto de los esfuerzos en los riñones. Y estuvieron aquí durante varios meses haciendo ciertas pruebas deportivas y tomando muestras de sangre y orina", concreta Martínez.
Entre las infraestructuras más destacadas de la Escuela, el profesor destaca la gran piscina olímpica con más de 400 asientos, el polideportivo que ronda los 500, el "espectacular" gimnasio con seis tatamis independientes, varias pistas de tenis y de otros deportes y cancha de baloncesto. "Tenemos 10 bloques de vivienda y estamos empezando la construcción de otros dos bloques más", añade. Además, las instalaciones cuentan con varias galerías de tiro, una de ellas virtual. "El entorno es maravilloso y privilegiado porque sales por la puerta y en dos minutos tienen campo", apunta Martínez.
Los retos a corto plazo
Entre los principales retos de cara al próximo curso, Martínez destaca la adaptación del nuevo curso de escala ejecutiva con el cambio, con la creación o reestructuración de asignaturas tras el cambio del curso de la escala ejecutiva. "Tenemos el reto de como va a funcionar y de la propia formación, de no quedarnos atrás y de seguir estando a punto con las nuevas tecnologías", asegura, señalando que es fundamental estar al día con los últimos avances en materia de inteligencia artificial, de cibercrimen, de ciberseguridad y de criptomonedas, entre otros aspectos. "Sin olvidar los delitos tradicionales, claro", puntualiza.
Para este inspector y profesor vocacional, la Policía Nacional se ha convertido en un cuerpo muy profesional, "con un nivel muy alto de gente especializada". "No tenemos que estar demostrando en ningún momento que sabemos porque lo demostramos en el día a día de forma silenciosa", afirma. Y destaca la fidelidad a los principios de toda la sociedad una de las máximas del Cuerpo. "No dejas de ser policía cuando te jubilas y si estás fuera de servicio y ves algún incidente actuas. Ser policía es una filosofía de vida", concluye Martínez.