El eterno debate del humor. ¿Está en horas bajas o quizá somos nosotros mismos quienes estamos de capa caída? Goyo Jiménez, un aspirante a letrado, que interpretó los grandes clásicos sobre la tablas, para encontrar en el humor su forma de vida, cree que la sociedad se ha sumido en un malestar y desgracia constante, que está afectando a la maravilla que es el buen humor en la sociedad.
Este cómico, nacido en Melilla, pero criado en uno de las grandes fábricas del humor de nuestro país, Castilla-La Mancha, lleva años tomando las particularidades de los estadounidenses para sacar una necesaria sonrisa a todo el que desee recibirla. Y parece que hace falta. Por ello, Goyo Jiménez llegará el próximo jueves 23 de febrero, a las tablas de Teatro Ramos Carrión de Zamora, con las entradas prácticamente agotadas de su show (que a la vez es su propio reto personal): 'Aiguantulivinamérica 3'.
Días antes de su llegada a Zamora, EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León ha querido charlar un rato con él y sorprenderse con el profundo análisis que el humorista hace de la sociedad, la comedia y el espectáculo.
Pregunta.- Llevas más de diez años haciendo humor con las particularidades de los americanos. ¿Tan peculiares son? ¿No tienen fin?
Respuesta.- La verdad es que sí. La realidad que yo me invento está basada en películas y series y estas van cambiando, tienen que adaptarse a los tiempos. El concepto de héroe o de heroína de cada historia varía mucho desde que yo era un chaval hasta ahora. Siguen surgiendo cosas nuevas, nuevos estereotipos y nuevas mecánicas. Vamos, que me sobra material. De hecho, he tenido que dejar mucho material fuera, pese a tener ya seis horas de guion, hay mucho material que he tenido que dejar abandonado.
P.- ¿Tan peculiares son los americanos, tan distintos son a nosotros en este mundo que ahora está tan global?
R.- Bueno, a ver, yo creo que ellos se han creado su propia mitología y la han expuesto al mundo y han intentado parecerse a la mitología que han creado. Yo no sé si ellos son más o menos peculiares, pero, evidentemente, tienen una idiosincrasia como cualquier otra nación. Y una vez que vas allí descubres que no es lo mismo la Costa Este, que California o que el Medio Oeste. Por supuesto que son peculiares, pero es que, además, ellos quieren parecerse al estereotipo que ha creado Hollywood, quieren parecerse a eso porque es muy glamuroso y muy bonito. A todos nos gustaría parecernos a los dioses. A los dioses que ellos mismos han creado.
P.- Ellos han creado, como bien dices una mitología pero moderna, ¿no?
R.- Al igual que los griegos crearon su mitología y después intentaban parecerse a los sus dioses. Todos los atletas intentaban ser unos apolos y todos los líderes y los héroes querían ser unos aquiles. Se crean unos héroes y unos estereotipos a los que se suman con unas historias que nos emocionan, y que nos sirven de enseñanza, nos sirven de guía y de referencia. Eso lo ha hecho siempre el cine, la televisión y lo están haciendo ahora en las redes sociales.
"La mayor parte de los niños quieren parecerse a los streamers, a los influencers, son la nueva mitología"
La mayor parte de los niños quieren parecerse a los streamers, a los influencers, son la nueva mitología. La nueva mitología va desde Ibai a María Pombo, y dentro de eso hay un abanico muy amplio de vidas imaginadas que, luego los que estamos en el asunto del espejo público, sabemos que una foto que parece natural cuesta 26 disparos. Pero claro, esa naturalidad con la que están tan guapos o tan divertidos, siempre seduce, Igual que yo quería ser Brad Bitt o una generación ha querido ser Paul Newman, pues ahora la gente quiere ser Ibai o Piqué.
P.- Llegas a Zamora con la despedida de tu trilogía ‘Aiguantulivinamérica’, ¿va a ser esta a retirada definitiva del espectáculo?
R.- De momento no habrá cuarta, porque estoy muy cansado. Esto ha sido un récord que he querido batir por mí mismo. Pero hacer tres espectáculos diferentes en tres días seguidos te fríe la cabeza y ya también acabas un poco cansado del material. Yo me aburro con facilidad y, además, para mí es como para un futbolista echar un partido, me supone un desgaste físico, porque quiero que cada función sea dar el máximo. Si tuviese que añadir otro guion más...
No te digo que en el futuro no vuelva sobre el tema porque, al final, el que decide es el público. Y si el público lo quiere, es lo que hay y es lo que más me ha pasado. La gente no paraba de decir cuándo iba a hacer más cosas de americanos. Y tocó hacerlo. Y al final es el que manda. Esto es una dictadura del público, porque pagan la entrada y son ellos los que deciden lo que quiere ver de ti. Y si tú propones, pero ellos te imponen. Son mis dioses, yo soy una marioneta en manos de lo que quiere el público.
P.- Estudiaste derecho, luego teatro, interpretaste además grandes clásicos teatrales y finalmente acabaste en la comedia. ¿El payaso que llevabas dentro ganó la partida?
R.- Pues seguramente sí. Es verdad que yo no quería ser esto, nunca lo planeé. Me ha ido empujando. La marea de la vida me ha ido empujando a la playa de la comedia. Y estoy muy bien y lo que pasa es que me doy cuenta, por ejemplo, en estos tiempos, en los que sale alguien de una actuación mía y me dice que dice "estoy con una depresión de caballo y han sido las primeras dos horas en las que me olvido de mis problemas en mucho tiempo". Y esto te impone una responsabilidad. Yo no tengo alma de comediante, la mayor parte de los comediantes que conozco bromean con todo, incluso con esto. A mí me impone, yo soy un comediante muy serio, ese es el problema que tengo. Entonces, no sé si soy un payaso, y en el caso de ser el payaso, soy el payaso responsable. Los payasos normalmente les da igual, tienen un pensamiento lateral y hacen payasadas. Yo tengo el problema de que me cuesta mucho no tomarme muy en serio lo que hago. Y seguramente me habría ido mejor en muchos aspectos, porque me he llevado muchos disgustos y he tenido muchos sacrificios. Pero es verdad que he visto actos más descerebrados y los he envidiado. He envidiado la capacidad de ser más descerebrado de muchos compañeros que yo no puedo tener.
P.- Esto que cuentas le pasa muchos compañeros vuestros. Humoristas y creadores de contenido en Internet que se les acercan seguidores y les explican que gracias a sus actuaciones o vídeos se olvidan de sus depresiones, ansiedades, al menos, por un rato.
R.- En general, cualquier cosa que te consiga sacar de la situación en la que estamos. Vivimos en una histeria colectiva que deberíamos empezar a asumir ya, en la que nos hemos metido nosotros solos. Y no tiene una salida fácil, pero estamos en una sociedad crispada, que corremos todos como pollos sin cabeza, sin saber hacia dónde. Porque por un lado parece que nos gritan que "no hay futuro", por otro nos dicen que "no hay reconciliación", que tenemos al enemigo al lado, que todo el que no piensa como tú es un descerebrado o es un opresor. Es una sensación todo el rato de meter a la gente en un pesimismo terrible. Y es verdad que estamos todos, en mayor o menor medida, metidos en este charco de pesimismo, pero queriendo salir. Entonces, lo que tiene la comedia es que tiene una actitud optimista y te saca un ratito de este pesimismo. Porque reírte de la situación es relativizarla.
"A los mandamases, las dictaduras y los grandes poderes no les gusta el humor, porque relativiza sus grandes eslóganes"
Por eso a los mandamases, a las dictaduras y a los grandes poderes no les gusta el humor, porque relativiza sus grandes eslóganes, las grandes ideas, lo pone todo en solfa. Entonces, creo que ahora más que nunca es cuando tenemos que empezar a dejar de decir, "entiendo que tienes un problema, pero que tampoco es para tanto, ¿no?". Que a lo mejor deberíamos hacer una lista de problemas e irlo solucionando y no intentar solucionarlos todos a la vez.
A mí me asusta ver la cantidad de gente que conozco, que está en tratamiento porque tiene problemas de salud mental, muchísima gente. Y es un problema serio. Nos preocupábamos de la gente hospitalizada con el COVID y deberíamos, como sociedad, preocuparnos de la factura que nos va a pasar mentalmente y la factura que nos va a pasar esto como grupo. Y, al margen de mis conocidos, la cantidad de gente que viene y te dice que está sumida en un proceso depresivo y que necesitaba reírse es cada vez mayor. Y esto debería hacer que reflexionásemos de verdad.
P.- Es cierto que los suicidios están viviendo un aumento preocupante socialmente.
R.- Es que yo creo que al final una sociedad es un estado de ánimo. Y si el estado de ánimo general que se transmite es mal rollo, pues hay mal rollo. Y este es el problema. Precisamente volviendo al tema de antes, una de las cosas que siempre me ha hecho gracia a los americanos es que siempre hay un bromista. En los momentos más graves, en la guerra, los rodeados de asesinatos, siempre hay alguien que hace una broma. Y hay veces que hace falta esa broma, porque sin esa broma, pues no se tira adelante, no se baja la tensión. Así que insisto, yo creo que una de las primeras víctimas de esta situación de crispación ha sido el humor. Antes había un montón de programas de humor en televisión, ahora no. ¿Por qué? Porque nadie quiere poner el cascabel al gato. Nadie quiere poner un programa de humor y que le lluevan hostias porque tal o cual chiste, ningún productor apuesta por el humor ahora por estas cosas.
P.- Has dicho alguna vez que los españoles somos muy alegres, muy del humor, que había mucha cantera de humoristas en nuestro país. Pero parece que eso, que el pesimismo o esa dictadura a lo políticamente correcto nos está marchitando a nosotros mismos.
R.- Es que nosotros mismos ya no existimos. El problema es que ahora nos han puesto en compartimentos. Ahora hay dos tipos de personas, los que no queremos estar compartimentados y los que sí. Es así sencillo y hay gente que tiene más en común con un surfero de California que con su vecino. Esto es lo que ha traído la globalización y las redes sociales. Estas han conseguido que la mayor parte de la gente con intereses comunes forme un colectivo por encima del colectivo en el que vive. Y eso tiene sus ventajas y sus inconveniente, porque llega un momento en el que nadie lee cosas que no le interesan. Tú tienes un cacharrito que te selecciona lo que te va a interesar. Tienes un algoritmo que te dice "esto es lo que te va a interesar". Entonces estás en tu compartimento, lees las noticias que te interesan, ves los vídeos, y te encierras en eso. No empatizas, y así tenemos un problema.
Ahora mismo a darte una vuelta por el campo le se está llamando "baños de naturaleza" y cosas así. Yo me reía mucho en un espectáculo del concepto "paleotraining", que era trabajar en el campo. Cortar leña, rastrojar, coger herramientas para hacer un trabajo rural y agrícola. Claro que así se queman calorías, por eso estaban tan delgados nuestros antepasados. Y el otro día vi un reportaje de unos jubilados en Valladolid, que estaban con unas huertas y había de todo, ingenieros, profesores, y todos muy felices con su huerta, y yo pensaba "la de vueltas que hemos dado para volver a la huerta".
Estoy preparando un espectáculo nuevo que se llama 'Misery Class', una especie de sensación de que teníamos que hacer una especie de viaje trepidante por nuestras vidas"
Pues esta es la trampa. Estoy preparando ahora un espectáculo nuevo, y habla de esto, que se llama 'Misery Class', y va de que nos han metido una especie de sensación de que teníamos que hacer una especie de viaje trepidante por nuestras vidas, pero el problema es que viajamos en 'Misery Class'. Y no solo físicamente, no es un problema de que no haya la comida, o el dinero, que también. Es una cuestión de que nos han privado de valores, nos han privado de nuestros antepasados, que creían en la honradez, en la honestidad, en el esfuerzo, en cosas que ahora ya no se nos permite creer porque vemos que no funcionan. Y es muy difícil vivir sin valores.
P.- Volviendo un poco al tema del humor, hace unos días se celebraron los Goyas, nuestros Oscars. En años anteriores parecía que se quería llegar a ese nivel de entretenimiento, humor y espectáculo que tan bien hacen los americanos en esta gala del cine. Habían confiado su presentación a grandes humoristas de este país (Andreu Buenafuente, Silvia Abril, Dani Rovira o los Chanantes), pero este año no. ¿Nos hemos dado por vencidos en querer ofrecer algo similar a EE. UU.?
R.- No, yo no creo que en Estados Unidos tampoco monten ya ese espectáculo. Te recuerdo que en Estados Unidos el año pasado un actor le ha dado una bofetada al presentador de la gala. Ósea, que se la está cogiendo todo el mundo con papel de fumar en todas partes. Eso no es patrimonio de España. Para empezar, yo creo que en los Goya hay que diferenciar la entrega de premios, muy merecidos, y el espectáculo que se ha retransmitido a la gente. La gente se aburre con todas las entregas de premios porque son todas un coñazo. Y te lo digo después de presentar muchas y presentar muchos eventos de empresas, son todas un tostón, porque no están diseñadas para ser un show de entretenimiento. Las galas son un tostón. Todo el mundo no puede ser emocionante, todos los discursos no pueden ser bonitos, hay gente que se pone pesada, hay premios que no nos interesan nada a los que no estamos en ese aspecto. Si tú no eres sonidista, pues no te importan tanto los premios de sonido. Es que lamentablemente es así.
"Los presentadores están disculpándose con los asistentes por lo que ha dicho o explicándole el chiste. Es que, oiga, que es una puta broma"
Entonces, es decir, una cosa es la gala, y otra cosa es el espectáculo. Y se llamaba humorista para hacer más llevadero el tedio que es una gala, para convertirlo en un show. El problema es que no se puede hacer humor en ese contexto, porque es un contexto tan generalista que alguien va a salir mosqueado. Porque es que es inevitable. Entonces, ante la duda, han dejado de hacerlo en todas partes, o van a dejar de hacerlo en todas partes. Si tú ves la gala de los Oscars o Los Globos de Oro, los presentadores están disculpándose con los asistentes por lo que ha dicho o explicándole el chiste. Es que, oiga, que es una puta broma. Que ya está, que somos humanos. Que es una puñetera broma. Y ya está. Que a lo mejor puede ser una broma maltraída o mal presentada o con errores, pero es tan humana como la intención. Si la intención es hacer reír, no sé dónde está el problema. ¿Sabes que al final los poderosos antes tenían un bufón porque era el único que les decía la verdad? El único.
P.- Me decías que, en general, todas las entregas de premios son un coñazo y aburren al espectador, pero ahí está el caso reciente de los Premios Esland, que tuvo picos de audiencia de 1,8 millones de persona y una media de 1,4 millones, siendo la tercera emisión más vista en la historia de Twitch. ¿Cómo lo han hecho ellos entonces?
Seguramente porque están en otro código y entienden que, ahora mismo, los códigos de hacer un vídeo para redes no son los códigos de hacer unos totales para televisión. Es que de la misma forma que leer una novela resulta muchas veces tedioso para nuevas generaciones, porque no tienen la capacidad y concentración de aguantar leyendo una página solo con texto. Yo no me escandalizo con esto, ni lo crítico, al contrario, creo que el mundo cambia y que hay que entender los nuevos códigos. Y que para que no se produzca una falla entre el pasado y el futuro, en el presente hay que tender puentes. Y eso implica puentes ideológicos y técnicos. Es decir, tenemos que entendernos y yo me hago mayor y no quiero perder la capacidad de comunicarme con la gente nueva. No me regodeo en el hecho de que el pasado era mejor. No, el pasado tú tenías más fuerza y estabas más joven y seguramente saltabas más y ya está. Pero el que ha cambiado eres tú, no el mundo. El mundo sigue teniendo la misma ley que es la ley de Darwin de que sobrevive el que se adapta más rápido. Y punto.
"Lo más excitante para los seres humanos es que te toquen el cerebro y estimulen las ideas"
P.- Pero la gala de los Premios Esland empezó a las 19 horas y acabó casi a la una de la madrugada. Precisamemente corta no fue.
R.- Va a resultar inmodesto esto que voy a decirte, pero me voy a poner de ejemplo. Yo en un espectáculo hablo sobre la figura retórica de la aliteración y recito un verso de san Juan de la Cruz. Y muchas veces en las butacas tengo críos de 15 o 16 años, les miro a los ojos y me doy cuenta de que puedes hablarles de esto, mientras lo hagas de una forma que les acaricie la cabecita. Así no se aburren, porque les acaricias la inteligencia. Y de verdad que, al final sabes, que lo más excitante para todos los seres humanos es que te toquen el cerebro. Porque todos tenemos una necesidad de que nos estimulen las ideas.
Hay una cosa que funciona en mi oficio desde que lo entendí y es que el espectador diga "qué cabrón". Y si el cerebro del espectador dice es cabrón y dice "joder como me lo ha metido, que canalla como me ha liado y me ha envuelto para hacer esto", mientras esa especie de sensación se produzca, da igual que dure el espectáculo cinco horas, mientras tengas esa emoción. El problema te lo vuelvo a repetir de las galas es que la emoción tiene que estar controlada. Es decir, el problema es que cuando sube alguien que en su faceta laboral no es dar espectáculo, esa pobre persona, le han dado un premio, se lo merece y necesita hablar y dar las gracias. Pero, sinceramente, no todo el mundo sabe dar gracias con un sentido épico. Yo hago la broma de que todos los americanos dan discursos espectaculares claro, todos los americanos son Martin Luther King, son John Philip Kennedy, o son el presidente de Independence Day y cuando tienen que dar un discurso, lo hacen y todos, "venga vamos a luchar contra los alienígenas". Pero eso es un mundo idealizado y es verdad que, por ejemplo, en Estados Unidos hay un concepto del 'Showtime' que aquí no tenemos. Eso es complicado en una gala de premios pedirle a alguien que no es su trabajo, que sea entretenido.
P.- Volviendo un poco al teatro hace ya bastantes años cuando los humoristas empezaron a actuar en estos espacios, los actores de teatro pusieron un poco el grito en el cielo y desde hace algún tiempo son precisamente los streamers, tiktokers, youtubers los que se suben a las tablas trasladando este contenido que hacen por Internet al teatro, ¿tú cómo ves todo esto?
R.-Yo era teatrero ya, yo pertenecía a esa casta. Vengo de una formación muy ortodoxa del teatro clásico, y a mí me parecía ridículo cuando lo decían. Decía Lope de Vegas que el teatro son dos personas, una pasión y una manta. Yo entiendo que son dos personas, al menos, una en el patio de butacas, porque sin no el público no se actúa. Una de las cosas que tuvo el humor, precisamente, es que en su momento llevó mucha gente a los teatros, que no iba normalmente. Llevamos mucha gente joven. Yo iré a Zamora y las entradas están prácticamente vendidas todas, y casi todas son de gente que a otros espectáculos no les interesa ir. Pero creo que, muchas veces, ir al teatro y encontrarse un cartel y ver que se hacen otro tipo de espectáculos, a lo mejor puede ser un acicate para que vayan. Porque de entrada no les podría interesar. Y pienso lo mismo de cualquier streamer, podcaster o cualquier creador de contenido. Mientras que se suban a las tablas para aportar a mí nunca me va a importar.
A mí me decían es que "vosotros hacéis cosas para gustar a la gente", y lo más gracioso de eso es que ya se lo decían a Shakespeare, a Molière o a Lope de Vegas. La otra vocación que es imponerle a la gente lo que tú crees que es cultura, y esto es un disparate, que por suerte creo que ya estamos superando, aunque todavía queda entender que cultura es todo, y que todo fenómeno de expresión humana que suscita el interés y ayuda al desarrollo de la comunicación de ideas es cultura.
P.- El público de Zamora no es nuevo para ti, ¿qué recuerdo tienes de los zamoranos?
R.- La primera vez que fui me decían "es que el público de Zamora es muy frío", y salí casi en hombros. Y dije "pues menos mal que eran fríos, si llegan a ser calientes me comen con patatas". Tengo un recuerdo de una acogida excelente. Y también recuerdo mucho que le llamáis "cacharros" a los cubatas. Fíjate lo que recuerda mi cerebro enfermo. "Vamos a tomar unos cacharros, te lo dicen mucho".
Al final, cuando se generaliza, nada es cierto. Me he pegado un par de temporadas haciendo un programa que se llama 'Un país para reírlo', recorriendo todo el país viendo de lo que se ríen en cada sitio y el carácter de cada cosa y he tratado con gente fría en Andalucía, gente muy fría y gente muy caliente y muy exhibicionista en Asturias y en el País Vasco. Me imagino que antiguamente fuera así, pero ahora que todos estamos globalizados, que todos vemos los mismos videos y estamos hiperconectados, los localismos hace ya tiempo que no definen nuestra forma de ser, puede que nuestro acento pero no nuestra forma de ser.
P.- ¿Y de la propia ciudad?
R.- Pues mira, te va a sonar muy rancio, pero lo que más me gusta es la arquitectura medieval, de Zamora lo que más me seduce es la piedra milenaria, de una villa que, además, fue trascendental en el desarrollo del reino de Castilla, que formó parte como señorío precisamente del moderno estado de Castilla, que son cosas que a mí me gustan mucho.
P.- ¿Y has tenido oportunidad de visitar algún pueblo de la provincia?
R.- Lamentablemente no. Este es el problema en nuestro trabajo. Yo siempre he querido, pero es que yo voy a Zamora hago mi función, me tengo que ir a dormir porque al día siguiente tengo otra función en otro sitio siempre y necesito dormir 8 horas, porque fuerzo mucho la voz, hago muchos efectos, ruidos y vocecitas. Y esta es la historia de mi vida. Hace años aún me permitía el lujo de salir a tomar unos cacharros un ratito y volverme al hotel, pero ya no puedo ni eso porque te haces mayor y te tienes que cuidar un poquito más. Encima al hacer tres espectáculos, radio televisión y teatro, llega un momento en el que hay semanas que no tengo ningún día libre. Me gusta mucho mi trabajo y me lo paso muy bien, pero también vas siempre un poquito extenuado.