Érase una vez un pueblo de poco más de 2.000 habitantes, donde la mayoría de las familias vivían de trabajar duro en sus fantásticas bodegas y viñedos de la Ribera de Duero. Allá por 2010, en plena crisis económica, fueron muchos los jóvenes que apostaron por comprarse una vivienda para poder seguir haciendo vida en su localidad natal y no tener que abandonarlo. Sin embargo, la angustia económica comenzaba a poner la soga al cuello ante la falta de trabajo.
Un 22 de diciembre la suerte de este pueblo cambió. Como si de una lámpara maravillosa se tratara, la cafetería African, un establecimiento a 10 metros de la única administración de lotería, frotó con ilusión el décimo “con un número bajito y feo” y repartió 63 millones de euros entre todo el pueblo y parte de la comarca con el segundo premio del Gordo de Navidad. Pues sí, seguramente no lo recuerde, pero este es el municipio burgalés de Roa de Duero, enclavado en el corazón de la Ribera de Duero y a poco más de 20 kilómetros de Aranda. Dicen que las estadísticas son odiosas, y en este caso más. Ya que en 2010, Roa tenía 2.458 empadronados, si lo dividimos entre esos 63 millones de euros, salen a 25.600 euros por cabeza. Pero es cierto que algunos se llevaron mucho más, y otros, desgraciadamente, tuvieron ese día más salud que nunca.
La vida cambió para la mayoría de sus vecinos en aquella mañana fría prenavideña. Once años después, EL ESPAÑOL Noticias Castilla y León recuerda este día con Aarón Aladro, curiosamente uno de los agraciados con el famoso 0.0147, y que hoy, junto a su hermano Borja, regentan la administración que espera volver a repetir el éxito de hace más de una década. Aarón evoca ese día como uno de los “más bonitos de su vida”. Se acababa de quedar en el paro, pero lo que no podía era quedarse sin lotería de aquel bar, pues solía hacer de ‘extra’ en los días de más carga de trabajo. Él, como muchos de su generación, estaban ya hipotecados y vieron en aquel décimo la solución a sus problemas. La mayoría llevaba uno, con lo que recibieron 100.000 euros, pero es cierto que muchos llevaban alguno más.
Un dinero bien invertido
“Lo estaba viendo desde la cama, pegué un brinco y me fui a celebrarlo”, recuerda. En ese momento muchos de los agraciados se congregaron en la puerta del establecimiento para celebrar el premio y, en esta ocasión los brindis no se realizaron con el tradicional vino espumoso sino que descorcharon varias botellas de caldos de la Ribera del Duero, ya que Roa es la sede del Consejo Regulador. No podía ser de otra manera.
Aladro afirma que aquel 147 estuvo “muy repartido” porque se vendió en un bar que era “de todos”. Por la mañana para “personas mayores que se tomaban el vino y por la noche para los jóvenes que iba a tomarse la copa”. El premio lo notó todo el pueblo y la comarca. “Aquí el dinero vino muy bien porque ayudó a pagar muchas hipotecas, algún coche de gama alta también se vio. Aunque es cierto que el dinero no se malgastó en dos días”, afirma el hoy dueño de la administración lotera. Por cierto, si alguien está interesado en ese número, que se olvide, ya no está asignado a la administración ribereña.
‘Los Milagros de la Diablilla’
Ahora, desde ‘Los Milagros de la Diablilla’ espera repartir toda la suerte del mundo al pueblo en otro año marcado por la crisis, en esta ocasión, por culpa de la pandemia. Un nombre que es un homenaje a sus dos abuelas ya fallecidas, Milagros por el nombre de una, y Diablilla por el mote familiar de la otra, “ya que les gustaba mucho el tema de la lotería de Navidad, y no nos han podido ver en esta faceta”. El raudense adelanta que la venta “ha sido buena” comparada al año pasado, aunque es cierto que no se llega a niveles todavía de la prepandemia.
Ese premio fue dotado con 1.000.000 euros a cada serie, es decir 100.000 por décimo, y salió en el séptimo alambre de la cuarta tabla. El número fue cantado a las 10.53 horas. La hora mágica en los que muchos de los relojes de los vecinos de Roa se quedaron anclados.