La despoblación lleva azotando a Castilla y León desde la década de los 60. El silencio, la soledad y las calles vacías se han convertido en las protagonistas de muchos pueblos de la Comunidad, pero siempre queda un halo de esperanza y es el de aquellos que no bajan los brazos y con esfuerzo y trabajo consiguen erigirse como capitanes en la lucha contra este problema. Es el caso del municipio burgalés de Belorado, que a través del proyecto Arraigo ha triunfado y abandera en Europa esta contienda.
Su alcalde, Álvaro Eguíluz Urizarna, atiende a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León para explicar como han conseguido revertir la situación y demostrar así que la despoblación sí tiene solución. Pero primero hay que explicar qué es el proyecto Arraigo y desde cuándo se está llevando a cabo en Belorado.
¿Qué es Arraigo?
Este proyecto nació a mediados de 2020 y se enmarca dentro de una licitación de proyectos poblacionales. El objetivo del Ayuntamiento no es otro que poner en contacto a los nuevos pobladores con los gestores de Arraigo. Está dirigido a los ciudadanos que vivan en núcleos urbanos o localidades de tamaño medio que quieran "cambiar de vida y mudarse al entorno rural".
Una vez presentados, la empresa encargada de gestionar el proyecto hace un análisis del pueblo en lo que a vivienda se refiere y a las posibilidades de empleo. "No todo el mundo puede vivir en la ciudad o en el mundo rural y por eso lo que hacen es un filtro a través de una entrevista personal para saber cuál son sus inquietudes, de que manera se pueden ganar la vida en el mundo rural, si realmente mantienen esa aspiración de vivir en el entorno o si es otro el designio. El objetivo es que los casos de éxito sean los mayores posibles", relata Álvaro Eguíluz.
En ese proceso de filtrado se busca la mejor opción para los nuevos pobladores. Un negocio en el que su regente se jubila y necesite un relevo, un perfil profesional que no esté en el pueblo o un negocio emprendedor que cuadre en las necesidades del municipio, estos son algunos de los factores que pueden servir para encajar la pieza en el puzzle y que Belorado o los pueblos acogidos al proyecto cuenten con sus nuevos vecinos.
Balance poblacional en Belorado
Desde que Belorado diese el pistoletazo de salida el 1 de julio de 2020 al proyecto Arraigo han sido 14 familias, formadas por 43 personas, las que han cambiado el bullicio de la ciudad por la tranquilidad y el aire fresco del pueblo. De ese total, tres de ellas, formadas por 10 miembros (5 adultos y 5 niños), tuvieron que abandonar el municipio por diferentes motivos. El balance total a falta de los datos de abril es de 11 familias que acumulan 33 personas (19 adultos y 14 niños) que ahora viven en Belorado.
Pero ¿cuál es el papel del Ayuntamiento en este escenario? El consistorio juega la figura de "intermediario". "De cara a estos nuevos pobladores hay muchas variables que quedan en el aire. Primero el municipio tiene que estar convencido de esta posibilidad y de comprender que la despoblación es un problema que nos afecta y que necesitamos revertir, así que el Ayuntamiento, aparte de sufragar el coste de la empresa que gestiona el proyecto, hace de mero intermediario entre ellos y los 'urbanitas'. En ningún momento se les da ningún tipo de ayuda directa a los nuevos pobladores. Se dispone de una bolsa de viviendas y de un grupo de acogida para integrarles y que la búsqueda del espacio habitacional sea la mejor y la más rápida posible", asegura el regidor a este periódico.
Murcia, Mallorca, Madrid, Asturias o Valencia. Estos son algunos de los orígenes de los 'urbanitas' que han decidido cambiar la vida de ciudad por Belorado. "Hay desde gente que tiene una prestación por jubilación o incapacidad y que lo único que quiere es una vida más tranquila hasta personas que se ha quedado sin trabajo y pueden ocupar un puesto vacante en el municipio o gente que viene a ocupar empleos más cualificados que no se encuentre el perfil en la zona", añade Álvaro.
Relacionado con esto, Eguíluz asegura que en ningún momento el proyecto Arraigo viene a sustituir o quitar empleos a la gente del municipio, sino que se trata de intentar buscar perfiles que se adapten de la mejor manera posible a puestos de trabajo que no se han venido cubriendo en el tiempo porque no hay ese perfil profesional en Belorado". "Por ejemplo, se han abierto un bar nuevo y otro que llevaba cerrado tres años", asevera el alcalde del pueblo.
Clave del "grupo de acogida"
Un papel determinante lo juegan los autóctonos. Se ha creado un "grupo de acogida" formado por voluntarios del municipio y que se encarga de la labor de integración de estas personas para "ver qué necesitan, tomarse un café o para que estos primeros momentos de estar en Belorado no se sientan solos y tengan a alguien a quien llamar". En lo que respecta a los más reticentes, que ven como una amenaza a estos nuevos vecinos, Álvaro cree que es por "falsas apreciaciones" como la de que "van a vivir de las ayudas del Ayuntamiento", algo que es rotundamente erróneo según el regidor.
Un cúmulo de buenas prácticas que han llevado a Belorado a convertirse en ejemplo para Europa. El pasado mes de febrero recibieron el Premio de Innovación Política Europea de Calidad de Vida. "Es positivo el hecho de que se nos premie con un galardón a nivel europeo por esta labor que estamos haciendo porque te da un espaldarazo para continuar y saber que no estás haciendo mal las cosas", reafirma Eguíluz.
Apuesta a largo plazo
El alcalde del municipio burgalés insiste en la idea de que el consistorio no solo trabaja en la lucha contra la despoblación con el proyecto Arraigo, y es que en Belorado están totalmente volcados con este problema, y además están con las miras puestas a largo plazo para que los jóvenes se quieran "quedar" en la localidad. Esto lo hacen explicando a los más inexpertos las "oportunidades laborales" que hay en el entorno de la comarca e intentan "incentivar la actividad económica e industrial" para que tengan más salidas.
Igualmente, Álvaro Eguíluz asevera que quieren "sembrar la semilla en la cabeza de los más jóvenes" que les haga ver que la "cultura de que hay que aspirar a ir a una capital de provincia para desarrollarse personal y profesionalmente no es del todo cierta". "Esta cultura de que lo que mola es la ciudad y que tienes que desechar el pueblo es otra de las luchas que tenemos ahí en mente", aclara.
En definitiva, una evidencia que reafirma la idea de que no todo está perdido en la España vaciada, pero siempre con los pies en el suelo y conscientes de que queda mucho camino por recorrer. "La despoblación tiene muchas patas y muchas aristas. No es lo mismo hablar de ello en una zona como la nuestra que puede ser más dinámica por la cercanía al País Vasco o La Rioja que en otras zonas, sin menospreciarlas, como la de Soria o Zamora, que están más deprimidas económicamente. El hecho de que la despoblación no se pueda revertir yo no la comparto ni considero que sea cierto a nivel general, pero si es verdad que otros pueblos no van a poder ser lo que eran porque han perdido tanta población que es muy complicado y que para cambiar esto no solo tenemos hablar en términos económicos y de mayor dotación de oportunidades, también hay que hablar de un cambio cultural y social para que los pueblos tengan el marketing necesario y que los jóvenes puedan apostar por ello", sentencia.