“El Camino tiene albergues maravillosos y cada uno es muy diferente”, señala el empresario José Galíndez: “Pero yo siempre buscaba, un día a la semana, un hotel o un espacio en el que tener mi habitación, unas sábanas estupendas y tu propio espacio. La verdad es que, aunque cada vez hay más hoteles con encanto, en la España rural no es tan fácil si no hay Parador”. El fundador de Solarpack y presidente del Círculo de Empresarios Vascos comprendió, tras hacer el Camino de Santiago, que la ruta necesitaba una parada que respondiera al peregrino que, como él, precisaba de un establecimiento de este tipo.
Y Castrojeriz, en Burgos, fue el emplazamiento elegido para crear Quinta San Francisco, en una casona levantada en un antiguo convento franciscano. Pero había una razón familiar: la vivienda era propiedad de unos sobrinos que, tras varios años, aceptaron la venta del inmueble y su remodelación.
A pesar de ser un establecimiento de lujo, Galíndez no abandona el concepto de hospitalidad, ese del que tanto él ha disfrutado cuando ha hecho el Camino. Frente a los puristas, cree que “no hay que ser talibán”: “Haz tu experiencia, disfrútalo, descubre esas cosas a tu manera, con tus posibilidades, a tu edad y capacidades físicas; pero el Camino está ahí para todos”. Y apostó por acudir a un alojamiento de este tipo que “merece la pena, en un momento en la vida, un placer, una experiencia que también quieres vivir”.
Realizó el Camino en varias etapas entre 2008 y 2013, una semana cada año, tal y como su agenda empresarial le permitía y siempre en la mente con el lema franciscano ‘Paz y bien’. Empezó junto a su hermano con una etapa entre Roncesvalles y Pamplona, de 38 kilómetros, “todo seguido”: “No lo recomiendo”. Con el tiempo, aconseja no caminar más de 25 kilómetros diarios, y “si te haces más mayor, 20 o 15”. En todo caso, señala que su establecimiento se encuentra en un punto central del Camino en el que “mucha gente se plantea hacer el Camino durante una semana, pero siempre alojados en Quinta San Francisco”. Puede venir a alojarse a este hotel una semana; empezar en San Juan de Ortega y acabar en Carrión de los Condes en varias etapas. Y nosotros te vamos llevando y trayendo desde aquí”, subraya.
Su día a día
Además de ser un hotel “de etapa, lo puede ser de semana, para gente que quiera estar bien alojado y vivir el espíritu del Camino”, si bien admite que “pierde la noche comunitaria, pero tiene otras ventajas”.
Madrugador incansable, tanto en su vida laboral como en su disfrute de la ruta jacobea, Galíndez relata que “uno de los aspectos” que más disfrutaba era ver amanecer en el Camino”.
Anecdótica y curiosa fue la forma en la que se enganchó a la ruta milenaria. Trabajó 16 años en Suiza en una ingeniería, donde conoció a su amigo Jean Claude Godell. Un día de 2008 éste le llamó desde un pueblo cerca de Logroño y le dijo que estaba haciendo el Camino de Santiago. “Rápidamente me fui a por él y me lo traje a mi casa a Bilbao. Y me fui con él e hicimos juntos la etapa Navarrete-Nájera. Esa fue mi primera inmersión en el Camino de Santiago. Ese mismo año, en agosto, hice Roncesvalles y Viana”, narra, en el interior de la coqueta bodega de Quinta San Francisco, donde a los alojados se les presta el servicio de desayuno y cena.