El cura de la motosierra, un artista del Renacimiento en los tejados de las iglesias de Burgos
Fermín González ha construido con sus propias manos estructuras de madera que han servido para salvar 600 iglesias de diferentes pueblos de la provincia durante más de 40 años
21 noviembre, 2022 10:37Su apodo, el cura de la motosierra, suena a película gore de bajo presupuesto, sin embargo, detrás de todo esto se encuentra un Eduardo Manostijeras de la madera, un demiurgo de la arquitectura, detrás de todo esto se encuentra Fermín González, que a sus 68 años, y tras 40 años de cura rural en Burgos, ha visto cumplido uno de sus sueños.
Cuando llegó por primera vez a la parroquia de Cebrecos (partido judicial de Lerma, comarca de Arlanza) se encontró una imagen que se da en muchas iglesias de Castilla y León: un templo en estado de descomposición. En su caso con el tejado de la torre de la iglesia en un estado calamitoso. Y como también suele ocurrir, sin presupuesto para llevar a cabo un arreglo. Así que tuvo que realizar el mismo la reconstrucción. Algo que arrancó por necesidad desde el servicio diocesano de obras ha acabado siendo todo un arte.
Con esta construcción arrancaba la primera de las más de 1.700 estructuras de tejado de madera que ha construido desde entonces gracias a las cuales ha retechado y que han servido para salvar 600 iglesias de diferentes pueblos. "Empecé a lo bobo y han sido 22 años haciendo tejados, tomando medidas, levantando los planos de la iglesia, calculando las estructuras, dibujándolas, calculando la madera que iba a llevar y luego cortar y montar la estructura", añade. De ahí que todo el mundo le conozca por su apodo.
El sacerdote burgalés reconoce, en una entrevista publicada en el canal de YouTube ‘Creo TV’ que, cuando comenzó su labor, no tenía nada de experiencia. Gracias a los voluntarios de Cebrecos se decidió a desmontar el tejado de la iglesia que estaba en ruina y levantarlo tomando de ejemplo la técnica mozárabe que se había seguido en los siglos XII y XIII para su construcción. Tanto gustó, que al aparejador del arzobispado de Burgos, decidió contar con él para las siguientes. Un héroe anónimo de esas historias que merece la pena ser contada.