La provincia de Burgos es tierra de origen y destino. Es cultura, naturaleza, gastronomía, pero también historia; destino para aquellos que la eligen para disfrutar de una escapada que logran transformar en una experiencia llena de sensaciones; y origen de la lengua castellana y del primer hombre europeo, punto de partida de relevantes hechos históricos y también cuna de leyendas que la convierten en una provincia llena de intriga, misterio y secretos que, en algunos casos, dan hasta algo de miedo.
Ejemplo de ello es Ochate, un pueblo abandonado, situado a apenas 30 kilómetros de Miranda de Ebro y habitado por una naturaleza salvaje, al que desde hace años acompañan terroríficas leyendas que le han hecho ser conocido como el 'pueblo maldito' de Burgos, el cual pasó de la riqueza al olvido y la maldición.
Relatos espeluznantes, atrapados entre la realidad y la ficción, que hablan de fenómenos paranormales, bolas de fuego cruzando el cielo estrellado, psicofonías y espíritus; que merece la pena descubrir antes de visitar el pueblo y que lo convierten en el mejor enclave para disfrutar de un Halloween inolvidable y escalofriante, al más puro estilo de los cuentos y películas de terror. Por lo que, si te gusta pasar miedo en la fecha más terrorífica del año, nada mejor que visitar este rincón del Condado de Treviño una vez conocida su historia.
Cuenta la leyenda que en el siglo XII este pequeño municipio era conocido como Diablos de Ochate. Los motivos nunca han llegado a trascender, pero lo cierto es que se trataba de un pueblo muy próspero, situado estratégicamente en mitad de la antigua Ruta del Vino y del Pescado que unía la Rioja Alavesa con el Mar Cantábrico allá por el año 1522. Se dice, además, que por allí pasaban los arrieros vascos transportando pescado en salazón hacia el interior y regresando con las mulas cargadas de trigo, sal y vino.
En aquel entonces no era maldito, sino todo lo contrario, parada obligatoria de una de las grandes rutas comerciales del norte de la Península. Es más, gracias a sus negocios se levantó el casco urbano del pueblo, así como la iglesia de San Miguel en el siglo XVI.
Fueron años de máximo esplendor, pero la apertura del Camino Real Nuevo de Vitoria a Laguardia, a principios del siglo XIX, supuso a Ochate el principio del fin y el comienzo de todas las leyendas que circulan en torno a él.
Llegó un momento en el que los comerciantes dejaron de pasar por el pueblo con sus arrieros, mientras que sus habitantes se vieron obligados a abandonar sus casas, buscando oportunidades en otros lugares. La última persona en abandonar el pueblo lo hizo en 1936, año en el que comenzó la Guerra Civil que terminó de sentenciar cualquier posibilidad de regreso.
Pasados los años, la revista Mundo Desconocido publicó un artículo titulado 'Luces en la puerta secreta', que arrojó luz y misterio a la historia de Ochate. Según esta publicación, la población del municipio desapareció a causa de tres epidemias en el siglo XIX: la viruela en 1860, la tifus en 1864 y el cólera en 1870, tres enfermedades que dejaron sin respiro a los habitantes de Ochate, pero que ni se sintieron en las poblaciones cercanas. Una realidad un tanto extraña que ya empieza a sembrar el pánico.
El citado artículo recoge, además, el testimonio de Prudencio Muguruza, quien llegó a afirmar que sobre la ermita de Burgondo cayó un fogonazo de luz que él mismo percibió como una experiencia paranormal y que incluso despertó la curiosidad de ufólogos e investigadores, y también de la NASA, el organismo que calificó este halo de luz con un OVNI.
Entonces Ochate empezó a convertirse en escenario de numerosas sesiones de espiritismo, rituales de magia negra y ceremonias en las que se invocaba a los espíritus de vecinos del 'pueblo maldito', cuyas terribles historias ya habían saltado a la prensa, sobre todo, dos de ellas: la de Antonio Villegas, el párroco del pueblo desaparecido de camino a la ermita; y la de Jacinto Ramírez, un pastor que en 1936 se dice que asesinó a un vecino durante una disputa.
Cabe destacar que hoy lo único que queda de Ochate es la torre de la antigua iglesia de San Miguel, las piedras de dos casas aledañas que todavía resisten y los restos de la ermita de Burgondo. En definitiva, ruinas que hacen que el lugar sea el escenario ideal para vivir el Halloween más increíble y, con ello, preparar el mejor álbum de fotos, además del más escalofriante.
Cerca de allí, se halla también una necrópolis medieval que alimenta aún más si cabe el miedo y la atracción que despierta este lugar.
Los expertos recomiendan que nadie vaya solo, pues, aunque pueda parecer increíble, aseguran que en ella se escuchan ciertas voces y que todavía el viento lleva a la zona el olor del pescado que transportaban los carromatos por el viejo camino. Afirman también que, al abandonar el lugar, es importante guardar silencio y escuchar las voces que te avisan de cerrar la puerta secreta de Ochate.