Enric Auquer (Verges, Girona) es un actor catalán que nació el 28 de agosto de 1988. Consiguió el premio Goya al mejor actor revelación por su interpretación en la película: ‘Quien a hierro mata’, en el 2020, y también es conocido por haber participado en las series Vida Perfecta o Sky Rojo y cuenta, además, con varios Premios Feroz.

El catalán, ha devuelto a la vida, en el pasado año 2023 que acaba de finalizar, a Antoni Benaiges. Un maestro, también nacido en Cataluña, que fue fusilado en la Guerra Civil, después de intentar llevar a sus alumnos, allá por los años 30 del pasado siglo, a ver el mar por primera vez. Todo con una forma de dar clase totalmente increíble.

[El maestro fusilado en la Guerra Civil, que ha puesto a un pequeño pueblo burgalés en el mapa, busca triunfar en los Goya]

Una película, ‘El maestro que prometió el mar’, que cuenta la historia de este maestro en la pequeña localidad burgalesa de Bañuelos de Bureba, de ahora apenas 34 habitantes, que está causando sensación en los cines, y que está nominada a unos premios Goya que se van a celebrar el próximo 10 de febrero en Valladolid. El film ha conseguido cinco nominaciones y Enric aspira a llevarse la estatuilla como mejor actor protagonista.  Enric también está nominado a los Premios Gaudí de la Academia de Cine Catalán, a los Premios Feroz y también a las medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos.

El actor charla con EL ESPAÑOL de Castilla y León a menos de un mes de descubrir si se llevará o no el Goya tras una interpretación estelar en una película que cuenta con el visto bueno de la crítica.

P.- ¿Qué fue lo primero que hizo cuando Patricia Font le envió el guión de la película: ‘El Maestro que prometió el mar’?

R.- Hice un casting, junto a otros actores catalanes. Cuando me dieron el papel fue una alegría porque era muy bonito. Lo primero que pensé es que me tenía que poner a estudiar y a investigar toda la historia de Antoni Benaiges.

P.- ¿Cómo recuerda su estreno, en primicia, en la Semana Internacional del Cine de Valladolid (Seminci), allá por el 27 de octubre?

R.- Lo recuerdo de manera muy, muy, muy emocionante. Fue en el Teatro Calderón y fue muy bonito. Hubo una sensación generalizada de que la película había gustado mucho. Recuerdo al público en pie aplaudiendo durante, por lo menos, diez minutos. Yo me emocioné, me puse a llorar. También yo la vi ahí por primera vez con público. Fue una sensación maravillosa.  Esa misma mañana hubo otro pase al que yo no fui, pero justo pasábamos por la calle cuando la gente salía del teatro y también se pusieron a aplaudir. Lo vivido en Valladolid fue todo muy bonito y emocionante.

P.- Estos, apenas dos meses, desde que el 10 de noviembre se estrenó en los cines, ¿cómo han sido?

R.- Estos dos meses han sido un buen viaje. El hecho de que sea una película tan pequeña y ver que va aguantando en los cines semana tras semana, que durante semanas está en el top 10 de las películas más vistas, que está a punto de llegar a los 250.000 espectadores y que la gente que va a verla la recomienda es muy emocionante. Nos llega un buen feedback. De repente, llegan nominaciones para muchas personas del equipo y te das cuenta de que el cometido de la película ha funcionado y que hay algo especial en esta historia y en este personaje. Eso es muy bonito.

P.- ¿Cómo fue meterse en la piel del maestro Antoni Benaiges?

R.- Meterme en la piel de Antonio Benaiges ha sido un acto de amor y de responsabilidad. También de diversión, goce y de aprendizaje. Es un tipo que se fue de su casa en Montroig del Camp, en Tarragona, para llegar a Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo burgalés. Se fue cargado de idealismo y con ganas de enseñar a esos niños a comerse el mundo. Me lo he pasado muy bien haciendo este personaje.

Imagen de la película ‘El Maestro que prometió el Mar’. Fotografía de Sergi Bernal cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León Imagen: Sergi Bernal

P.- ¿Se preparó de alguna forma especial?

R.- Cuando entré en el equipo había gente muy documentada en la vida de Antoni Benaiges, empezando por el productor: Paco Escribano, que es el autor del libro en el que se basa la película. También estaba Sergi Bernal, que es el fotógrafo que sacó a la luz la historia de Antoni Benaiges. Me pusieron en contacto con gente, me dieron mucha documentación para leer. Me empapé de los textos que escribía Antoni y poco a poco me fui metiendo en la piel del personaje. Después tomé alguna decisión personal, como hacer más marcado el acento catalán del personaje.  Y así, poco a poco, lo he ido creando.

P.- ¿Cómo ve la forma que tenía el maestro de enseñar en la escuela?

R.- Antonio Benaiges era un profesor freinetista. Seguía una corriente de enseñanza que llegaba desde Francia impulsado por Freinet. Es un método pedagógico participativo que se basa en la experiencia y en el que cada niño descubre por sí mismo la mayor parte de lo aprendido. Era un método educativo muy avanzado para la época y creo que estaba muy bien, ya que se acompañaba a los niños sin paternalismo y sin doctrinas, dejando que su curiosidad se impusiese.

P.- ¿Hubiera usted, en caso de ser profesor, actuado igual en el aula?

R.- Los niños de hoy no son tan inocentes. Tienen tanta información que si les enseñas una imprenta les importa un pito. Ahora es más difícil conquistar y atraer a un niño hacia la exploración y el goce del descubrimiento. Pienso que falta dinero en la escuela pública. Que se reduzcan las ratios, mejorar los sueldos de los profesores, o las instalaciones. Por ejemplo, en la escuela de mi hija, la maestra es una apasionada y la directora intenta ser pionera y abrir el centro educativo a los padres con el fin de hacerlo más libre y que los pequeños no tengan tanta pauta. En Cataluña, que es lo que yo conozco, noto un cierto resurgimiento de estas ideas.

P.- El final es muy triste. Dejando a un lado el traje de actor y poniéndose el de espectador, ¿le toca el corazón?

R.- Sí, claro. Se trata de una historia muy triste ya que estamos explicando un asesinato. Es el asesinato político e ideológico de una persona y de todo un colectivo, el de los maestros republicanos que fueron muy represaliados por el régimen porque enseñaban a los niños a ser librepensadores y eso no interesaba. La historia ha llegado al público y emociona porque lo he visto en cines y me lo ha explicado mucha gente. Y esta era la voluntad del guion y de todos: que fueras del color que fueras, pudieras empatizar con este maestro y con la injusticia de una época donde pasaron estas locuras, donde el asesinato impune campaba así de fácil.

P.- ¿Y cómo actor? ¿Es difícil afrontar también ese trágico final y meterse en el papel de Antoni?

R.- Como actor es muy triste ya que acabas queriendo al personaje. Yo estaba concentrado en dignificar la vida de Antoni Benaiges y su memoria. En rescatarle del olvido.

P.- Historia muy triste de este país la Guerra Civil, ¿no cree?

R.- Una Guerra Civil es lo más triste que le puede pasar a un pueblo. Un alzamiento militar, cuando había una Democracia, es una tragedia. La Guerra Civil fue algo muy salvaje. Vecinos y familias matándose, unas a otras, es una tristeza y es una lacra que sigue existiendo aún en este país.

P.- La Asociación Antoni Benaiges apuntaba que poca parte de la película se rueda en Bañuelos de Bureba. ¿es así?

R.- Rodamos muy poco en La Bureba por temas de presupuesto. Si hubiéramos tenido que rodar todo en Burgos la película, seguramente, no habría podido ver la luz. La muerte de Antoni Benaiges está rodada muy cerca de Bañuelos de Bureba. También se filmó a la entrada del pueblo, en la plaza de Briviesca, donde está el quiosco, y en el archivo de Burgos. Se rodó poco allí, pero es muy reconocible.

P.- ¿Ha visitado el pueblo burgalés? ¿Y la escuela protagonista?

R.- Sí. Estuve en la escuela y con la gente de la Asociación Escuela Benaiges que está haciendo el trabajo de restauración de la escuela y de la memoria histórica. Fue muy bonito. Me encantó estar y poder tocar románticamente el suelo que pisabas y ver dónde dormía Antoni. Ver el paisaje, notar el viento, el frío, la atmósfera. Fue interesante y una experiencia muy bonita.

P.- ¿Cómo afronta los premios Goya? La película tiene cinco nominaciones, incluida la suya a mejor actor principal.

R.- Los Goya los afronto con ilusión, en cuanto a que una nominación siempre es bonita y agradable. Se trata de un reconocimiento de los académicos que han considerado que tu trabajo vale la pena y eso siempre hace ilusión. Como es la segunda vez que me pasa estoy más tranquilo y relativizo todo entendiendo que, ocurra lo que ocurra, estar nominado ya es un regalo. Después el hecho de que hay otras personas del equipo nominadas refleja que la película es un ejercicio colectivo en el que hemos trabajado mucha gente y que si ha salido bien es gracias al trabajo y al esfuerzo colectivo de todos. Si los premios sirven para que más más gente vea la película, entonces ojalá que los ganemos todos.  Va a ser divertido ir allí.

Enric Auquer. Fotografía de Lluís Tudela cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León Imagen: Lluís Tudela

P.- Sueña con conseguir su segunda estatuilla el próximo 10 de febrero en Valladolid, después de la que consiguió con ‘Quien a hierro mata’ en el 2020 como actor revelación.

R.- Soñar con ganarlo, no sueño. Sí que me haría mucha ilusión ganarlo y hacerlo con este personaje. Antoni se merece este premio. Yo no tanto. Los premios son una cosa que no dependen de mí. Hace ilusión y, si llega, es precioso. Si no, también lo es porque estás nominado y eso ya es un premio. Después, es bonito estar allí con compañeros a los que admiro y quiero y siempre es una oportunidad para conocer a otras personas y disfrutar y pasarlo bien.

P.- Objetivo y deseo mirando al futuro de Enric.

R.- Trabajar en proyectos que me gusten y con gente que me guste lo que quieren explicar.   Tengo algunos proyectos con mi primo que queremos hacer juntos. También estoy muy liado ahora mismo con teatro y con muchas ganas de subirme al escenario. Estar con mis hijos y criarlos mientras trabajo y disfruto de la vida.  Tener salud, algo de dinero, amor y felicidad la que se pueda y ya está. Y que mientras tanto el mundo no explote.

 

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