Hasta el 13 de junio de 2024, Belorado era un pintoresco municipio burgalés, ubicado en la falda de la sierra de la Demanda, al pie de los montes de Ayago y colindante con La Rioja. Pero desde ese día, este pueblo que no llega a los 1.800 habitantes está en el centro de una polémica religiosa sin precedentes en todo el siglo XXI.
Diez monjas pertenecientes por entonces a la Orden de Santa Clara o de las Hermanas Pobres de Santa Clara, conocidas popularmente como Clarisas, abandonaban la Iglesia Católica a través de un extenso comunicado de 70 páginas donde aseguraban ponerse "bajo la tutela y jurisdicción" del falso papa Pablo de Rojas Sánchez-Franco. Este había sido excomulgado en 2019 cuando estaba al frente del obispado de Bilbao y se erige como fundador de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, duque imperial y cinco veces Grande de España.
El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, fue quien recibió este texto, junto a otro documento de cuatro páginas firmado por la madre abadesa de la comunidad, sor Isabel de la Trinidad. En él informaba que su comunidad salía de la "Iglesia Conciliar" a la que pertenecían para ponerse bajo las órdenes del "obispo legítimo de la Santa Iglesia Católica", es decir, Rojas.
Estas monjas defendían su cisma por las "herejías" que, según ellas, estaban copando la religión católica y sus estamentos. Pero la realidad del asunto es que esta comunidad de clarisas estaba intentando vender un convento vacío que estaba a su nombre en Derio (Vizcaya), para poder comprar con ese beneficio el monasterio de Orduña en el año 2020, propiedad de las clarisas de Vitoria. Un movimiento inmobiliario de nada menos que 1,2 millones de euros, que la Santa Sede había bloqueado al no dar permiso para completar la venta.
En el comunicado de 70 páginas, las monjas aseguraban estar sufriendo una "persecución" por parte de Roma, por haber rescindido el contrato de compraventa "sin previo aviso" después de tres años. Por lo que acusaban a la Santa Sede de "querer quedarse" con sus propiedades y al Arzobispado de Burgos de paralizar adrede esta operación inmobiliaria.
Un conflicto sin solución a la vista
A partir de este punto y desde hace más de un mes, las acusaciones entre el arzobispo de Burgos y las propias monjas cismáticas (a través de su cuenta de Instagram) han sido el pan de cada día de las portadas nacionales. El Arzobispado de Burgos envió inicialmente a la secretaria y ecónoma de la federación de las Clarisas para tomar contacto con las hermanas para templar las aguas, pero la respuesta de las ahora excomulgadas fue que "no era bien recibida, instándole a abandonar el monasterio".
Tras esto llegó la exigencia, ante notario, de que las monjas entregaran las llaves de los monasterios antes del 10 de junio. De nuevo, Mario Iceta, en calidad de comisario pontificio nombrado por Roma en este asunto, envió una delegación para intentar obtener tanto las llaves como la documentación de los inmuebles. Y la respuesta de las monjas fue llamar a la Guardia Civil y acusar a esta comitiva de "irrumpir de forma no autorizada" en el monasterio y "exigir" las llaves y la documentación del mismo "a viva voz, sin documento alguno que lo avale".
Dentro de esta peripecia tampoco han faltado acusaciones a la prensa de "acoso" a las exclarisas, la intención de contratar seguridad privada y, como no, el falso cura y antiguo barman José Ceacero ejerciendo de portavoz de las monjas cismáticas. Este peculiar personaje llegó a acusar al arzobispo de Burgos de querer "quedarse los conventos y el dinero de las monjas" y disolver su congregación. Además de llamar "mafia" a toda la fe católica. Y fue él quien instó y acompañó a las monjas a interponer una denuncia contra el propio Mario Iceta ante la Policía Nacional de Logroño y posteriormente en los Juzgados de Burgos.
Algo que ha sido negado tajantemente por Mario Iceta, recordando que las propiedades de la Iglesia son "bienes eclesiásticos" y ni él mismo tiene "capacidad" de alterar "naturaleza pública eclesiástica" de monasterios como el que generó toda esta polémica. "La única instancia es con el consentimiento explícito de la Santa Sede", reiteraba el arzobispo burgalés, quien achacaba de plano las actuaciones de las monjas en "su interés en las cuestiones patrimoniales".
"Engaños y manipulación"
Aunque los motivos económicos son más que evidentes, el experto en sectas y miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas, Luis Santamaría cree que las monjas de Belorado están sufriendo un caso claro de "engaños y manipulación" por parte de la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli.
Santamaría explica que esta "orden no religiosa" es una "secta" nacida a comienzos del siglo XXI, "imitando" al catolicismo tradicional y que se declara depositaria de la fe cristiana "genuina", que habría sido "abandonada" por la Iglesia Católica, cuya cúspide estaría ocupada por "herejes impostores" desde 1958, en lo que se denomina "sedevacantismo".
Luis Santamaría ya hablaba de la Pía Unión de San Pablo Apóstol en su libro A las afueras de la cruz. Las sectas de origen cristiano en España, publicado en 2023 tras casi una década de investigación exhaustiva. El teólogo zamorano admite que "nunca pensé que esta pequeña secta, una más entre una docena de grupúsculos en nuestro país que aseguran ser la verdadera Iglesia Católica sobre la tierra, llegaría a protagonizar un caso así".
Su propio fundador y líder, Pablo Rojas asegura que el grupo nació en 2005. A lo que Santamaría apunta que "este personaje" había pasado por algunas casas de formación sacerdotal de la Iglesia Católica, pero terminó "pululando entre grupos cismáticos y sedevacantistas". Pablo Rojas afirma haber sido ordenado sacerdote y después consagrado obispo, "en más de una ocasión por otros falsos obispos de este mundillo religioso marginal", puntualiza Santamaría.
Para este experto en sectas, las monjas se "han acogido al pastoreo" de este falso obispo como una decisión "viciada desde el origen por los engaños y la manipulación de Pablo de Rojas y su mano derecha, el falso cura José Ceacero, que han tejido una telaraña de desinformación, presión emocional y mentiras en torno a las clarisas".
Así que, aunque estas diez monjas insisten en que han dejado el seno de la Iglesia Católica por voluntad propia, Santamaría considera que "no ha sido una decisión tomada con verdadera libertad". El experto en sectas cree que "es muy probable que su voluntad haya estado fuertemente determinada por la manipulación y el adoctrinamiento de Rojas y Ceacero".
Luis Santamaría recuerda que Rojas ya "se ha inventado cargos, seminarios y órdenes religiosas", en lo que considera un intento de aparentar una estructura eclesiástica. Por eso, el teólogo cree que todo lo que está ocurriendo con las beatas de Belorado "tiene la pinta de ser la ocasión que quiere aprovechar para tener, por fin realmente, una comunidad consagrada de seguidoras y un lugar emblemático a modo de sede episcopal", en este caso, el convento burgalés.
En cuanto a la posible trama inmobiliaria, Santamaría explica que es "muy difícil saber realmente" si las monjas tienen ese interés patrimonial del que habla el arzobispo por su cuenta o por "el peso" que han tenido Rojas y Ceacero en los pasos que habían ido dando las exclarisas. Y pone como ejemplo la falta de pago de los plazos comprometidos con las clarisas de Vitoria por la compra del monasterio de Orduña o la hipoteca que formalizaron para tal fin. Tampoco se conoce la identidad del "supuesto y misterioso benefactor" que estaría dispuesto a hacer frente a su deuda, "y si es el propio Rojas o alguna persona vinculada a él".
"Posible delito contra la libertad religiosa"
También recuerda el teólogo zamorano que "estos dos personajes" podría estar incurriendo en "un posible delito contra la libertad religiosa" de las cinco monjas mayores, que han seguido en el convento todo este tiempo y "no parece que sean conscientes de la grave situación".
Según Mario Iceta, estas beatas están bien atendidas físicamente. Pero, Santamaría recuerda que "están siendo privadas de la atención espiritual que precisa todo católico y, por supuesto, cualquier monja contemplativa". Y es que llevan más de un mes "sin posibilidad de participar en sacramentos tan importantes como la eucaristía, recordemos que el monasterio tenía misa diaria, y la confesión". Santamaría añade que durante todo este tiempo, Rojas y Ceacero y las ahora exmonjas "han impedido el acceso a sacerdotes verdaderos".
Por ello insiste en que "todo lo que están haciendo Rojas y Ceacero dentro, por muchos ornamentos antiguos que se pongan encima a modo de disfraz, no es más que una farsa". Santamaría cree que la influencia de Rojas y Ceacero son un ejemplo claro de "los efectos devastadores de las estrategias de captación, persuasión coercitiva y adoctrinamiento de las sectas, por pequeñas que sean e inofensivas que nos puedan parecer a simple vista".
La excomunión
Precisamente esta declaración "voluntaria" de las monjas de abandonar el seno católico, como ellas mismas han repetido en diversas ocasiones, han desembocado en la excomunión. Así lo confirmaba el Arzobispado de Burgos el 24 de junio, tras esperar hasta el último momento que las monjas depusieran su actitud, se presentaran ante Tribunal Eclesiástico para ser juzgadas de un presunto delito de cisma y pudieran retractarse.
Pero eso no ocurrió ya que de forma "unánime y convencida", las diez monjas desestimaron la citación "al no reconocer la autoridad de ese Tribunal, ni su jurisdicción sobre las almas, y, menos aún, sobre nosotras -tras habernos separado voluntariamente para adherirnos a la Fe Católica–, ni, por ende, las penas canónicas que deriven de él".
Así que desde el pasado lunes, estas monjas están oficialmente excomulgadas de la Iglesia Católica. Un hecho "nada frecuente", según apunta Luis Santamaría. Y es que la excomunión es "la mayor medida sancionadora" en el Derecho Canónico penal, ya que supone verse privado de la unión con la Iglesia y, por tanto, de todos sus bienes espirituales.
Si bien, las monjas seguirán estando consideradas como bautizadas porque "eso es imborrable". De hecho, Santamaría recuerda que el fin principal de esta medida "no es el castigo, sino la sanación de una herida y la pedagogía". Por ello, puntualiza que "siempre es posible la vuelta a la comunión de la Iglesia".
"No es una medida irreversible, sino que la persona excomulgada será recibida con los brazos abiertos en la comunidad creyente si hay un reconocimiento, arrepentimiento y reparación del mal causado", añade Santamaría. Algo que, de momento, no parece que vaya a ocurrir con las exclarisas de Belorado.
Y aún con todo esto, al ser el cisma uno de los delitos canónicos "más graves" solo la Santa Sede podría levantar esta excomunión y que las diez hermanas volvieran al seno de la Iglesia Católica.
Salida del monasterio
El arzobispo de Burgos no ha definido una fecha exacta en la que las diez monjas cismáticas de Belorado tienen que abandonar el monasterio burgalés. Mario Iceta ha advertido que si no dejan el convento "en los próximos días", la Archidiócesis de Burgos tomará los "trámites legales pertinentes para que así sea.
Y es que una vez se ha hecho efectiva su excomulgación, Iceta considera que "carecen de título legal" para permanecer en las instalaciones. Algo que Luis Santamaría explica que se da en los casos de latae sententiae, como un cisma. El teólogo explica que la autoridad eclesiástica "realmente no excomulga" a las monjas, sino que "ratifica públicamente cuál es la situación de facto", que por "su propia voluntad, se han situado al margen de la Iglesia y se han salido ellas solas de la comunidad católica".
Por lo que, para Santamaría, una vez decretada oficialmente la excomunión, "ya no podrán ser consideradas religiosas católicas, y lo normal es que abandonen un monasterio, que ya no es su lugar". Cree que es un paso necesario porque "es totalmente incongruente que permanezcan allí un día más".
Por lo pronto, las diez monjas excomulgadas hacían ayer su primer movimiento relevante expulsando precisamente a Rojas Sánchez-Franco y José Ceacero del monasterio burgalés. Ambos habrían abandonado el lugar, como una posible exigencia de los abogados que las beatas ha contratado para su representación legal.
Algo que Luis Santamaría ya adelantaba que sería necesario. "Hace mucho tiempo que deberían de haber abandonado el monasterio, dejando de controlar presencialmente a esas mujeres y a los familiares que las acompañan", indicaba. De hecho, el teólogo zamorano está convencido de que "el escenario cambiará y mejorará" sin su presencia, permitiendo que se pueda hablar "más tranquilamente" con las monjas e, incluso, llegar a algún entendimiento.
Santamaría desea que las beatas se vayan "por propia voluntad y no sea necesario llegar a una decisión judicial, que lleve a las Fuerzas de Seguridad del Estado a la puerta del cenobio para requerir su desalojo, cumpliendo la ley".