En un año en el que el precio del kilovatio ha causado desvelos a más de uno, los vecinos de la localidad de San Andrés de Montejos, situada en el norte del término municipal de Ponferrada, desafían a facturas y contadores para crear una ‘aldea de la Navidad’ en la que las luces, los adornos y el entusiasmo de un pueblo volcado con las fiestas son los verdaderos protagonistas de estas fechas. Aunque la junta vecinal se encarga de elaborar los adornos para zonas comunes como la plaza, la ermita o la iglesia, el pedáneo de la localidad, Víctor Franco, tiene claro que el mérito corresponde a “todos los vecinos”, a los que agradece que se impliquen para que la localidad luzca sus mejores galas.
Porque en San Andrés no hay los 11 millones de luces LED de las que presume el alcalde de Vigo, Abel Caballero, pero el esfuerzo conjunto de sus poco más de 500 vecinos ha conseguido en los últimos años convertir el alumbrado de esta pequeña localidad en una de las referencia de las Navidades en la comarca berciana.
Como en muchas otras situaciones, en este caso la pandemia también marcó un antes y un después. Si los adornos navideños son una tradición que se remonta hasta donde la memoria alcanza, fue en unas navidades tan atípicas como las de 2020 cuando los vecinos sintieron la necesidad de mantener vivos los lazos de comunidad subiendo la intensidad de estas luces que parecían atestiguar la supervivencia de la alegría, aunque fuera recluida en cada una de las casas.
Desde entonces, “cada año se implica más gente”, explica Víctor. La pasada semana tuvo lugar en la plaza del pueblo el acto simbólico de encendido, en el que varios niños del pueblo se encargaron de apretar el interruptor que ilumina las fechas más ansiadas en su calendario. El acto contó con la asistencia del alcalde de Ponferrada, Olegario Ramón, y de varios miembros de la Corporación, que recorrieron las calles y lugares emblemáticos de la villa para disfrutar de esta iluminación fruto de la colaboración vecinal.
En ese sentido, el alcalde pedáneo explica que “desde que se hizo la inauguración hay más casas iluminadas”. “Hay gente que ha seguido poniendo cosas nuevas y especialmente se nota los fines de semana, cuando todo el mundo regresa a sus casas”, señala. El barrio del Campo del Pozo es una de las zonas donde la decoración y la iluminación son más llamativas. “Los vecinos se lo curran mucho y luce aún más porque están todas las casas juntas”, explica Franco.
Muñecos de nieve, figuras de Papá Noel de todos los tamaños, trineos, estrellas, carámbanos de hielo, bastones de caramelo, nacimientos… Todo vale a la hora de hacer que la casa y la finca de cada uno de los vecinos brillen en la noche. Capítulo aparte merecen dos de los belenes con los que el visitante puede toparse en su recorrido por la localidad.
El primero de ellos está expuesto en el centro cívico y es fruto del dedicado trabajo de los participantes en el taller de manualidades que se desarrolla cada lunes en las instalaciones. Las viejas figuras rotas y deterioradas cumplieron su vida útil durante muchos años en el antiguo colegio Luis del Olmo, en Ponferrada, y su mal estado de conservación las condenaba al vertedero, hasta que el pedáneo medió con los responsables del centro educativo. “Les pedí que no lo tiraran, que seguro que podíamos apañarlo”, recuerda.
El otro nacimiento singular tiene más de 25 años de historia y es obra de un vecino, Hipólito Ochoa, al que todos conocen como ‘Poli’. Este belén en dos alturas incorpora figuras en movimiento, luces y agua y tiene la particularidad de estar montado encima de un carro de bueyes antiguo. ‘Poli’ abre la puerta de su casa a cualquiera que esté interesado en conocer los pequeños detalles escondidos en su creación. Natural de Valtuille, todos los fines de semana suele volver a su pueblo de origen, pero este pasado domingo se quedó en San Andrés para atender a la gente que se acercó a descubrir su belén.
Materiales reciclados
Otra de las particularidades que aporta valor añadido a la decoración navideña de la localidad es el hecho de que gran parte de los adornos están elaborados con materiales reciclados, como un árbol de Navidad hecho con botellas y garrafas de plástico o unos renos fabricados con varillas metálicas de obra. También es de varilla metálica la estructura del gran regalo que se alza en la plaza del pueblo y de las versiones pequeñas que se esconden bajo el ‘Árbol de los deseos’, a escasos metros.
El porexpan es otro material reutilizado en el belén instalado en la ermita del pueblo y en el ‘Bosque encantado’, una creación en la que varios niños de la localidad volcaron su imaginación en una finca bañada por el cálido resplandor de las cascadas de luz instaladas en las casas de enfrente. La decoración se completa con varios buzones hechos a mano y repartidos por la localidad para que niños y mayores puedan dirigir sus deseos a Papá Noel o a Sus Majestades de Oriente. El pedáneo tiene claro el suyo: “Salud para todos, ánimo para la gente que lo esté pasando mal y que se abra de una vez el consultorio, para que tengamos un médico para atender a los vecinos”.