El juicio por el accidente de la Hullera Vasco Leonesa ha vivido hoy uno de los momentos más duros y de tensión del caso con los testigos de las acusaciones. Durante las dos primeras semanas han declarado los 16 acusados por lo ocurrido en el Pozo Emilio el 28 de octubre de 2013, donde murieron seis mineros y causó lesiones a otros ocho. Hoy ha llegado el momento de los 34 testigos citados por las acusaciones.
En sus declaraciones los acusados coincidieron en argumentos comunes, se trató de un incidente “impredecible e imprevisible”, y en que se cumplían todas las medidas de seguridad establecidas en una mina de categoría 3. Hoy los testigos no han certificado esta declaración. Juan Manuel Menéndez Montero fue el primero en testificar, uno de los mineros heridos aquel día tras acudir a rescatar a sus compañeros y que ha quedado con importantes secuelas entre ellas la pérdida de memoria. “No me acuerdo de nada y me da pena, sólo que vi declaraciones por la tele que me dieron vergüenza”, ha asegurado el que fuera picador en la Hullera Vasco Leonesa. En su opinión le “afectó el grisú” y ha certificado que sí había un vigilante. Apenas hubo preguntas tanto de Fiscalía, defensa y acusación, y a las pocas que hubo contestó en varias ocasiones: "Pregúntele a mi muller".
Javier Cabello Carrera fue el siguiente testigo en declarar, también lesionado tras el accidente en Pola de Gordón. Un sutilador que pertenecía a la Hullera Vasco Leonesa y con 18 años de antigüedad. Ese día trágico trabajaba junto a los mineros fallecidos. “Salí a comer el bocadillo, luego noté mucho polvo, una corriente de aire que me impedía respirar y que venía de la rampla hacia fuera”, ha asegurado al ser preguntando por lo que recordaba de aquel día. Amancio, un compañero, le ayudó a recuperarse de la bocanada de aire, intentaron entrar tras ponerse el autorrescatador y posteriormente ya no recordaba nada. Además, ha afirmado que el autorrescatador “se le agotó. No sé el motivo del falló, pero no me ayudó”. Y reconoció que este elemento de seguridad “es fácil de poner, pero lleva su tiempo”.
"Había una boveda y era peligroso"
Cabello, quien se encuentra ahora mismo en situación de invalidez y con tratamiento psicológico por estrés postraumático, también ha reconocido que se encontraban “preocupados” por la seguridad de la mina, pero nadie se atrevía a decir nada porque “hubo represalias a quien se quejaba”, en este caso siendo enviado a diferentes puestos donde se ganaba menos. También se le ha preguntado si era previsible el accidente. “Yo no soy técnico de minas, pero allí había una bóveda grandísima y eso era peligroso”. Cabello ha asegurado que el día del accidente no vio en la explotación nada diferente a otros días de trabajo, aunque sí se veía la bóveda para afirmar que estaban “nerviosos porque la rampa estaba mal”.
[Las familias de los mineros fallecidos reclaman justicia]
Entre este testigo y un abogado de la defensa se vivieron momentos tensos. ¿No lo sabe o no lo quiere saber?, preguntó el abogado. “No lo sé, no soy técnico de minas se lo he dicho ya ocho veces”, contestó. Una y otra vez, los abogados defensores le han recriminado que si había peligro porque no denunciaron nada. “Tranquilos no estábamos, pero que quiere que haga", aseguró. Para concluir, ha recordado que era el vigilante el que ordenaba las labores a los sutileros.
También declaró Arpad Acs Harmath, otro de los mineros heridos y que lo realizó con una intérprete. Ha firmado que tiene problemas de memoria, pero mantiene lo declarado en ocasiones pasadas. Ha relatado que al notar el aire, decidió ir a la planta séptima, la del accidente, y ayudó a rescatar a heridos y fallecidos. Sin embargo, tuvo que ser ayudado por más compañeros tras sentirse mal. También los abogados le preguntaron por los dispositivos de seguridad. En su opinión, acudía un comité "una vez a la semana" para comprobar si el trabajo era correcto, que tenían medidas de seguridad y acceso a los autorrescatadores.
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