Un sueño hecho realidad. Eso es lo que ha vivido Javier Miguel Fernández quien ha logrado convertir su miel en la mejor de España gracias a la IX Edición Cata Mieladictos. La cata se celebra en España todos los años. Los apicultores envían una muestra y el jurado la clasifica. Recibieron 100 muestras y tan solo se clasificaron 12. Pero, finalmente, el premio ha ido a parar a manos de este leonés.
Suelen decir que cuando los grandes galardones llegan, siempre hay una bonita historia detrás. En este caso no iba a ser menos. Todo comenzó con su padre, quien empezó a aficionarse en este mundo dado que “se jubiló muy pronto”, según informa Javier Fernández en declaraciones a EL ESPAÑOL- Noticias de Castilla y León.
Javier pasaba horas observando las colmenas y aprendiendo cada vez más sobre la miel. Hasta que un día la pasión le envolvió y supo que quería dedicarse a ello toda la vida. “Mi padre me dejaba hacer lo que quería con las colmenas y es una cosa que me encantó”, recuerda. Llegó un momento en el que decidió hacer de la afición “un negocio” y ya lleva ocho años sumergido en el inmenso mundo de la apicultura.
Tiene 38 años y no se puede dedicar a ello de manera exclusiva todavía. Trabaja en la fábrica de galletas Gullón y lo va compaginando en sus ratos libres, lo que hace que se pase “todo el día trabajando”.
Su ilusión “en la vida” son las “colmenas y poder vivir de ellas”. Cada año va aumentando el número y, para él, este premio es un “empujón muy grande” para poder dedicarse profesionalmente a ello.
Pero ¿cuál es el verdadero éxito del buen sabor de esta miel? Pues bien, Fernández bromea con que el pueblo está “perdido de la mano de Dios” y que eso ayuda mucho: “Apenas hay habitantes, no hay contaminación y hay muchísimas flores especificas que no encuentras en otras zonas”. La localidad se llama Caminayo, una pequeña villa en la Montaña Oriental leonesa perteneciente al municipio de Valderueda.
Este líquido dorado podría ser, perfectamente, considerado como “ecológico”. El sabor es “tostado y muy fuerte”, dado que esta miel llamada ‘La Vieja del Monte’ está elaborada por brezo y roble.
El objetivo del leonés no es más que dedicarse a ello en exclusiva, “poder vivir de esto”. Porque si algo tiene claro es que las colmenas son su verdadera pasión. Desde que le dieron el premio reconoce que le llama “mucha gente” y tiene “un montón de encargos”. Lo que le hace continuar ese impulso para que el negocio vaya creciendo poco a poco.
“Quiero trabajar en esto y quedarme a vivir en el pueblo”, asegura. Explica que para dedicarse exclusivamente a ello necesita tener cerca de 300 colmenas y ahora mismo tiene 100. Sin embargo, la motivación e ilusión le acompañan en este proyecto. “Cuesta llegar a las 100, pero hasta las 300 va todo rodado, lo único que necesito es tener un poco más de tiempo”, matiza.
Ahora, le ha llegado un reconocimiento nacional, pero no se olvida del lugar en el que comenzó todo: “Yo soy el que aparece, pero mi padre está detrás de este proyecto también. Él fue quien comenzó y me parece justo que la gente lo sepa”.