La leonesa Margarita Robles es una de las pocas representantes del Gobierno de España que lleva en el cargo desde que Pedro Sánchez configuró su primer Ejecutivo, tras ganar la moción de censura de junio de 2018. Fiel escudera del presidente, Robles (León, 1956) resiste una vez más y este lunes se ha anunciado que continuará al frente del Ministerio de Defensa, una cartera que le ha permitido consolidarse en todos los ránkings como la ministra más valorada, siendo bien vista por gran parte del electorado conservador, pero que le ha generado importantes roces con la parte de Podemos del Ejecutivo durante los últimos cuatro años.
Este mismo lunes, el portavoz nacional de Podemos y procurador en las Cortes, Pablo Fernández, criticaba la elección de la leonesa para seguir ocupando la cartera de Defensa y lo consideraba un triunfo del "ala más conservadora" del PSOE a la vez que denunciaba que Pedro Sánchez y Yolanda Díaz habían "echado" a Podemos del Gobierno. Una ausencia de la formación morada del Ejecutivo que garantiza a Robles una legislatura más tranquila que la anterior, en la que protagonizó sonadas polémicas con la exministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra.
En plenas tensiones a raíz de la aprobación de la Ley del 'solo sí es sí', Robles exigió a Belarra que fuese "humilde" y que reconociese "los méritos" de los socialistas en materia de igualdad. "Ahora va a parecer que hasta que no han llegado algunas personas el feminismo no ha existido", ironizaba Robles, asegurando que ella ya era feminista cuando la líder de Podemos "no había nacido".
En otra ocasión, preguntada por el uso que hacía Belarra de las redes sociales, Robles aseguró que no podía comentar todos sus tuits porque tenía "muchos". "Pone tantos tuits que no comento ninguno", comentaba con sorna. La ministra de Defensa ha cargado también contra Podemos a cuenta de algunas posiciones en materia de política internacional, como cuando la formación morada se opuso al envío de armas a Ucrania. Robles exigió a Belarra "prudencia" al hablar de áreas de Gobierno "de las que no conoce nada".
También sobre las críticas de Podemos a un posible aumento del gasto en Defensa por parte del Gobierno aseguró que el gasto en Defensa y la posición sobre la OTAN "los marca Pedro Sánchez" y las tensiones llegaron a su punto máximo cuando Unidas Podemos pidió su dimisión a cuenta de la investigación del Caso Pegasus, sobre el espionaje a las fuerzas independentistas catalanas y vascas. Robles defendió a ultranza la labor del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y Podemos la acusó de tratar de "dinamitar el bloque de investidura". Sin esos incómodos compañeros de viaje en el Gobierno, la legislatura se presenta más calmada para esta incombustible leonesa y fiel 'sanchista'.
Una dilatada experiencia
Margarita Robles, soltera y sin hijos, llegó a ser la primera mujer en presidir una Sala de lo Penal y una Audiencia Provincial, la de Barcelona, en 1991, y fue la tercera mujer en entrar a formar parte del Tribunal Supremo. En 1993, bajo el Gobierno de Felipe González, fue nombrada subsecretaria de Estado de Justicia y entre 1994 y 1996 fue secretaria de Estado de Interior. En aquel periodo, gestionó el terrorismo de ETA, la detención de Luis Roldán o las investigaciones sobre la guerra sucia de los GAL.
Después de la victoria de José María Aznar en 1996 se convirtió en magistrada de la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional y en 2004 sería elegida vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). No sería hasta el año 2016 cuando volvería a la vida política, cuando Sánchez la eligió para ser su número dos en las elecciones de junio de ese año y fue fiel al presidente cuando la gestora que le sustituyó forzó a los diputados socialistas a abstenerse para permitir la investidura de Mariano Rajoy.
Robles fue uno de los 15 diputados que fueron sancionados por votar en contra de la investidura y, tras retomar el liderazgo del partido en 2017, Sánchez la nombró portavoz socialista. Tras el triunfo en la moción de censura de junio de 2018 fue nombrada ministra de Defensa, cargo en el que se mantiene hasta hoy. Una ministra resistente, querida por unos y odiada por otros, que ni siquiera tiene carnet del PSOE y que forma parte del núcleo más estrecho del presidente del Gobierno.