Hace unos días conocíamos la historia de Victoria Sancho y Gabriel Yáñez, dos barceloneses que lo dejaron todo para marcharse a vivir a su pueblo, en Soria, de tan solo 10 habitantes. Atrás quedó la Ciudad Condal y una vida en la capital catalana. Este lunes, traemos la historia de una pareja que, como estos jóvenes, decidieron abandonarlo todo en la gran ciudad donde nacieron para empezar una nueva aventura en la España rural. Ellos son Laura y Juan Manuel, una enfermera y tatuadora y un mecánico madrileños que abandonaron la capital de España para emprender un nuevo camino en la naturaleza.
Esta pareja acabó en Robledo de Caldas, un pequeño municipio junto al límite con Asturias de la provincia de León enclavado en el parque natural de Babia y Luna. Apenas llegan a los nueve vecinos, asegura Laura en palabras a este periódico, aunque los fines de semana sí que hay más gente que acude al pueblo.
Pero ¿cómo llegaron ellos hasta aquí y por qué decidieron dejar Madrid por un pueblo de ni siquiera 10 habitantes? "Mi madre es de aquí y mi padre de un pueblo de la zona. He venido toda la vida, en verano lo típico, cuando era pequeña", explica la enfermera y tatuadora madrileña a este periódico.
"Estrés", "ecatombe" y "ansiedad"
La "ecatombe" de lo que es Madrid, el "estrés" y el hecho de pasar por un episodio de "ansiedad", llevó a Laura y a Juan Manuel a acabar en Robledo de Caldas, a casi 400 kilómetros de la ciudad que les vio nacer. "Fue algo natural. En realidad no dijimos por qué no nos vamos a vivir a Robledo, fue surgiendo poco a poco y por la calidad de vida que teníamos allí. Nos gusta Madrid, pero para ir a hacer turismo y eso no es lo que vives día a día", explica Laura.
Llevan cinco meses haciendo la mudanza, yendo y viniendo, dado por la complejidad de transportar todas sus propiedades en estas distancias. Pero esto ya les ha dado la oportunidad de pasar alguna temporada en Robledo de Caldas. "Nos movimos un poco a ciegas. A él le cogieron enseguida y a mí me da igual trabajar en lo que sea", relata convencida.
Y es que Laura es consciente de que continuar con el mundo del tatuaje, en un pueblo tan pequeño como Robledo de Caldas, es complicado, pero no pierde la esperanza de poder desarrollarlo, por ejemplo, en León o Asturias. De la misma manera, su condición de enfermera también le da la opción de "tener el abanico abierto".
"Yo en Madrid pasé una temporada fatal, con ansiedad. Era ir a trabajar y todos los días tenía que tomarme una pastilla para tenerla (la ansiedad) un poco controlada. Y a mí lo que me calma es la naturaleza, el estar en contacto, y sobre todo las relaciones con las personas", apostilla Laura mientras explica que en Robledo de Caldas ha logrado encontrar la tranquilidad que necesita.
Precisamente es eso, la relación con las personas, lo que más le ha llenado en su estancia en este pequeño pueblo leonés. "En Madrid realmente no sabes ni quienes son tus vecinos. Aquí conoces a todo el mundo, todos te ayudan en lo que necesites y estás más tiempo en la calle. Es distinto, para mí aporta más calidad de vida", celebra muy alegre.
Los retos en la España vaciada
No obstante, no son ajenos a los problemas de la España vaciada. El tema de los servicios es el gran reto que presentan las zonas despobladas. Tener un supermercado o una tienda al lado de casa donde comprar los enseres del día no es posible en todos los lugares. Tampoco acudir al médico, donde a veces incluso toca recorrer decenas de kilómetros. Pero esto tampoco es algo que les suponga un problema, ya que tienen solución para todo.
"Aquí vienen los típicos tenderos, que llegan con el camión una vez a la semana y puedes comprar carne, pescado, etc. También es verdad que como mi chico tiene que trabajar en León normalmente hace la compra ahí, pero el pan viene todos los días menos los domingos", explica Laura, que además aclara que el hecho de no tener hijos también les empujó a tomar esta decisión.
Y es que esta madrileña amante de la naturaleza reconoce que, de haberles tenido, posiblemente se hubieran quedado en la capital. "Allí tienen mucha más oportunidades", reconoce. Pero aún con todo eso, considera que la decisión que han tomado es la correcta. Por eso, se encuentran contentos de haberse ido a vivir a Robledo de Caldas.
Comentarios y reacciones de su círculo cercano
Ahora bien, hasta que finalmente lo hicieron realidad, tuvieron que aguantar todo tipo de comentarios entre sus allegados y familiares. "Llevábamos tiempo diciendo que nos íbamos a vivir a Robledo, pero la gente como que no nos escuchaba. Ahora que ta estamos aquí la gente todavía nos pregunta que si en serio nos vamos a ir o que estamos locos. No lo entienden", explica la enfermera madrileña.
Su llegada a Robledo de Caldas también ha supuesto un soplo de aire fresco para sus vecinos y también para los de los pueblos de la zona. "Están encantados de que haya gente. Si necesitamos cualquier cosa nos dicen que nos ayudan", relata una Laura muy agradecida. Precisamente, una de esas personas que les ha ofrecido este apoyo es una de las propietarias de Embutidos Entrepeñas, una famosa fábrica en Geras de Gordón, muy cerquita de Robledo de Caldas.
"Hablamos con ella y estaba contentísima de que nos fuéramos para allá (Robledo de Caldas). Nos dijo que si necesitábamos algo que nos brindaban toda la ayuda del mundo, tanto si queríamos trabajar de enfermera yo, como él (José Manuel) de mecánico. Decía que conocía gente y que si no allí (Embutidos Entrepeñas) teníamos las puertas abiertas. La gente superbién", afirma muy contenta la madrileña.
Juan Manuel y Laura decidieron emprender esta aventura, erigiéndose como una esperanza para la España vaciada, golpeada por la despoblación y la falta de servicios, pero que aún mantiene un pequeño halo de optimismo por recuperar tiempos mejores. No obstante, para Laura aún la gente "está muy metida en la ciudad". "Hay poca gente que se plantea el cambio. A día de hoy, todavía no", recalca la madrileña.