La Península Ibérica es un territorio conocido sobre todo por la belleza de sus pueblos. En función de ello, estos municipios tendrán un estilo u otro. Sin embargo, todos poseen una belleza y un significado especial, distinto para quien los disfruta. Y si hay una publicación en el mundo especializada en este tipo de informaciones turísticas es National Geographic.
Esta publicación es conocida por confeccionar diversas listas para elegir las mejores ciudades, los pueblos más increíbles, las mejores playas o incluso los mejores destinos de vacaciones. Sin embargo, una de las clasificaciones más buscadas año tras año es las de los pueblos más bonitos de España. Y en el grupo de cabeza de esta lista se ha vuelto a situar uno de los nombres más habituales.
Castrillo de los Polvazares, en la provincia de León, ha sido elegido una vez más como uno de los pueblos más bonitos de España. Así lo consideran al menos los lectores de National Geographic. Es un encantador pueblo situado en la comarca de la Maragatería. Este pequeño núcleo urbano es conocido por su arquitectura tradicional maragata, que se caracteriza por sus casas de piedra con tejados de teja roja y portones de madera.
Con poco más de 100 habitantes y apenas cinco calles, no se necesita una guía turística para encontrar los principales lugares que ver en Castrillo de los Polvazares. De todos modos, hay un mapa muy útil a la entrada del pueblo que ayuda a ubicar casas históricas, talleres artesanales, restaurantes, hostales y otros sitios de interés de esta localidad leonesa, declarada Bien de Interés Cultural.
Está considerado como el ejemplo más bello de la arquitectura popular de toda la comarca de Maragatería, con muros de piedra y techos a dos aguas. Una comarca muy relacionada con el gremio de los arrieros que vivieron en toda esta zona y cuyos recursos económicos residían en el transporte de mercancías desde el norte de España a la meseta y viceversa. Sus carros, tirados por animales, llevaron más de una vez el trigo y otros cereales a Galicia y a Cantabria, donde compraban el pescado para distribuirlo por Castilla.
Situado en una región montañosa, el entorno de Castrillo de los Polvazares ofrece paisajes naturales hermosos, ideales para senderismo y otras actividades al aire libre. El pueblo tiene una larga historia que se remonta a la época romana, aunque su auge llegó en los siglos XVII y XVIII con la actividad de los arrieros maragatos, quienes transportaban mercancías por toda España. Por eso, muchas de las viviendas tienen grandes portones que permiten el acceso a los carros, algo característico de la economía maragata basada en el transporte de mercancías.
Con la llegada del ferrocarril a la cercana localidad de Astorga, en 1866, el oficio de arriero perdió su sentido y los pueblos de la comarca empezaron a entrar en decadencia. Sin embargo, algunas poblaciones como Castrillo de los Polvazares, que se anexionó al municipio de Astorga en 1975, sobreviven en buena medida gracias al Camino de Santiago y al turismo, que llega a la región en busca de su preciosa arquitectura tradicional y el famoso cocido maragato.
El pueblo se conserva prácticamente en su estado original. Todas las casas están construidas en piedra, y las calles no están asfaltadas, sino empedradas, lo que le da un encanto especial y una sensación de haber viajado en el tiempo. No obstante, por su calle principal va el Camino de Santiago, lo que hace de esta población un núcleo turístico y de peregrinaje muy importante. Desde 1980 está declarado por el Consejo de Ministros como Conjunto Histórico-Artístico de alto valor monumental. Según algunas fuentes, el nombre "Castrillo" procede de la cercanía de dos castros: el Castro de San Martino y el de Teso de la Mesa.
En la Calle Real, muy amplia para facilitar el paso de carruajes, se encuentran la mayoría de restaurantes del pueblo, así como talleres artesanales y algunos de los mejores ejemplos de arquitectura popular maragata. Las antiguas casas de arrieros, construidas en función de su utilidad, destacan por sus muros robustos y sobrios, que servían para protegerse del frío, y por los escasos huecos en sus fachadas.
En su riqueza patrimonial, al margen de su arquitectura civil, destaca la iglesia de Santa María, un pequeño pero encantador templo que refleja la devoción y las tradiciones religiosas de la región. Además, el pueblo cuenta con varias plazas y monumentos que homenajean su historia y su cultura.
Castrillo de los Polvazares es famoso por el cocido maragato, un plato tradicional que se sirve de una manera particular: primero las carnes, luego los garbanzos y por último la sopa. Hay varios restaurantes en el pueblo que ofrecen este y otros platos típicos de la región.
En resumen, Castrillo de los Polvazares es un destino ideal para aquellos que buscan una experiencia auténtica en un entorno rural, con la oportunidad de disfrutar de la rica historia y cultura de la Maragatería.