Centenares de niños expectantes por ver la primera representación de un día repleto de actuaciones a lo largo y ancho de una villa, conocida por su manufacturación y aroma galletero, que cede su protagonismo al arte callejero, donde en Francia encuentra, prácticamente, su origen y que en un pequeño reducto, permítase la licencia, de la Montaña Palentina, halla un digno sucesor. Ésa puede ser una de las tantas descripciones, tantas como niños y familias han aplaudido y vitoreado a la flor y nata del arte que, a lo largo de 26 años, ha copado la escena y propuesta artística de mediados de agosto en Aguilar de Campoo.
La norteña localidad viene de una edición, la pasada, obligada a enclaustrarse bajo el techo del pabellón polideportivo y a reducir la cantidad de representaciones debido a la emergencia sanitaria. Una emergencia sanitaria que, en la vigésimo séptima edición, la que da comienzo hoy, viernes y se prolongará hasta el domingo, continúa presente en el reconocido festival artístico ya que, en palabras de Jorge Sanz, responsable del área de Cultura del Ayuntamiento de Aguilar de Campoo, “se espera que las actuaciones cuenten con un público que ronde las 250 personas”, cifras lejanas a las que ARCA acostumbra. Es reseñable, no obstante, el paso adelante que se da este año en aras de volver a lo que siempre ha sido, en cuanto a afluencia, ya que, en la pasada edición, el festival perdía, un tanto, su esencia, al no celebrarse al aire libre.
En la presente edición, el programa del viernes gira en torno al arte local, con las actuaciones de ‘Los Garrapete’ y del grupo aguilarense de ‘Laarmo’ para, al día siguiente, ya en sábado, recoger actuaciones de los vascos ‘Trapu Zaharra’ y de un grupo ‘LPM’ cuyos integrantes provienen de Brasil, Alemania y Extremadura. Para finalizar, el domingo, los encargados de poner el broche a esta edición serán los andaluces ‘Chicharrón Circo Flamenco’ y, por último, miembros de la escuela de circo de Kenia, agrupados bajo el nombre de ‘Mighty Mambo Circus Academy’ cerrarán el programa de actuaciones.
Asimismo, transversal a toda la edición que está por delante y por mor de la afectación por la pandemia, el festival se ha volcado con “la tercera edad, que tanto ha sufrido” a través de ‘Borja Ytuquepintas’, una de las compañías que “mejor trabaja, a nivel nacional, la animación con arena”, tal y como apunta Sanz, para tener “un gesto de cariño y un guiño hacia ellos”.
Capitán Maravilla | Foto: Gerardo Sanz
Fruto de la conversación surgida entre uno de los impulsores y firmes apoyos de este encuentro, desde sus inicios, y alguien que creció rodeado por un festival que lo hacía al mismo ritmo, se evocan actuaciones pasadas, como la “más brutal” que el propio Jorge recuerda. Se trataba de un espectáculo propuesto por brasileños que vivían en las favelas del país, en una alegoría contra la droga. “Era tan bestial que recuerdo a todo nuestro equipo preparando el escenario y retirando hasta la más mínima piedrecita del suelo, con pinceles, para que no se lesionasen, al impactar con el suelo”, rememora. No obstante, más allá de la anécdota, una idea trasciende y no es otra que la del “respeto máximo por el artista y, por extensión, por el arte que aquí se ha creado a lo largo de los años”, tal y como el encargado de Cultura se congratula.
Recuerda, también, que fue la primera ocasión en la que, antes de dar comienzo a la actuación, hubo de dar una aclaración a los padres que acompañaban a sus hijos. “Expliquen a sus hijos el arte que subyace de esta brutalidad, el sentimiento, la pasión”, relata. Tanto mensaje inundaba esa actuación, como tantas otras, que propios profesores, tras ella, se acercaban al equipo con un mensaje claro en sus labios: “esto tendría que estar en las escuelas, qué manera tan clara de explicar el perjuicio de la droga antes que con material de hora y media, con los niños sentados en sus pupitres”.
Sanz, asimismo, valora la manera en la que el festival, además de haber educado, en cultura a propios y extraños, a niños y a mayores, de la villa y veraneantes, ha escuchado a un “público exigente”, que reclama actuaciones de nivel y gran calado y que, además, “no se conforma con actuaciones sencillas de ‘clowns’ para, simplemente, tener ocupados a sus hijos”. Apunta que una de las virtudes y puntales de la idiosincrasia de este festival es que “cuando se escucha al público con grandes orejas, se crece, se tarda pero se crece”.
“Los lugares cobran vida a través del arte”, valora, sobre los emplazamientos “mágicos y hermosos” que acogen cada año al arte callejero. Ya sea el parque, el patio del Monasterio, la Plaza Mayor o cualquier rincón puesto que, uno mismo recuerda ese patio nocturno del Monasterio, donde estudió, iluminarse con el resplandor de las acrobacias, bañadas en blancos haces de luces, al cobijo de la fría noche del tardío agosto en Aguilar. “Eso es ARCA, trabajamos en lo efímero, quizá no recuerdes el nombre, una década después, de la compañía que te cautivó, pero sí, desde ese momento, ese lugar, para ti y para cada uno de los que forman parte de los vítores, es especial, y para cada uno, de una manera diferente”, zanja con una sonrisa de emoción que se vislumbra a través de una conversación telefónica a kilómetros de distancia.
“Queremos que el premio del Jurado Oficial lleve el nombre de Susana Herreras en homenaje a una de las mejores profesionales de danza teatro”, concluye Sanz al rendir tributo a alguien que apoyó y gestó ARCA desde que era un proyecto previo. No tantos niños como otros años llenarán de jolgorio las calles, repletas de viento del norte de mediados de agosto en Aguilar pero, desde luego, que todos aquellos que lo hagan, como sus padres y cualquier curioso, recogerá un arte tan sentido como la mirada de sus responsables hacia ARCA a lo largo de este fin de semana.