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David Herrero / ICAL
Misión cumplida. Todas las cajas repletas de ayuda humanitaria que salieron ayer por la mañana de la Comisaría de Policía Local de Palencia ya están en la frontera entre Polonia con Ucrania. La furgoneta, encabezada por el agente Jesús, y su compañero de viaje Alberto, ha sido descargada en el pueblo polaco de Przemysl, a escasos 15 kilómetros de territorito ucraniano.
Todos los alimentos, artículos de parafarmacia, productos infantiles y comida especial, además de artículos de higiene íntima y personal y para bebé, ya han quedado almacenados en el punto de distribución de la zona, listos para ser empleados con todos los refugiados que llegan a Polonia, a través del puesto fronterizo de Medyka, señala Jesús a la Agencia Ical.
"Te quedas con la satisfacción del trabajo bien hecho", aunque no acaba aquí. Asegura que esta situación "va para largo y la ayuda será seguirá siendo necesaria más adelante". Una entrega que se ha realizado en tiempo récord, dado que ayer tomaron la decisión de no pernoctar, como así tenían planteado.
"Íbamos con la adrenalina a tope de poder ayudar y nos turnamos conduciendo y durmiendo cada cuatro horas dentro de la furgoneta para poder llegar lo antes posible y entregar toda la solidaridad de los compañeros de Palencia", subraya.
Una vez allí, gracias a estar en contacto con un ucraniano, y a un inglés limitado, llegaron al punto de enlace y a la localización del almacén, donde fueron ayudados por unos chavales de la zona. "La población de Polonia y de esa zona, en particular, está volcada", agrega.
Sin final feliz
Aunque la idea inicial no era traer a nadie por trabas legales, a última hora había surgido una oportunidad. A través de una representante del pueblo ucraniano en Palencia, se habían organizado para recoger a una sobrina de cinco años que reside en el país invadido por las tropas de Putin.
Explica que, en un principio, su padre iba a intentar sacarla del país y llevarla a la zona fronteriza para que la pudieran recoger los palentinos. Historia que no ha tenido final feliz, porque se encontraban a 800 kilómetros del lugar y sin gasolina para desplazarse, ya que la existente se destina a las Fuerzas Armadas.
"Llevábamos hasta un alzador para que la niña viajara segura hasta España, además de todo organizado y correcto. Al final, nos venimos con las manos vacías. También nos hemos ofrecido a colaborar con una ONG de Alicante, pero tampoco se ha podido", asevera a Ical Jesús. A partir de ahora, regresarán hacia Palencia con más calma con el sentimiento del deber cumplido.