Hace 16 años la localidad de Villada, en Palencia, fue testigo de una tragedia que dejó a siete familias rotas. El 21 de agosto de 2006, pocos minutos antes de las 16:00 horas de la tarde, un tren Intercity que cubría el trayecto entre la localidad gallega de Vigo y el municipio vascofrancés de Hendaya descarriló en el cambio de vía de este pueblo palentino. Seis personas fallecieron en el acto –entre ellas Julián Campo, primo hermano del entonces presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera– y la vida de una séptima se apagó pocos días después en el hospital.
A su llegada a la salida de una curva en las inmediaciones de la localidad, seis vagones y la máquina del tren descarrilaron. La máquina se salió de la vía mientras que el primer vagón impactó contra un pilar que atravesaba la vía férrea. Los otros cinco vagones quedaron subidos al andén de la estación mientras decenas de personas quedaban atrapadas entre los escombros del tren. En total, además de los siete fallecidos, resultaron heridas 37 personas que fueron trasladadas a los diferentes centros hospitalarios de la Comunidad.
El exceso de velocidad, causa principal del accidente
Las indagaciones posteriores a la tragedia vincularon el descarrilamiento con el exceso de velocidad, ya que el tren iba a 125 kilómetros por hora cuando en ese tipo de tramos, con un cambio de agujas de por medio, no debía haber superado los 30 kilómetros por hora.
Según la hipótesis oficial de las investigaciones, esta alta velocidad provocó que el primer coche del ferrocarril descarrilara, arrastrando al andén al segundo. La parte trasera del primer coche impactó contra los pilares del puente que se encontraba encima de las vías férreas y destrozó la caja del vehículo y cinco de los seis pilares del puente ubicado junto a la estación de Villada.
Se da la circunstancia de que los dispositivos de comunicaciones y de seguridad funcionaron de forma correcta, según concluyeron las investigaciones, al igual que los equipos que se encontraban en el vehículo. El maquinista del tren sobrepasó la señal avanzada de entrada que indicaba el anuncio de precaución, ordenando al maquinista no exceder de 30 kilómetros por hora al pasar por las agujas de entrada. El maquinista no tomó en cuenta esta señal de aviso, lo que provocó el descarrilamiento del tren.
Juicio y condena del maquinista
El juicio por el descarrilamiento concluyó en abril de 2010 con la condena del maquinista, el leonés José Luis P.G., a dos años de cárcel por homicidio por imprudencia grave profesional, al ser considerado el principal responsable de ese exceso de velocidad que provocó el accidente. La resolución judicial establecía, además, que el conductor del ferrocarril quedaba inhabilitado para la profesión u oficio de maquinista de locomotora durante el tiempo de la condena y se le imponía una pena de inhabilitación especial de privación para el ejercicio de ese oficio durante cuatro años.
El fallo fijaba también una condena por siete delitos de homicidio por imprudencia grave profesional y 86 delitos de lesiones por imprudencia grave profesional. Además, consideraba como atenuante muy cualificada la reparación del daño, recordando que había abonado gran parte de las indemnizaciones a los perjudicados, y detallaba que el maquinista contribuyó a auxiliar a las víctimas tras el accidente de Villada. "Yo también he perdido mucho, yo también tuve el accidente", aseguraba José Luis P.G. durante el juicio, defendiéndose asegurando que "el sistema falló", lo que no impidió su condena, que fue ratificada oficialmente por la Audiencia Provincial de Palencia en diciembre de 2010.
La tragedia que marcó a un pueblo
Villada, una pequeña localidad palentina de menos de 1.000 habitantes, y poco acostumbrada a sucesos de estas características, quedó fuertemente marcada por el accidente que segó la vida de siete personas debido a una imprudencia. Solo un año después, en septiembre de 2007, se inauguró un monolito en la estación, obra del artista Urbano González, natural del pueblo, para recordar a las víctimas.
Un albergue de peregrinos –condición que tenían gran parte de los viajeros del ferrocarril, que volvían de finalizar el Camino de Santiago en tierras gallegas– lleva hoy el nombre de Julián Campo y José Manzano, dos de los fallecidos aquel oscuro 21 de agosto de 2006. Una tragedia que quedará siempre en el recuerdo de todos los habitantes de Villada.