Hay labores que son únicas y que resultan esenciales, aunque a veces los políticos no se den cuenta, en el medio rural. Son muchas las personas mayores de pequeños pueblos que viven solos y que apenas se pueden mover. Que lo tienen complicado para ir a un supermercado, que en ocasiones ni existe, para comprar algo a lo que llevarse a la boca.
La cooperativa Lovepamur, que se ubica en la localidad palentina de Saldaña, sí que lo tiene muy presente y sirve, a diario, comida a domicilio a las personas que lo precisan y contratan este servicio, que se viene realizando desde el año 2012. Cuenta en la actualidad con 12 personas, entre empleadas de cocina, de reparto, limpieza y oficinas, que se encargan de hacer que estas personas más longevas cuenten, cada día, con un primer plato, un segundo y el postre.
“Un 80% de las personas usuarias son mayores y viven en pueblos pequeños. Su presencia allí es la que hace que esa localidad no muera. Son personas muy agradecidas que, incluso, si ven que la repartidora tarda más de cinco minutos en llegar, ante la hora fijada, nos llaman por si le ha pasado algo. Son y están siempre muy atentos”, explica en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Loreto Fernández Martínez, la secretaria de la cooperativa.
Un inicio que no fue sencillo
La idea nace en el seno de la ONG Federación de Asociación de Mujeres Rurales (Fademur) de Palencia. Deciden crear una cooperativa para, al amparo de la Ley de Dependencia, formar a las mujeres de la zona para poder dar el servicio de ayuda a domicilio.
“Cuando llegó el momento, las grandes empresas se quedaron con los concursos públicos y nosotros no tuvimos opciones, por lo que nos planteamos la alternativa de trabajar en el servicio de comida a domicilio. Montamos una cocina en Saldaña y empezamos desde cero, sin remuneración alguna”, explica nuestra entrevistada.
Ahora son un total de 12 las personas empleadas entre cocina, reparto, limpieza y oficinas que desarrollan una labor encomiable para que a las personas mayores que apuestan por este servicio no les falte de nada.
“El nombre de Lovepamur viene de las zonas geográficas donde, inicialmente, pusimos en marcha el proyecto. Lo, por La Loma, VE por La Vega y PA por El Páramo. MUR, de mujeres rurales, aunque mucha gente asocia el nombre con la palabra inglesa LOVE”, añade Loreto Fernández.
Ella vive en Santervás de la Vega, una población de poco más de 400 habitantes, por lo que conoce muy bien el medio rural y el problema de la despoblación que busca paliar, como puede, esta iniciativa.
El menú y el servicio
Se elaboran los menús todos los días y las encargadas del reparto trabajan cinco rutas diferenciadas. A las más cercanas, en el contorno de 10 kilómetros a la redonda desde Saldaña, acuden todos los días. A las más lejanas, los lunes, miércoles y viernes. Entre ellas a la capital palentina. Los alimentos no sufren ya que van en baúles de frío, termosellados y se pueden calentar en el microondas. También la ruta de Montaña Palentina a la que se lleva la comida tanto los martes como los sábados.
“El menú se compone de un primer plato, un segundo y un postre. Diferenciamos el color de los mismos para que los clientes sepan cual es cada uno. Los envases van etiquetados con la información referente del nombre del plato, los ingredientes y fecha de caducidad. Aunque se parte de un menú diario común a todos, nosotras hacemos un estudio detallado e individualizado de cada uno de nuestros clientes, siguiendo las indicaciones y recomendaciones técnicas para que estén atendidos de la mejor manera posible”, nos explica Loreto Fernández Martínez.
Un menú base podría ser el compuesto por alubias pintas de primero con una merluza al horno de segundo y una naranja de postre. Ahora mismo atienden a un total de 120 personas, que reciben sus menús cada día y también llevan la comida al Colegio de Velilla del Río Carrión.
“No se trata de un servicio gratuito, ya que no recibimos ninguna ayudade las administraciones públicas a pesar de habérselo solicitado en numerosas ocasiones. El precio que pagan no cubre la totalidad del gasto que supone ofrecer este servicio”, explica nuestra entrevistada.
De ahí que este año se haya incrementado el precio del menú hasta los 9 euros, aunque existe un bono para comer durante todo el mes por algo más de 200 euros, o lo que sería lo mismo, 7,50 por comida.
“No nos han ayudado ni con el carburante, ni con la luz, el gas ni con nada”, asegura Loreto Fernández, que pide “más colaboración a las administraciones”.
Personas agradecidas
La población que recibe estos productos son, en el 80% de los casos, personas mayores. Fernández ha ensalzado la labor realizada por todo el equipo durante los meses de pandemia, cuando no se suspendió el servicio ni un solo día.
“Las compañeras no solo llevan la comida. Tienen un trato especial con los usuarios. Se conversa con ellos durante unos minutos, se les pregunta cómo están, se les hace seguimiento y ofrece la comida. Todos acaban contentos”, explica.
“Queremos que este servicio siga funcionando y creciendo. Que el día que las fundadoras no podamos estar alguien coja las riendas y continúe porque es un trabajo necesario. Pedimos no solo a las administraciones públicas su colaboración, sino que estaría bien que las empresas o fundaciones nos ayudaran un poco más”, finaliza nuestra entrevistada.