Durante los últimos años, el bullicio de la ciudad y el ajetreo urbanita han empujado a muchos a buscar ratos de desconexión en la naturaleza. Destinos espirituales donde poder tener tiempo para uno mismo y disfrutar de la tranquilidad del aire fresco y limpio. Y es ahí donde se ha fijado la famosa revista turística Condé Nast Traveler, que ha elegido una pequeña fincha del Cerrato palentino, en medio de los campos de cereales que nutren la tierra.
Se encuentra a cuatro kilómetros del famoso municipio de Baltanás, epicentro de esta zona tan rica en biodiversidad, y a media hora de la capital palentina o a dos de Madrid y también de Bilbao. Es la Finca El Cercado, que arrastra ya una larga historia a sus espaldas bajo las manos de la familia de Cristina Brunet.
Pero sus orígenes vienen de antes. Las teorías, según señalan desde Traveler, remontan los inicios de esta casa en plena cuna del Cerrato palentina a una antigua fundación monástica, pero no existe documentación que lo confirme. Ahora bien, sí se sabe a buen seguro que en los años 40 fue adquirida por Eduardo Brunet Isasi, abuelo de Cristina, para convertirla en la casa para las reuniones familiares.
Brunet Isasi plantó en la zona miles de olivos, almendros, castaños de indias y vides. Cristina, relata a la revista Condé Nast Traveler, que su familia, natural de San Sebastián, viajaba a esta zona de la provincia palentina para cazar. En esa búsqueda de una casa para hacer más cómoda su estancia en el Cerrato palentino, encontraron El Cercado, que por aquel entonces solo contaba con la "muralla medieval y la ruina de un torreón". Fue con las piedras de este último con el que construyeron la vivienda actual y diversas casas de labor.
Una finca resiliente
El Cercado también se ha convertido en una vivienda resiliente, capaz de adaptarse a las adversidades gracias al empeño de Cristina Brunet. En 2001, un incendio por un problema eléctrico calcinó la vivienda. Un suceso que produjo un "gran drama" en la familia, pero, un año después, la actual propietaria compró la ruina a su padre con el objetivo de rehabilitarla.
Un trabajo que le ha llevado más de dos décadas, restaurando muebles y arreglando los desperfectos. En 2016 abrió sus puertas al público como casa rural para que los viajeros disfrutaran de un turismo de calidad. Una decisión que vino tomada ante la insostenibilidad de mantener un caserón de esta tipología para disfrutar de él únicamente los fines de semana, según relata Cristina en Traveler.
Fue así como Cristina se convirtió en posadera, según le gusta autodenominarse. Estudió marketing y publicidad y desarrolló labores profesionales para agencias americanas y en el sector cultural después. Llegó incluso a dirigir un programa de arte. En la actualidad, desarrolla su vida entre Madrid y El Cercado.
Una de las características de esta finca para una perfecta escapada espiritual es el respeto por el pasado, lo que confiere a la estancia de un carácter único de los hogares familiares.
Todavía allí permanecen objetos como cántaras o damajuanas, la colcina bilbaína de hierro o un armario del siglo XIX llegado desde Cuba que está en el Cuarto del Obispo, el que fuera el dormitorio del abuelo de Cristina.
La casa principal consta de siete habitaciones, todas ellas con baño individual. Por otro lado, la de invitados dispone de dos dormitorios, perfecta para familias pequeñas o parejas. La capacidad total de la finca asciende a 20 personas, dado que también hay la posibilidad de contar con camas supletorias para los más pequeños.
Asimismo, otra cosa a destacar es que aceptan animales, por lo que también es una opción fantástica para disfrutar con nuestras mascotas. Tiene piscina, jardín de hierbas aromáticas y huerta. A pesar de ser una casa de alquiler completo, también realizan y organizan "de todo" bajo pedido. Cuentan con una espectacular cocina donde prácticamente entran solo alimentos de Palencia o de la marca Tierra de Sabor, ya que como buena embajadora su objetivo es dar a conocer esta tierra.