Castilla y León cuenta con una gran cantidad de pueblos con encanto entre sus 2.248 municipios y algunos de los más espectaculares se encuentran en la provincia de Palencia. Este extenso territorio, fronterizo con la comunidad de Cantabria, y que cuenta con un entorno natural único, alberga auténticas joyas con siglos de historia y con una oferta cultural, arquitectónica y gastronómica inigualable.

Elegir al municipio más bonito de la provincia de Palencia es una tarea compleja, ya que la belleza es tan subjetiva como los ojos que la miran y cada persona se ve influenciada inevitablemente por los recuerdos que ha vivido en las calles de cada lugar. Una elección, por tanto, que va más allá de lo humano y que, para tomarse con criterio, ha de dejarse en manos de una compleja combinación de algoritmos.

Por ello, para encontrar la opinión más objetiva acerca del municipio más bello de la provincia leonesa una buena opción es utilizar una herramienta que analiza datos y opiniones de viajeros de todo el planeta, es decir, una inteligencia artificial, la gran revolución de nuestro tiempo y que parece ir a más cada día que pasa. En este caso, hemos preguntado a ChatGPT, una de las más conocidas, y su elección ha sido el municipio de Frómista, conocido como la capital del románico palentino.

Se trata de una pequeña localidad de tan solo 755 habitantes situada en la comarca de Tierra de Campos y que es conocida en toda España por ser unos puntos de referencia más importantes del Camino de Santiago y por contar con una emblemática joya arquitectónica: la iglesia de San Martín de Tours, que fue erigida en el siglo XI y que es considerado uno de los templos románicos más completos de toda Europa.

Una historia milenaria

La historia del municipio de Frómista se remonta al año 1066, hace casi 2.000 años, cuando se fundó el Monasterio de San Martín con su iglesia románica. Medio siglo después, en 1118, la Reina Doña Urraca, que era la dueña del monasterio, hizo donación de éste y de su jurisdicción a los monjes benedictinos que conformaban el priorato de Carrión de los Condes.

Desde el siglo XII hasta el siglo XV, Frómista se encontró dividida en dos jurisdicciones distintas: por un lado, el señorío eclesiástico que era propiedad el Abad de Carrión sobre el barrio de San Martín, y por el otro, el señorío civil que era ejercido por los señores de Frómista sobre el resto de la villa. Entre ellos, destacó Gómez Benavides, que en 1427 unificaría ambas jurisdicciones, añadiendo el barrio de San Martín a su señorío, y en 1436 fundaría el Monasterio de Nuestra Señora de la Misericordia.

Peregrinos del Camino de Santiago a su paso por Frómista Brágimo ICAL

En tiempos del reinado de los Reyes Católicos, a finales del siglo XV, además, se creó el retablo de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo, una de las más importantes obras de arte medieval presentes en la localidad, que mantuvo, desde su origen, un vínculo indisoluble con el Camino de Santiago, contando, en aquel momento, con hospitales para peregrinos.

Importante fue para Frómista la presencia judía, ya que Fernando I les dio facilidades para establecerse durante la repoblación. Además, durante el reinado de Alfonso X, el número de judíos aumentó y llegó a contar con unas doscientas familias, alrededor de 1.000 personas, a finales del siglo XV, conformando aproximadamente la cuarta parte del pueblo. Su expulsión por orden de los Reyes Católicos en 1492 supuso una sangría demográfica y económica notable.

El milagro de Frómista

También en el siglo XV, concretamente en 1453, sucedió en la villa un hecho insólito que dio fama al priorato de San Martín. Un tal Pedro Fernández de Teresa había pedido dinero prestado a un judío llamado Matudiel Salomón, vencido el plazo, no devolvió el préstamo, y el judío le denunció a la autoridad eclesiástica, que le excomulgó.

La iglesia de San Martín de Frómista Brágimo ICAL

El hombre pagó los dineros al judío, pero no se preocupó de confesarse y de aclarar su falta. Pedro Fernández cayó gravemente enfermo y pidió confesarse con el cura de San Martín, Fernández Pérez de la Monja, que acudió a darle los últimos sacramentos, pero cuando el párroco quiso darle la Forma, ésta se encontraba adherida a la patena con tal fuerza que no pudo separarla.

Entonces, el sacerdote preguntó al enfermo si había ocultado algún pecado o si acaso estaba excomulgado, Pedro se acordó de lo sucedido con Matutiel y se lo explicó al sacerdote, quien le absolvió y le dio a comulgar otra Forma. Después, Pérez de la Monja tomó la Forma del Milagro, tal como estaba en la patena y la colocó en custodia en la iglesia de San Martín. En la actualidad, tanto la patena como la estola se encuentran conservadas en el museo de la Iglesia de San Pedro.

De la decadencia a la modernidad

Los siglos XVI, XVII y XVIII fueron de decadencia en Frómista ya que la expulsión de los judíos, las pestes y otros desastres incrementaron la decadencia de la villa. En 1591, en época de Felipe II, Frómista tenía 521 vecinos, la mitad que un siglo antes y a mediados del siglo XVIII la población había descendido a 217 vecinos. La villa no contaba apenas con industrias ni actividad comercial, la agricultura era muy poco productiva y una de cada cinco casas estaba arruinada.

Cruce de caminos en Frómista Brágimo ICAL

A finales del siglo XVIII, todo comenzó a cambiar con la construcción del Canal de Castilla. En 1773 el Canal llegó a Frómista y esto supuso una animación de la economía, propiciando el regadío, el transporte y la aparición de fábricas de harina. Durante la primera mitad del siglo XIX la población aumentó, y se estabiliza en torno a los 1.500 habitantes. En 1865 llegó el ferrocarril del Norte pero el pueblo tuvo que superar en el siglo XX las crisis que hicieron mella en toda la España rural.

Pero el auge del turismo ha afianzado población y generado puestos de trabajo durante los últimos años, el Camino de Santiago hace de Frómista etapa obligada para los amantes de la cultura y la iglesia de San Martín es un gran reclamo, que junto con la ruta jacobea y el Canal de Castilla han hecho que la villa se llene de visitantes y peregrinos en todas las épocas del año.

Qué ver en Frómista

La mayor riqueza arquitectónica de este municipio palentino se encuentra en la iglesia de San Martín de Frómista, que fue la iglesia románica de un monasterio benedictino fundado en torno al año 1066 por doña Mayor, viuda del rey Sancho de Navarra, del que ya no queda nada en pie.

En el exterior, la cabecera se encuentra conformada por un gran ábside central y dos laterales de menor tamaño y destaca el espectacular cimborrio. Las portadas cuentan con una gran sobriedad y la que tiene más decoración es la de la fachada norte, que se encuentra flanqueada por columnas decoradas por capiteles, aunque éstos se encuentran deteriorados.

En la Calle del Milagro se puede observar la mencionada 'Piedra del Milagro' e interesante es también la Plaza de Tuy, así llamada porque Frómista, que es la cuna de San Telmo, patrón de los marineros y de la villa, se encuentra hermanada con la localidad gallega, en la que murió y está sepultado.

En esa plaza se encuentra la Iglesia de San Pedro, la actual parroquia de Frómista. Es gótica, aunque su portada es renacentista y se encuentra protegida por un amplio pórtico de estilo neoclásico. También es importante la Iglesia de Santa María del Castillo, levantada en el mismo emplazamiento que en la Edad Media ocupó el castillo. Se trata de un edificio gótico, formado por tres naves separadas por pilares y cerrado con bóveda de crucería.

Esclusas del Canal de Castilla en Frómista Brágimo ICAL

El visitante podrá deleitarse también contemplando la Ermita de Santiago o del Otero. Se encuentra apartada del núcleo urbano y en el pasado era otra más de las parroquias de la villa. Su deterioro llegó a tal punto que en el siglo XVIII el obispo de Palencia mandó que se derruyera la iglesia y que sólo quedase en pie la zona del crucero, que era la mejor conservada, utilizándose los materiales del resto de la iglesia para hacer los muros de cerramiento de dicho crucero.

Además, la villa cuenta con un impresionante conjunto de esclusas del Canal de Castilla que eran las encargadas de abrir y cerrar las corrientes de agua, con el objetivo de facilitar el tránsito de las barcazas en los desniveles del terreno. Una auténtica joya en plena provincia de Palencia que es considerada la capital del Románico palentino.