Mirar hacia otro lado cuando hay que hacerlo
Asombro o sorpresa exagerada que impide a una persona hablar o reaccionar. Así se define a “La estupefacción” la causa es inesperada, sorpresiva y variopinta; un acto,
una acción, una frase y aquel día pasó esto último, una frase que viniendo de quien viene, del Presidente del Gobierno, dejó a quien la escuchó estupefacto… no puede ser que todo un Presidente de Gobierno hubiese dicho esto en un discurso a jóvenes directivos en Madrid: “A veces hay que saber mirar hacia otro lado cuando hay que hacerlo”
¡Con un par!, lo dijo y se quedó tan ancho el tio. Quizás fuese un “lapsus linguae", ¡pues no!, no fue un fallido pronunciamiento de una palabra, fue una frase entera.
O pensar que fue un error del asistente que le hace los discursos. Puede ser, igual es el mismo que se los hacía a Ignacio González o a Granados, y ahora a Rajoy, puede ser, pero no creo que sea eso o sí!, quién sabe.
O estaba leyendo un discurso interno aleccionando a miembros del PP, que miraran hacia otro lado ante la corrupción, corrupción que pudre el partido del gobierno. Aunque van por ahí los tiros, porque se dirigía en ese momento como he dicho antes a jóvenes directivos ajenos a la disciplina del Partido Popular.
Sólo queda suponer que lo que realmente pasó es que el subconsciente le jugó una mala pasada, y dijo en voz alta lo que realmente piensa. Realmente el Presidente del Gobierno piensa que se combate la corrupción política, sobre todo la del PP mirando hacia otro lado.
Que realmente el Partido Popular mira para otro lado a la hora de perseguir la corrupción, no sólo lo insinúa el Presidente del Gobierno, no es solo una frase nacida del subconsciente salvaje de Rajoy, con esa frase posiciona al PP en una actitud a la hora de tomar parte en esta lucha, a un lado de la legitimidad, no denuncia a sus corruptos, los protege, impide la desaparición de los aforamientos, se inmiscuyen en la justicia, controlan las actividades de la fiscalía que investiga esos procesos abiertos, y eso ya no es un error del subconsciente, es algo real, del día a día.
Es haber pasado una raya ética y moral determinante en política que demarcan actuaciones definidas como caciquiles y un Estado de Derecho. El PP con este tipo de actuaciones y predisposiciones está limitado en la fuerza puesta disposición para esta lucha, tiene las manos atadas porque muchos de sus políticos las tienen también metidas en la corrupción.
Todo esto lo estamos viendo en los distintos procesos abiertos a dirigentes del Partido Popular. Y llegados a este punto, sus dirigentes actuales están incapacitados, no están libres de culpa.
Nos encontramos pues, con un Partido Popular algo más que sospechoso, imputado; nos encontramos con un Partido Popular que por sus actos, bien conocidos, por hacer lo dicho por el Presidente “mirar a otro lado cuando hay que hacerlo” no tiene la virtud de la mujer del césar “ni es un partido honrado ni se le parece”