En el pleno del pasado mes de junio de la Diputación de Salamanca se visionó, sin duda alguna, la pinza que conforman y confirman el PARTIDO POPULAR/PARTIDO SOCIALISTA OBRERO ESPAÑOL que como Isabel y Fernando tanto monta o montan tanto, o como  estos partidos  han montado tanto a esta Provincia.

En la escenificación de esa pinza -y no ha sido la única vez-  llegaron al postureo barato de defender en una moción a las Diputaciones. Trataban con ello de hacerlas ver como algo útil, los dos partidos, que por acción u omisión han llevado a esta Provincia a niveles de mínimos en casi todos los parámetros, estos, defendiendo la utilidad del instrumento de su iniquidad política.

Se guardaban las espaldas y las vergüenzas el uno al otro-no cabe duda- se guardaban la ropa mientras, directamente, se tiraban desde un trampolín a una piscina  sin agua, intentaban mantener -con ello sin ninguna duda- sus pesebres y sus apesebrados.

Quien hasta ahora haga un análisis exhaustivo, sin carga política, con neutralidad y total libertad,  del estado de la Provincia; se dará cuenta de que el ámbito rural ha sido la principal víctima -no había otra-, solo se ha podido perjudicar a los pueblos, el único cliente de este  “inútil” instrumento, utilizado para mantener los intereses del bipartidismo y quien es su mayor administrador la endogámica y mastodóntica Diputación.

La pérdida en el ámbito rural de población, (a 1 de enero del 2017 Salamanca había perdido 2.610 personas) y durante los últimos 10 años más de 14.000 personas habían perdido la provincia.

Además de una pérdida de servicios, la sanidad  que se ha convertido -casi-  en un privilegio, de un ámbito rural con cuatro colegios menos para este año, infraestructuras clarísimamente obsoletas por y para las tecnologías actuales, esas que son necesarias para potenciar el incipiente negocio basado en la venta online, uno de los pocos medios para mantener y fijar población.

Y es que hace 1 mes escasamente, la conexión a internet en el ámbito rural vio mermada su oferta, oferta de poca calidad por la potencia ofertada,  y en algunos casos directamente su desaparición por el cese de actividad de Iberbanda,  y no se espera solución hasta bien entrado el vigésimo año de este siglo.

Es una acumulacion de deficit de servicios, de medios a los que se añade (las comunicaciones por carretera que son escasas, ocasionales y de mala calidad) otro elemento más para impedir, dificultar la pervivencia de sus habitantes, de elementos que les sirvan a estos, al menos como excusa o  justificación para seguir viviendo, apostando por el pueblo y no ser calificados por ello de locos.

De la consiguiente pérdida del valor patrimonial inmobiliario y rústico que trae los déficit mencionados. Pueblos desaparecidos, piedra sobre piedra sin vida sin futuro, y todo ello, ha sido causado por la existencia de esta inútil institución, que o bien no cumple su función por su obsolescencia, o no sirve para el fin encomendado por inacción de sus gestores.

Y es que los tiempos y la sociedad del siglo XIX casi siglo XVII no es la actual, 180 años sin cambios, sin evolución, que han permitido una institución al servicio siempre de los intereses de dos partidos.

Lo socialista y los populares, la izquierda y la derecha más recalcitrante nos quieren hacer creer que la Diputación es una institución útil cuando solo les llega a los municipios 2 euros de cada 10 euros.

Nos quieren hacer creer que todo lo que se ha escrito sobre las causas de su inutilidad no es consecuencia precisamente de eso, de que realmente no es un instrumento útil, adecuado.

Las Diputaciones nacen en el siglo XIX con la constitución liberal de 1812, precisamente porque los emolumentos que deberían recibir el ámbito rural del Estado tenían un difícil reparto por las malas infraestructuras, las deficientes comunicaciones.

Tendrán que ser, otra vez los liberales (y así lo lleva Ciudadanos en el Programa político)  que, o bien las refunden, con otra institución más atomizada y por tanto  más cercana y representativa del municipio,  o directamente las haga desaparecer, por obsoletas e inútiles, pero sobre todo por desaprovechadas.

En uno u otro caso queda claro que solo sirven a intereses particulares.