Celadores, los imprescindibles glóbulos rojos del hospital
El complejo hospitalario de Salamanca es una miniciudad donde miles de personas, entre trabajadores y pacientes, conviven cada día. Al igual que el cuerpo humano, está el cerebro que dirige, el corazón que mantiene con vida, los nervios que comunican todas las partes. Médicos, personal de enfermería, de cocina, de limpieza, de mantenimiento… y una profesión fundamental sin la que no sería posible un funcionamiento correcto. Son los celadores, los imprescindibles glóbulos rojos.
Cerca de cuatrocientas personas trabajan cada día entre los hospitales Clínico y Virgen de la Vega en Salamanca, Los Montalvos a las afueras, Virgen del Castañar en Béjar o el centro de especialidades de Ciudad Rodrigo. Y NOTICIASCYL ha estado en su sala de máquinas, desde donde controlan a todo el personal, no sólo sanitario, también de farmacia, conductores, peluqueros… porque “todo lo que pasa en el hospital, la primera llamada se hace aquí”, explica Jorge Prieto, jefe de Personal Subalterno del hospital de Salamanca, acompañado por Teresa Jiménez, encargada de turnos y responsable de patrimonio.
Una sala central entre móviles y pantallas de ordenador, como si del puesto de mando de un aeropuerto se tratase. “Cubrimos y gestionamos cualquier situación que surge, también el control de taquillas y turnos de personas. Ahora pueden consultarlo en una pantalla, sin necesidad de acudir a un papel como antes”. Por ejemplo, durante la entrevista a Jorge Prieto le entra una llamada informando de la presencia de una orina equivocada en el laboratorio. Al momento se moviliza a un celador para llevarla a su destino correcto.
Además, este lugar es los ojos del hospital, pendientes de cada situación rara (también si ven a un periodista con una cámara grabando o haciendo fotos sin permiso). Porque ya lo dice la palabra, celador proviene de celar, vigilar, y por eso desde el puesto central llevan el control de puertas y todas las llaves, unas dos mil, cuando el hospital ‘duerme’ y sólo hay urgencias. Incluso hacen rondas para verificar todos estos detalles.
Los celadores son personal de apoyo para todas las categorías del hospital. En todas las plantas, en cualquier rincón. Que un cirujano necesita cambiar de posición a un paciente, allí acuden; que hay que lavar a un enfermo con movilidad dificultosa, allí ayudan; que hay que mover mobiliario en una habitación o trasladarlo, allí echan una mano; que hay que llevar sueros o historias clínicas, allí llegan; que hay que repartir todo el correo de los hospitales, de eso se encargan, recorriendo unos quince kilómetros diarios en total cada una de estas personas entre trayecto y trayecto. Es decir, toda la logística interna y externa, “todo lo que sea mover”.
Mover también hacia el exterior. De hecho, hay vehículos específicos con sus correspondientes conductores para trasladar material entre los cinco hospitales, o análisis y documentos, pero también a la sede de la Junta de Castilla y León, Servicios Sociales, Gerencia de Atención Primaria o Juzgados, por poner algunos ejemplos. O transporte externo urgente, con aparatos a reparar, análisis de otros hospitales o documentos entre centros sanitarios. Así, se logró ahorrar en un año 18.000 euros gracias a este nuevo sistema centralizado. Por ejemplo, el día que se elaboró este reportaje había salido a primera hora una muestra de alergia para Madrid que debía estar antes de la hora de comer.
Desde el servicio de personal subalterno también se encargan de inventariar el patrimonio del complejo hospitalario, de valor económico incalculable. Para que se hagan una idea, actualmente hay más de 65.000 referencias, sin contar aparatos electrodomédicos, sólo con sillas, mesas, cuadros, camas, televisiones… “Ahora estamos trabajando en un código de color para ver qué valdrá y qué no para el nuevo hospital”, explica Jorge Prieto.
“Aquí no se deja nada al azar, todo está controlado y medido”, añade, y recuerda cómo una noche necesitaban una válvula específica para un paciente que sólo estaba disponible en el hospital de Valencia. Antes del mediodía ya estaba en Salamanca. Así es la diligencia y precisión con la que cada día se actúa en el complejo hospitalario charro, donde hay un grupo de personas de aquí para allá cuya misión es facilitar la labor a los demás.