Castilla y León

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Salamanca

San Marcos, el barrio de los conventos

8 septiembre, 2018 12:45

En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL tiene en marcha una serie dominical que repasa la evolución de los barrios de Salamanca.

Hoy es el turno para San Marcos, ubicado entre el Campo de San Francisco, paseo de Carmelitas, calle Zamora y plaza de Los Bandos. Una zona caracterizada por la presencia de diversos conventos y cuyo nombre se debe a la iglesia ubicada en la Puerta de Zamora, única en su fisonomía en toda la capital charra al tener una planta circular. Existen datos del año 1200 por los que el rey Alfonso IX de León habría entregado esta parroquia a la asociación del clero, funcionando como clerecía hasta la expulsión de los jesuitas en el siglo XVIII. Cuenta la leyenda que fue obra de los caballeros templarios y entre sus muros hay mensajes ocultos aún pendientes de descifrar.

El otro templo principal en el barrio es la iglesia de San Juan Bautista, o San Juan de Barbalos, fundada en 1150 por los Caballeros de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Debe su nombre al estar bajo la advocación de San Juan y al pueblo de Barbalos, donde la orden tenía amplias posesiones. Se cuenta que en este templo predicó San Vicente Ferrer desde un púlpito que ya no se conserva. Así lo recuerda una placa en la calle Perdones, donde era frecuente la aglomeración de penitentes para redimir sus pecados.

Por el barrio también pasó la Doctora Universal, Santa Teresa de Jesús, en una vivienda donde residió cuatro años y donde procedió a fundar el cercano Convento de San José de Carmelitas Descalzas. Cuenta la tradición que allí escribió los famosos versos de ‘Vivo sin vivir en mí’. Actualmente, pertenece a las Siervas de San José, cuya labor continuó la también Santa Bonifacia Rodríguez. En lo que hoy es la plaza antaño se situaba la denominada calle Gurruminas, con un rollo de justicia posteriormente trasladado.

A escasos metros está el convento de Santa Isabel, también conocido como Las Isabeles, fundado a mediados del siglo XV en casas que habían pertenecido a la Orden de los Templarios, pero sólo ha sobrevivido la iglesia. También cabe destacar en el barrio el Convento de la Anunciación, más conocido como Las Úrsulas, un convento franciscano femenino que acaba de quedarse sin monjas después de varios siglos de estancia. El edificio original no es el que ha llegado hasta nuestros días y en su interior Alberta importantes joyas artísticas.

Y para culminar esta lista de fe, la capilla de la Vera Cruz, un pequeño templo barroco junto al Campo de San Francisco propiedad de la más antigua de las hermandades penitenciales de la ciudad, la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción, su Madre, la Vera Cruz. A ella también se refiere la calle Cruz Verdadera, hasta no hace muchos años Cruz Verde porque, cuenta la tradición, el letrero original se rompió y perdió parte de su nomenclatura, induciendo a error entre las siguientes generaciones.

Además de iglesias y conventos, en el barrio San Marcos destaca uno de los pulmones de Salamanca, el Campo de San Francisco, el parque más antiguo de la ciudad. Levantado sobre lo que fue la huerta del antiguo convento de San Francisco El Grande, pasó por todo tipo de avatares, desde la construcción de dos cuarteles militares que no llegaron a levantarse debido a la Guerra de Sucesión hasta una plaza de toros que fue calificada de sacrílega por las autoridades eclesiásticas y apenas duró unas décadas por su construcción fue defectuosa y había riesgo de derrumbe. Fiel reflejo de la historia de este barrio, en constante transformación, con una historia cuyos detalles se van perdiendo con el paso de las generaciones.