El coronavirus ya ha encerrado a la población en sus casas durante más de un mes y, de momento, no hay visos de que finalice en un corto espacio de tiempo. Esta situación, complicada para la mayoría de los ciudadanos lo es, si cabe, aún más para las personas con problemas de salud mental.
Ello lo conocen desde el centro de día de salud mental Ranquines, perteneciente a Cáritas, que tuvo que cerrar al inicio del estado de alarma pero que no ha dejado de prestar sus servicios de forma telefónica.
Como ellos mismos cuentan, tratan de facilitar el apoyo en necesidades básicas de compras o medicación, pero más allá de esto, se llama a cada persona de manera diaria para conocer el estado y poder gestionar su ansiedad debido al confinamiento. De hecho, Cáritas ha realizado ya más de 500 llamadas para acompañar a 41 personas.
Algunas personas, además, también acuden al centro a ducharse al no disponer de agua caliente en sus domicilios, o a poner lavadoras, ante la inexistencia del aparato en sus casas.
Pese a ello, el coordinador del proyecto, Francisco Berbegal, afirma en unas declaraciones a Cáritas que "hasta el momento la mayoría de ellos está llevando la situación bastante bien, incluso se afianzan relaciones entre ellos y se llaman unos a otros".