Eloy Ruiz se compromete a impulsar una intervención de urgencia en la muralla de Monleón
Eloy Ruiz, delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Salamanca, ha visitado la localidad de El Tornadizo, donde se ha reunido con la alcaldesa, Feliciana Oliva, y ha conocido la vivienda municipal recuperada por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente dentro del programa Rehabitare. Esta intervención ha servido para que una familia se haya asentado en el municipio, que es el objetivo de estas políticas de la Administración regional.
Desde que se inició el programa Rehabitare, en la provincia de Salamanca se han recuperado 20 viviendas, en los municipios de Beleña, Matilla de los Caños, Muñoz, Barruecopardo, Campillo de Azaba, El Cabaco, Morasverdes, Peralejos de Abajo, Sequeros, Cabrillas, Cantalapiedra, San Miguel de Valero, Sieteiglesias, Sorihuela, Aldea del Obispo (convenio con el Obispado de Ciudad Rodrigo), Vecinos, Bogajo, Monleras, El Tornadizo y Águeda (convenio con el Obispado de Ciudad Rodrigo). A esta veintena se suman las cinco que se ejecutarán este año en Aldeanueva de Figueroa, El Maíllo, Monleón, Morille y Sequeros.
El delegado territorial ha visitado también la villa de Monleón y ha recorrido su muralla y su castillo acompañado por el alcalde, Juan María de Arriba, quien ha pedido que la Junta intervenga en la fortificación medieval para evitar que siga sufriendo deterioro.
Eloy Ruiz se ha comprometido a impulsar con la Consejería de Cultura y Turismo una intervención de urgencia que permita restaurar las partes más deterioradas y reconstruya los elementos que se derrumbaron en marzo de 2018.
El castillo y la muralla
La localidad de Monleón fue fundada sobre un teso aislado en campo abierto, cerca del río Alagón y al final de la sierra de Linares. El castillo que hoy se conserva fue construido en el siglo XV sobre una fortaleza anterior que se encontraba en pie ya a finales del siglo XII, cuando Alfonso XI la donó a doña Berenguela. Durante esta época formaba parte del recinto amurallado que rodeaba la villa, parte del cual todavía se mantiene.
Posteriormente, a mediados del siglo XV, pasaría a manos de Pedro de Hontiveros, cuando le fue entregado por el rey Enrique IV. Siéndole arrebatado poco después por Rodrigo Maldonado. El rey Fernando el Católico en persona hubo de arrebatárselo, haciéndole prisionero en Salamanca por ser acusado de acuñar moneda falsa. La gota que colmó el vaso después de numerosas quejas y denuncias de los vecinos por robo y tiranía. No tardaría mucho en ser liberado a cambio de entregar la fortaleza.
Además, se sabe que en el año 1475 el castillo de Monleón sufrió un asedio portugués que se prolongó durante dos años hasta que el Rey Católico finalmente decidió firmar la rendición. Así pues, sus muros han sido testigos de numerosas acciones bélicas. También durante la Guerra de Sucesión originada a raíz de la proclamación de Isabel como reina de Castilla.
Durante varios siglos la fortaleza de Monleón aguantó las viscisitudes y disputas señoriales con los terratenientes de la capital charra. Pero la invasión francesa fue la que causó daños más graves, que fueron acentuándose en pleno siglo XX, pasando por varias manos hasta que fue salvada prácticamente del derrumbe gracias a las intensas labores de restauración tal y como señala Antonio García Boiza en 1937 en su ‘Inventario de los castillos, murallas, puentes, monasterios, ermitas, lugares pintorescos o de recuerdo histórico, así como de la riqueza mobiliaria, artística o histórica de las corporaciones o de los particulares de que se pueda tener noticia en la provincia de Salamanca’.
El castillo de Monleón se encuentra abrazado por el río Alagón y por el arroyo de Riofrío. Con su gran torre del homenaje se asemeja a la proa de una embarcación que domina todo el entorno. La población parece surcar unas aguas tranquilas en busca de las ansiadas sierras. De la fortaleza arrancan los vestigios de la muralla. Entre los edificios tovaía pueden verse algunos arcos que desafían el tiempo.
Cuenta con una impresionante y esbelta torre de granito que alcanza una altura de 37 metros, que intenta competir en altura con el campanario de la iglesia parroquial, en un pueblo que destaca por el encanto de su arquitectura tradicional. Muy similar a la del castillo de la Mota que se ubica en la localidad de Medina del Campo. Quedando rematada con garitas voladas redondas, muy habituales en la arquitectura del siglo XV.
La torre cuenta con cinco pisos, de los cuales dos poseen forjado de madera. Desde su punto más alto es posible admirar la belleza del paisaje que la rodea. Recientemente, la torre del homenaje ha sido restaurada y se han reconstruido algunas de las dependencias anexas.
En el interior se puede ver una gran estancia coronada por una gran bóveda de cañón sobre impostas de nacela. Y debajo de la misma aparece un grabado sobre la argamasa, una ancha cenefa de adornos que data del siglo XVI. La escalera empieza desde muy arriba. En la parte superior hay otra estancia similar también con bóveda, y más arriba, dos pisos que conservan los suelos de madera originales. Además, cerca de la torre se conservan los restos de algunas habitaciones y de una primera puerta con arco redondo, todo construido en el siglo XV.