'El davilazo', treinta años de la "mayor traición" de la democracia
Ahora que tanto se habla de tránsfugas y transfuguismo, no tengo más remedio que recordar lo acontecido hace treinta años en la Diputación de Salamanca, un plan urdido por el Partido Socialista, el extinguido CDS y un tránsfuga del PP, para arrebatar la Presidencia de la Diputación al partido que había ganado las elecciones.
Ese sí fue un claro caso de corrupción política perpetrado por dos partidos, que habían perdido las elecciones, y se valieron de la captación de un diputado del PP para hacerse con el Gobierno de la Diputación.
Con motivo de ese acto, no sólo consiguieron gobernar en la Diputación de Salamanca, lograron encumbrar a una serie de personas que han llegado a lo más alto de la política regional y nacional.
A cambio, consiguieron algo no esperado por ellos, la desaparición del CDS y que el PSOE, desde ese momento, no haya vuelto a gobernar en Castilla y León, el Ayuntamiento de la capital o en la Diputación Provincial de Salamanca.
Esta la historia
Fue a mediados de julio de 1991 cuando se realizó la votación para elegir al nuevo presidente de la Diputación de Salamanca.
El Partido Popular había conseguido 13 diputados, el Partido Socialista 11 diputados, y el CDS 1 diputado, por ello, todo hacía predecir que el presidente sería el nominado por el PP, es decir, Casimiro Hernández Calvo.
Los diputados del PP habían quedado en reunirse en la Diputación el día de la votación a las 10,30 horas, para organizar todo el proceso. Transcurrían los minutos y José Dávila no llegaba. Fue advertido Casimiro, pero no le dio importancia. Cada quince minutos, un diputado le comentaba a Casimiro la situación, hasta que llegada la hora se comprobó que Dávila no estaba en la Casa Palacio.
Parece ser que habían estado toda la noche en un chalet en Navahonda (PSOE, CDS y el tránsfuga) fraguando la traición, y desde allí se fue al Gobierno Civil, donde a las 11,40 horas pidió un taxi que lo llevó a la Diputación.
A las 12,00 horas, justo a la hora de comenzar la sesión, se presentó y fue directamente al Salón de plenos. Se sentó a mi lado y yo sí observé que tenía una pequeña carpeta, pero no le dí importancia, allí llevaba su discurso.
Se constituye la mesa de edad y se inicia la votación, ya cuando Pepe Dávila deposita su voto, comprobamos que su sobre no es igual que el nuestro, lo cual ya nos dio a entender que la traición estaba realizada.
Me consta que algún diputado socialista se oponía a esta traición, pero fue por la presión que se vieron obligados a ello.
Recordar que yo, como diputado en aquella Corporación, no permití que el presidente, una vez investido, me impusiera los atributos del cargo.
Casimiro Hernández y su equipo ganaron para el PP las elecciones por mayoría absoluta, ya que en el Partido Judicial de Vitigudino se consiguieron los dos diputados, algo que no se volverá a repetir. Pero el PP no gobernó la Diputación.
Sin embargo, personas del PP, como consecuencia de estos hechos, ganaron el Congreso Provincial de 1993 situándose en la política en la que permanecen hasta el momento actual, a pesar de que se les llena la boca hablando de renovación. Todos conocemos o sabemos las personas a las que me refiero, las cuales han pasado por todos los cargos institucionales de la provincia, la Comunidad, el Senado y el Congreso de los Diputados.
Quiero, al cumplirse 30 años, recordar, para que no se olvide, aquel escandaloso suceso que hizo tambalear la democracia institucional en la Casa Palacio y las relaciones personales entre diputados, y al propio tiempo impedir con su recuerdo que estos hechos puedan volver a producirse.
José Amador Hernández, diputado provincial 1987/1995