El 1 de enero de 2002 nuestras vidas cambiaron, no de forma radical, pero sí se alteró de forma sustancial nuestro hábito consumista. Ese día, justo con la llegada del Año Nuevo, nos encontramos con que los billetes de 1,000 y 5.000 pesetas dejaban de tener valor y que en su lugar una nueva moneda, catapultada por los sueños europeístas y de integración monetaria que soplaban en el viejo continente, iba a marcar a partir de ese momento la senda de nuestras vidas. De repente la peseta dejaba de tener valor y era sustituida por el euro. Nos acercamos aquel día un tanto nerviosos e inquietos a los cajeros automáticos y pulsamos los botones, que nos mostraron los primeros y esplendorosos billetes de 10 y 20 euros que conocíamos en nuestra vida. Por lo menos, esa sensación de esplendor era el sentimiento que desprendía la nueva moneda. No éramos plenamente conscientes aún de lo que iba a significar el euro, ni cómo iba a cambiar nuestros hábitos de consumidor. Pero lo cierto es que los billetes de 1.000 y 5.000 pesetas se preparaban para ingresar en el baúl de los recuerdos y las 'perras' -así se las conocía entonces popularmente- dejarían de resonar en los bolsillos de nuestro pantalón.

Ha llovido mucho desde entonces. La peseta feneció y forma parte de la historia. El euro modificó los precios de la cesta de la compra, no sin ciertas críticas de quienes aseguraron que la incorporación de España a la nueva moneda suponía un encarecimiento de los precios.

Lo cierto es que, después de tantos años, la estela de la peseta no se ha difuminado, aunque ya forme parte de la historia sin posibilidad de retorno real a los tiempos actuales. Es lo que sucede, por increíble que parezca, en el Ayuntamiento de Salamanca, que en una de sus ordenanzas municipales sigue hablando de pesetas y no de euros. Se trata de la ordenanza número ocho, que se encarga de regular todos los aspectos relativos a la tenencia de animales de compañía. En el artículo 74 de dicha ordenanza, que aborda todos los aspectos relativos al régimen de sanciones, se señala textualmente que "las infracciones de la presente Ordenanza serán sancionadas con multas de 5.000 a 2.500.000 pesetas de acuerdo con la siguiente escala: Las infracciones leves con multas de 5.000 a 25.000 ptas, las infracciones graves con multas de 25.000 a 250.000 ptas y las infracciones muy graves con multas de 250.000 a 2.500.000 ptas". Se añade, además, que "esta obligación condiciona la licencia de apertura. Su incumplimiento puede suponer la revocación de la licencia, así como la adopción de medidas cautelares inmediatas y ejecutivas". Además, se especifica que "las cuantías de las sanciones establecidas serán anual y automáticamente actualizadas con arreglo al índice de precios al consumo, el cual se aplicará sobre la cuantía de la sanción del año anterior".

Puede parecer increíble, pero la ordenanza, que fue promulgada en el año 1999, todavía no ha sido actualizada y, al menos teóricamente, prácticas tan incívicas como las que protagonizan aquellos ciudadanos que no recogen los excrementos de su can la calle, se sancionan en pesetas. Evidentemente, la práctica real no es así, y cuando se impone una multa a un propietario de un perro por este motivo, se realiza de forma inmediata la conversión de la multa de pesetas a euros, según confirman fuentes municipales del Consistorio salmantino. 

Intentos y fracasos

También cabe destacar que, por sorprendente que resulte, los intentos de algunos concejales por actualizar esta ordenanza han fracasado estrepitosamente y eso que han transcurrido ya nada más y nada menos que 19 años desde la entrada en circulación del euro. De hecho, en el seno del Ayuntamiento de Salamanca se constituyó durante la segunda legislatura de Alfonso Fernández Mañueco al frente de la Alcaldía de Salamanca, un grupo de trabajo, con presencia de concejales de los diferentes grupos municipales, con el fin de actualizar la ordenanza y adaptarla a los nuevos tiempos, y no solo en relación al sorprendente artículo que impone multas con pesetas y no con euros. La entonces concejala socialista, Almudena Timón, intentó que la ordenanza se adaptara a las nuevas realidades e incluso aireó este asunto en alguna comparencia ante los periodistas. Sin embargo, todas esta buenas intenciones quedaron en agua de borrajas. Total, que estamos en 2021 y en una de las ordenanzas del Ayuntamiento de Salamana se siguen contemplando multas en pesetas y no en euros.

Otra actualización



Por otro lado, otro aspecto que deberá actualizarse en la nueva ordenanza, según se ha planteado en las reuniones de las comisiones informativas municipales, es todo lo relativo a la catalogación en la misma de los perros llamados peligrososos. En la ordenanza ya se habla en este sentido diferentes razas, como son los casos de American Stafforshire Terrier. Pit bull Terrier, Stafforshire Bull Terrier, Bullinastiff. Mastín Napolitano. Dogo argentino.  Dogo de Burdeos.  Dogo del Tibet.  Rottweiler.  Perro de presa Canario. Perro de Presa Mallorquín,  Fila Brasileiro y tosa Japonés. 

Además, se indica también, en relación a estos animales, que los canes estarán identificados obligatoriamente antes de la primera adquisición y sus propietarios deberán obtener una autorización municipal específica. Y para conseguir dicha autorización ser requieren los siguientes requisitos: ser mayor de edad, certificado médico de aptitud psicotécnica, justificar la tenencia de un perro de estas razas, así como suscripción de un seguro de responsabilidad civil que cubra las indemnizaciones a terceros de hasta treinta millones de pesetas. Nuevamente, como se puede apreciar, las pesetas vuelven a hacer acto de presencia en una ordenanza que, evidentemente, se ha quedado totalmente desfasada. ¿Se actualizará la controvertida ordenanza antes de que expire la presente legislatura y se sepultará definitivamente a la peseta en el Ayuntamiento de Salamanca?. Por el momento no hay ninguna señal que así lo permita otear.