Ha llovido mucho desde aquel mítico 1 de enero de 2002, cuando la Plaza Mayor de Salamanca fue testigo fidedigno y escenario idílico y perfecto del acontecimiento más esperado en la capital del Tormes en muchas décadas: el inicio del peregrinaje de Salamanca como Ciudad Europea de la Cultura. Esa Nochevieja la despedida del año viejo y la llegada del nuevo fue absolutamente diferente a la de otros muchísimos 31 de diciembre. Salamanca se convertía en flamante Capital Cultural de Europa, un acontecimiento por el que la sociedad salmantina, desde las instituciones, sus políticos y todo el tejido social, llegando hasta el vecino de a pie de cualquier barrio periférico y trastormesino, venían suspirando desde hace tiempo.

Atestiguan las hemerotecas y sus innegables vídeos que durante aquella Nochevieja inolvidable la proyección del logotipo oficial de Salamanca 2002 sobre la fachada del Ayuntamiento, justo tras expirar la última campanada y con la última uva recién engullida en la boca y sin haber sido sometida al ancestral ritual de la digestión, fue el inmaculado símbolo de la flamante nueva condición de la ciudad salmantina como gran metrópoli cultural del viejo continente. El ágora monumental fue la escenificación de una de las legendarias estampas de la historia de la ciudad: El Cielo de Salamanca. Fue, al mismo tiempo, el arranque de la magna conmemoración, aunque realmente el 1 de enero no fue el día oficial de la inauguración del aluvión de fastos programados, dado que el solemne acto de apertura quedó fijado para casi tres semanas después, concretamente para el 19 de enero de 2002.

Con independencia del baile de fechas vinculado a la inauguración, resulta indudable y absolutamente indiscutible que aquel 1 de enero de 2002 se desató una auténtica borrachera cultural, que se materializó a lo largo de los doce meses posteriores en una programación repleta con un millar de actos de todos los pelajes. La ciudad se sumó a una espectacular ola cultural que sobrepasó las fronteras nacionales y alcanzó proyecciones planetarias. Buena prueba de ello que, nada más y nada menos, que tres millones de visitantes llegaron a Salamanca entre enero y diciembre de 2002, deslumbrados por la irresistible y atractiva imagen publicitaria de la Capitalidad Cultural Europea. La respuesta de la ciudadanía fue magnífica, con un porcentaje medio de asistencia a las actividades culturales que ascendió al 90%.

Los fastos de 2002 brillaron con luz propia e impregnaron con un esplendor sin precedentes a la ciudad del Tormes a lo largo de toda aquella inolvidable anualidad. Pese al paso del tiempo, afortunadamente los ecos perviven casi dos décadas después. Es cierto que el calendario ha avanzado inexorable y casi sin posibilidad real y una mínima tregua de mirar hacia atrás, de manera que nos acercamos ya al ocaso y al óbito definitivo del presente 2021, lo que significa que nos adentramos por los umbrales de la conmemoración del veinte aniversario de un acontecimiento que transformó la ciudad y la hizo ganar en autoestima, situándola de forma mucho más nítida, no solo en el mapa nacional, sino en el atlas internacional.

Acuerdo sin fisuras

¿Cómo rememorará Salamanca aquel año irrepetible?. Por ahora el primer paso lo ha dado ya el Ayuntamiento de Salamanca, cuyo pleno municipal refrendó por unanimidad el pasado mes de julio una moción para que el Consistorio se ponga manos a la obra para festejar por todo lo alto ese hermoso cumpleaños que serán los 20 años de la Capitalidad Cultural Europea.

Afortunadamente,, todos los partidos políticos con representación en actual corporación municipal -Partido Popular, Ciudadanos, PSOE, Izquierda Unida y Podemos- fueron capaces de desterrar sus habituales divergencias y consensuar, sin fisuras, el texto de una moción sobre la que deberá edificarse el programa del XX aniversario. Cierto es que por el momento no ha habido ningún avance concreto para dar forma y continuidad a la citada moción, pero desde luego el Ayuntamiento tiene muy claro que en 2022 hay que sumar esfuerzos para que 2002 vuelva a estar presente en el imaginario colectivo de todos los salmantinos.

Julián Lanzarote (alcalde de Salamanca en 2002), acompañado por Enrique Cabero

Cronología

El profesor titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Salamanca, Enrique Cabero, quien actualmente preside el Consejo Económico y Social de Castilla y León (CES), fue el cerebro y la mano imprescindible que hicieron posible él éxito del 2002, todo ello en su condición entonces de coordinador general de la Capitalidad Cultural Europea. Cabero recuerda perfectamente todas las vicisitudes que rodearon la elección de la capital del Tormes. "Salamanca fue designada Ciudad Europea de la Cultura del año 2002 por acuerdo del Consejo de Ministros de Cultura de la Unión Europea de 28 de mayo de 1998. Se lograba así una distinción ansiada por la ciudadanía desde que se creó por la Comisión Europea, pues siempre se pensó en Salamanca que la figura parecía perfecta para esta ciudad universitaria multisecular (desde 1218) y Ciudad Patrimonio de la Humanidad (desde 1988)", rememora Enrique Cabero.

La singular cronología del acontecimiento nos traslada inmediatamente al año 1999, según recapitula Cabero. Ese año "se suscribió un convenio por el Ayuntamiento de Salamanca, la Diputación Provincial, la Junta de Castilla y León, el Gobierno de España, la Universidad de Salamanca y Caja Duero para constituir el Consorcio Salamanca 2002 para el diseño y la gestión del acontecimiento". Precisamente, el Ayuntamiento de Salamanca consiguió que el Gobierno de España y la Junta de Castilla y León colaboraran ampliamente en la financiación de un ambicioso plan de creación de nuevas infraestructuras culturales. El Teatro Liceo, el Centro de Artes Escénicas y de la Música, el Centro de Arte DA2, la Sala de Exposiciones de Santo Domingo y el Multiusos Sánchez Paraíso fueron los grandes contenedores culturales de la programación a lo largo de 2002, tal como enumera Enrique Cabero. Pero también conviene recordar a Caja Duero, con su Teatro y su Sala de Exposiciones, así como a la Hospedería Fonseca de la USAL, que sumaron así nuevas infraestructuras culturales para la ciudad. Enrique Cabero también resalta las importantes inversiones privadas que se destinaron al crecimiento de la red alojativa de la ciudad, que se plasmó en la apertura de 22 nuevos hoteles. También de sumó al acontecimiento un Plan de Excelencia Turística, promovido por el Ayuntamiento y que contó también con la financiación tanto del Gobierno de España como de la Junta de Castilla y León.

Nuevas infraestructuras culturales

Enrique Cabero subraya que "el balance de 2002 fue muy positivo para Salamanca. Se dotó de las infraestructuras necesarias para ser una ciudad de cultura y de turismo cultural, así como de nuevos instrumentos municipales de gestión cultural y turística, creados en 2003 para sustituir al Consorcio Salamanca 2002", como fueron la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes y la Sociedad de Turismo. Además, "gracias a la implicación ciudadana, que siempre fue ejemplar, se avanzó en la autoestima de la ciudad como generadora de acontecimientos atractivos y de nuevas líneas de actividad económica y social". Ese cambio de mentalidad se concretó enseguida en otros acontecimientos singulares o periódicos, como Salamanca 2005- Plaza Mayor de Europa, el Festival de las Artes de Castilla y León (FÁCYL) o el Octavo Centenario de la Universidad de Salamanca (2018). 

La imagen renovada de Salamanca como ciudad de cultura posibilitó que "en un solo año visitaran la ciudad más de tres millones de visitantes, que se ampliara al turismo familiar la capacidad de atractivo real, y que se programaran, con gran participación, más de un millar de actividades culturales, a las que se sumaron otras iniciativas ciudadanas y de diversas entidades", destaca Enrique Cabero al echar la mirada atrás, no sin cierto sentimiento de nostalgia, hacia el 2002. Se sucedieron, asimismo, los patrocinios privados del acontecimiento (supusieron el cincuenta por ciento del presupuesto del Consorcio), dotando de gran relevancia al sistema de beneficios fiscales para acontecimientos de interés general. No es casualidad, matiza el excoordinador general, que la ley que continúa regulando en la actualidad a nivel estatal estos beneficios fiscales se aprobara, con el texto aplicado a Salamanca 2002, en diciembre de aquel año, como fue la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los incentivos fiscales al mecenazgo.

Además y tal como narra Enrique Cabero, el acontecimiento contó con sus sellos institucionales, su moneda, un sorteo extraordinario de la Lotería Nacional, la colección de los Cuponazos de la ONCE o el sorteo del oro de la Cruz Roja Española. También destacó el Voluntariado 2002, con un perfil claramente intergeneracional, que completó "la acogida siempre amable de la ciudadanía de Salamanca a todos los visitantes de la ciudad y facilitó la accesibilidad de todas y todas a los actos programados en las calles y en las nuevas infraestructuras culturales". También acogió la ciudad de Salamanca grandes reuniones institucionales, como, entre otros, la reunión del Consejo de Ministros de Cultura de la Unión Europea, el primer Congreso Internacional de Turismo Cultural y una extensa lista de encuentros y congresos, dentro de del programa de 'Salamanca. Ciudad de Encuentros y Saberes'.

Los protagonistas

El primer coordinador general del Consorcio Salamanca 2002 fue Juan Antonio Pérez Millán, coordinador de la Filmoteca de Castilla y León, nombrado en septiembre de 1999. Asumió este cargo en 2000 Enrique Cabero Morán, con Alberto Martín Expósito como coordinador ejecutivo de programación. Al final la programación preparada se realizó sin cambios a lo largo de 2002, con una adenda que se extendió durante el primer semestre de 2003, y los nuevos edificios culturales se inauguraron puntualmente, y a pleno rendimiento, en las fechas previstas en la programación.

Enrique Cabero subraya que la Capitalidad Cultural Europea de Salamanca se ha estudiado, por sus resultados, en diversas publicaciones y congresos. Aún sigue sirviendo de referencia para la preparación de candidaturas españolas y de ciudades de otros países. La participación de la ciudadanía y la consecución de consensos, pues el proyecto fue impulsado por el Ayuntamiento en épocas con alcaldes y mayorías diferentes, se destacan como causas del éxito de la capitalidad salmantina, y todo ello a pesar del escaso tiempo que tuvo para su preparación (en la actualidad las ciudades lo saben con casi diez años de anticipación).

Recuerda Enrique Cabero también "el feliz momento de la designación en 1998", año en el que él era vicerrector con competencias en materia de Cultura, del equipo del rector de la USAL, Ignacio Berdugo, y, en especial, la fecha de su designación, junto a Alberto Martín Expósito (entonces director del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca), como coordinador general. Insiste Enrique Cabero, al que siguen llamando instituciones y medios de comunicación para valorar las nuevas candidaturas de ciudades europeas, “en el agradecimiento a la ciudadanía de Salamanca, gran protagonista de la Capitalidad”, así como “en el interés suscitado a nivel provincial, autonómico y estatal, lo que motivó la implicación decidida de las administraciones y el gran patrocinio privado, con cifras difíciles de repetir en acontecimientos culturales". Sobresale también, por su excepcionalidad, el apoyo de la Universidad y de una entidad financiera como era Caja Duero.

Cabero recuerda que "se creó un gran equipo, capaz de diseñar y gestionar una programación tan extensa como plural, pues no hubo campo de la creación cultural que no estuviera presente (incluso la ópera, con un espectacular festival barroco de producción propia), el cine, con las coproducciones de 'Octavia', de Basilio Martín Patino, y de 'De Salamanca a ninguna parte', de Chema de la Peña y Gabriel Velázquez, o los ciclos de exposiciones de arte contemporáneo, y de lograr que los nuevos edificios culturales estuvieran acabados y en funcionamiento, con un alto nivel de exigencia técnica, en las fechas previstas. La gran experiencia en gestión cultural de Alberto Martín Expósito fue muy importante”. Y todo ello "se logró, a pesar de los medios limitados, gracias a las campañas públicas y las de los patrocinadores, una gran campaña de promoción de la ciudad, que renovó su imagen de ciudad universitaria y de cultura, bien continuada con lo desarrollado con motivo del Octavo Centenario de la Universidad de Salamanca en 2018, y que hizo que Salamanca se convirtiera sin duda en una ciudad de turismo cultural, patrimonial e idiomático”.

Un honor y mirada hacia el futuro

En su personal balance del 2002, Enrique Cabero derrocha sinceridad cuando confiesa que "para un salmantino profesor de la Universidad de Salamanca, ha sido un honor, a la vez que una responsabilidad extraordinaria, haber podido participar activa y directamente en la gestión de dos acontecimientos maravillosos, que recuerdo con todo mi cariño a diario, que considero especialmente positivos para Salamanca y su Universidad: la Capitalidad Cultural europea y el Octavo Centenario de la Universidad. Siempre me sentiré en deuda con la implicación generosa de tantas y tantas personas, con la ciudadanía y la comunidad universitaria, y con la dedicación de los medios de comunicación, que siempre han informado detallada y cuidadosamente de lo acontecido”.

Como conclusión final de la fructífera herencia del 2002 y con su mirada oteando el futuro de la ciudad, Enrique Cabero proclama que “Salamanca está en condiciones de afrontar cualquier reto colectivo, con participación real y la búsqueda del más amplio consenso. Ahora nos toca lograr que la creación y transferencia del conocimiento se transforme en más y mejor actividad económica y social, creadora de bienestar, empresa y empleo de calidad”.

Una de las esculturas de Rodin expuestas en el año 2002 en el Patio de Escuelas Menores de la Universidad