Pedro Calaza es doctor Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Santiago de Compostela. Doctor Arquitecto del Paisaje por la Universidad de Lisboa. Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Galicia, director de la Escuela Gallega del Paisaje de la Fundación Juana de Vega y Secretario del Consejo Gallego de Ingenierías. Miembro del Grupo de trabajo WG7 de bosques urbanos y periurbanos de la FAO, del Grupo de estudios do territorio de la Universidad de A Coruña y coordinador de la Comisión de Bosques Urbanos y Norma Granada de la AEPJP.
Hemos tenido la oportunidad de hablar con él sobre el plan de infraestructura verde de Salamanca, y sobre el diseño urbanístico enfocado a una mayor calidad de vida de las personas.
P.- A lo largo de tu trayectoria profesional, has abordado de una manera significativa la relación entre planificación urbanística y salud. ¿Cómo influye el diseño de las ciudades en la salud y calidad de vida de sus habitantes?
R.- El diseño de las ciudades es crítico para la salud y bienestar de sus ciudadanos, un buen diseño puede ser una poderosa herramienta para prevenir y curar diferentes tipos de enfermedades. Entre ellas, las denominadas enfermedades no transmisibles (ENT) son la causa de más del 92% de las muertes en España. En esta categoría destaca la Diabetus mellitus (una de las enfermedades que aparece entre las 10 causas más importantes de mortandad mundial) o la obesidad, ambas muy relacionadas con el sedentarismo. La OMS afirma que hay tres causas posibles de este tipo de enfermedades: el envejecimiento poblacional, la globalización y el urbanismo. Es por tanto, una influencia evidenciada desde hace tiempo.
En el panorama internacional es un tema de profundo debate y de investigaciones académicas y científicas que ha subrayado la importancia de planificar mejor las ciudades, especialmente mediante el uso de la naturaleza. En ese sentido, han aparecido teorías que relacionan la salud con el contacto con la naturaleza como la Biofilia (Wilson, 1984), la Teoría de la Reducción de Stress (Ulrich, 1984) o la de Restauración de la Atención (Kaplan y Kaplan, 1989), o incluso enfermedades nuevas como el Desorden de Déficit de Naturaleza de Richard Louv, que provoca problemas de salud especialmente en niños sin contacto con escenarios naturales.
A ello hay que sumarle la aparición de nuevas enfermedades como el COVID19, denominadas enfermedades nuevas transmisibles, que han puesto de manifiesto la necesidad imperiosa de contactar con elementos naturales, especialmente en las ciudades.
Por tanto, y sin ánimo de ser exhaustivo, el diseño urbano debe integrar planteamientos que hibriden naturaleza y urbanismo, optimizando los beneficios de regulación ambiental, que permitan acceder a rutas peatonales que faciliten la movilidad y que garanticen la equidad ambiental y la cohesión social.
P.- En un contexto sanitario como en el que nos encontramos, en un momento en el que la salud se ha convertido prácticamente en la primera preocupación de la ciudadanía, ¿es un momento de oportunidad para impulsar un diseño urbanístico en clave verde?
R.- Creo que nos encontramos en un buen momento, impulsado en cierta medida también por el COVID-19, para replantearnos la forma de diseño urbano. Los planteamientos de salud pública ya empiezan a incluir a profesionales de otras disciplinas como la ingeniería, la arquitectura, la sociología, etc., es lo que se denomina la medicina plus, que integra esas múltiples visiones para generar lugares más agradables para vivir. El diseño urbano óptimo debe ser el resultado de los solapes entre el urbanismo, la naturaleza y la salud, generando soluciones basadas en la denominada salud espacial.
Hoy en día estamos en un momento importante de cambio de paradigma de parques y jardines hacia el concepto de infraestructura verde
P.- ¿Crees que se le da suficiente importancia a los espacios verdes en las ciudades? ¿Cuál es su papel?
R.- Tradicionalmente los espacios verdes urbanos son entendidos especialmente como espacios de disfrute y de ocio donde predominan los valores estéticos. Ya en el siglo XIX empezaron a posicionarse por otros valores como los salutogénicos, aunque realmente tienen muchos más beneficios como los de regulación o mitigación de los efectos del cambio climático. Hoy en día estamos en un momento importante de cambio de paradigma de parques y jardines hacia el concepto de infraestructura verde, un concepto holístico, integral y multifuncional. Un sistema de espacios verdes no es infraestructura verde, para conseguir alcanzarla, se debe garantizar la conectividad para optimizar el flujo ecológico y el adecuado funcionamiento de los ecosistemas, es decir, se debe replantear también el diseño urbano utilizando esta herramienta de planificación territorial: la infraestructura verde. Si logramos crear estas redes obtendremos un gran número de beneficios que se clasifican en tres tipos: provisión regulación y cultural. Entre los primeros podríamos citar por ejemplo el agua, las setas, los frutos del bosque, los huertos urbanos o la fruta de los árboles frutales; entre los segundos la regulación térmica, la generación de sombra o la regulación del ciclo hidrológico; por último, en el tercer grupo podríamos incluir el ocio, la actividad física, la ciencia, la divulgación o la salud.
P.- ¿Cómo trasladar a la ciudadanía la importancia de la infraestructura verde en su día a día y ponerla en valor?
R.- La infraestructura verde debe ser diseñada con procesos que incluyan la participación pública, pero no sólo en fase de planificación, sino también de implementación y gestión. Los elementos de la infraestructura verde son espacios de gran valor para la mejora de la cohesión social, uno de los mayores problemas que nos azotan, especialmente en medio urbano. La gobernancia, potenciar la curiosidad, la información y la divulgación son clave.
También es importante comentar que hay experiencias positivas vinculadas a financiar la construcción o acondicionamiento de espacios privados para integrar soluciones basadas en la naturaleza. La ciudad de Berlín empezó en 1984, nosotros vamos un poco más lentos…
P.- La ciudad de Salamanca se marca el objetivo de implementar una estrategia de infraestructura verde con la peculiaridad de ser una ciudad patrimonio de la humanidad ¿supone un reto mayor que para una ciudad que no ostente esa categoría?
Salamanca es una ciudad maravillosa que tiene una complejidad endémica por su configuración, patrimonio y valores especiales
R.- Salamanca es una ciudad maravillosa que tiene una complejidad endémica por su configuración, patrimonio y valores especiales. Es muy diferente y más sencillo implementar soluciones basadas en la naturaleza, integrar una infraestructura verde en una ciudad ex novo o menos densa que ella. El modelo de infraestructura verde en muchas ciudades norteamericanas es bastante sencillo, pero son urbes relativamente recientes. En Europa, en general, y en España, en particular, tenemos una gran historia y un patrimonio que se remonta a miles de años y es muchísimo más complejo. Salamanca es un buen ejemplo, una ciudad rica con un trazado y condicionantes fortísimos de diferentes tipos que dificultan el objetivo, pero es un gran reto… hay experiencias en algunas ciudades italianas para crear por ejemplos recorridos ecológicos que tengan tramos por zonas patrimoniales donde los pavimentos históricos actúan a modo de corredores culturales.
Es complicado, pero creo que la propuesta que se ha gestado es una gran apuesta.
P.- ¿Hasta que punto es importante conectar el verde urbano con la naturaleza que la rodea, no sólo desde el punto de vista de flora y fauna, sino también para el ciudadano?
R.- Desde mi punto de vista, resulta crítica esta conexión desde diferentes prismas, primero porque para garantizar una adecuada red de infraestructura verde, deben conectarse los elementos que configuran la red interna con la vegetación perimetral para garantizar los procesos y el flujo ecológico, por otro lado, esta conectividad puede mejorar y garantizar la accesibilidad de la ciudadanía desde diferentes puntos de la ciudad y tercero, porque con esa conexión se consigue una mejor y mayor interacción con la ciudadanía, abriendo un campo de conocimiento y divulgación de la naturaleza urbana y periurbana, mejorando el conocimiento y la concienciación social. Recordemos también que la salud y el bienestar puede mejorar ostensiblemente con ese contacto con la naturaleza y una de las formas es también con rutas e itinerarios en diferentes escenarios naturales, algunos más antropizados, pero otros más naturales, que son los que normalmente existen en las zonas externas de las ciudades.
P.- Implantar soluciones basadas en la naturaleza en las ciudades puede ayudar a mitigar el cambio climático, ¿puede hacerlas también más competitivas respecto a otras que no lo hacen?R.- Las soluciones basadas en la naturaleza entendidas como acciones para proteger, gestionar y restaurar los ecosistemas naturales o modificados son multifuncionales y una de ellas es hacer frente a los efectos adversos del cambio climático. En ese sentido, son realmente utilizables para proveer servicios ecosistémicos de regulación, mejorando la resiliencia territorial y proporcionando enormes beneficios como la regulación térmica, proporcionar sombra, regulación hidrológica, control de la erosión, etc.… ello se traduce tanto en una mejora de las condiciones ambientales como en un redundamiento positivo en lo relacionado con la salud. En definitiva, son efectivamente mucho más competitivas que otras soluciones y también es mucho más inteligente utilizar este tipo de medidas frente a otras de carácter más duro o menos multifuncional. Ello conlleva incluir soluciones donde no se prime la parte estética, sino que se prime también la parte de funcionamiento ecológico para obtener los mejores resultados.