La historia de la ciudad de Salamanca está escrita en las páginas más gloriosas de la Literatura Española. Es el barrio del Arrabal del Puente -romano- y el río Tormes, al que se asocia el 'Lazarillo de Tormes' y, también, la leyenda del Lunes de Aguas.
El Arrabal del Puente es una de las zonas con más historia de la ciudad junto al Teso de la Feria. Sus primeras referencias se remontan a la Edad Media, cuando era zona de paso de los peregrinos por la Vía de la Plata y lugar para guardar gran parte del ganado de la ciudad. De hecho, la zona que hoy ocupa el Parador de Salamanca estaba cercada, por eso se la llama Teso de la Feria. Allí aguardaban las reses a la espera de su venta o sacrificio.
En la parte baja, junto al río Tormes, estaban molinos y viviendas humildes de planta baja, una fisonomía que más o menos se mantiene en la actualidad. Son edificios de escasa altura para no suponer un impacto visual hacia la silueta de la que gozan al otro lado del río, el conjunto catedralicio de Salamanca con sus torres de los templos que se reparten por el casco histórico.
Espacio ligado el río Tormes
La ubicación de este barrio está intrínsecamente ligada al devenir del Tormes. El Arrabal prácticamente desapareció en la riada de San Policarpo el 26 de enero de 1626. Este desbordamiento provocó 142 muertes, afectó a más de 1.500 viviendas y destruyó infraestructuras vitales para el correcto funcionamiento de la ciudad. El Arrabal quedó totalmente inundado. Incluso el Puente Romano sufrió graves desperfectos en cuatro de sus arcos, debiendo ser restaurado en gran parte durante el reinado de Felipe IV.
Durante siglos este barrio permaneció atento a los caprichos del río. Numerosas fueron las riadas, al igual que las inundaciones y las correspondientes pérdidas materiales. Porque en otras ocasiones la sequía transformó el barrio en un auténtico desierto donde, ironías de la vida, apenas había agua potable para subsistir salvo la de aquellos pozos que indagaban en las entrañas de la tierra.
Todo ello hasta que en la segunda mitad del siglo XX, allá por los años sesenta, se construyó la presa de Santa Teresa y se reguló el caudal del río Tormes. Los vecinos del Arrabal respiraron aliviados, miles de hectáreas se transformaron en zona de regadío y el suministro de agua quedó garantizado. De aquellos siglos todavía se conserva la pesquera recientemente destruida con la Harinera El Sur, que a su vez sustituyó a la aceña del Muradal y que actualmente es el Casino del Tormes, al otro lado del río.
La iglesia Vieja del Arrabal de la Santísima Trinidad
Pero también perdura la iglesia Vieja del Arrabal, dedicada a la Santísima Trinidad, una iglesia románica del siglo XII que muestra el fervor que siempre profesó este barrio. Fue fundada por un caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén y ocupada por religiosos trinitarios, además de servir de estancia a dominicos y emparedadas. Fue abandonada en los años 1950, una vez que dejó de ser practicable para el culto, trasladándose la actividad a la Iglesia Nueva del Arrabal. Pero al llegar el siglo XXI las tornas cambiaron y recuperó su culto sobre el nuevo templo. Incluso durante su restauración fue descubierta una pintura mural al desprenderse parte de la cal. Porque esta zona de Salamanca siempre fue altar de fe.
Prueba de ello es la romería que tradicionalmente tiene lugar la víspera de Pentecostés con la Virgen de la Encarnación. Una imagen tan venerada como singular, con manto blanco y bordado de oro, así como una corona dorada. Una talla que vuelve a congregar a cientos de salmantinos tras unas décadas con escasez de fieles. Antaño las plazas del Arrabal se llenaban de atracciones y comerciantes, al igual que ocurre una semana después en Tejares con la Virgen de la Salud. Poco a poco va recuperando esta tradición.
En la actualidad, desaparecidas las casas que estaban a la orilla del Tormes, solo quedan la iglesia de Santiago, el Puente Romano, el verraco vetón y la escultura del Lazarillo de Tormes. En el lado derecho del cauce, junto a la Escuela Santiago 1 en lo que fue la fábrica de curtidos de Félix Herrera, y la Fábrica de Harinas, hoy Casino.