Desde que la activista medioambiental sueca Greta Thunberg comenzó a visibilizar las consecuencias del cambio climático a los 16 años, la sociedad ha experimentado un gran cambio, con acciones que abarcan desde las altas esferas hasta pequeños grupos locales, todas ellas involucrando a un gran número de personas. Todos movidos por un mismo objetivo: reducir el impacto en el medio ambiente. Solo en Salamanca se pueden encontrar iniciativas como la Oficina Verde de la USAL, el programa municipal de voluntariado ‘VoluntaS’, la propuesta de la Diputación con la Fundación Tormes, y otras que se hacen con carácter particular, como son la de Kaolaola o Fridays For Future. La Agencia Ical acompaña a ambas en una jornada de trabajo para conocer sus motivaciones.
“Hay una necesidad en el mundo”
Un grupo de jóvenes se congregan en el Puente Romano para hacer una batida de recogida de basura del río. Son los integrantes de Kaolaola, el proyecto ecológico de Molokai, que forma parte de Cáritas y de la Delegación de la Pastoral de Salamanca. Allí encuentran de todo: cantidades ingentes de toallitas, botellas y otros envases, que separan cuidadosamente en bolsas para después reciclarlo. El coordinador de la actividad, Javier de Dios, explica que el grupo trabaja en distintos ámbitos, como las personas sin hogar o la infancia, y empezaron a hacer también este tipo de voluntariado “porque Molokai se dedica a eso, a cuidar de lo más necesitado, y ahora una de las cosas más necesitadas es la naturaleza”.
Asegura que no hay un perfil de participantes, ni siquiera de edad, ya que hay desde estudiantes hasta trabajadores. En cuanto a las motivaciones, al contrario de lo que cabría pensar de personas interesadas en el campo, la realidad es que los voluntarios de Kaolaola sienten “la necesidad de que tenemos que hacer un cambio, de que o lo hacemos nosotros o no nos lo va a hacer nadie”. Además, hay una implicación personal en la que “con una acción se ayuda a la naturaleza y a uno mismo”.
Una de las voluntarias, Cristina López, considera que hay un cambio en la mentalidad respecto al medioambiente de las nuevas generaciones porque “somos más sensibles y más insensibles, tenemos los dos extremos”. Matiza que “antes le daba igual a la gente, pero ahora quien está concienciado está muy concienciado y quien no lo está, pasa totalmente”. En este sentido, el coordinador apunta a la colaboración entre organizaciones de ecología: “muchas veces parece que estamos un poco en competencia entre nosotros y realmente no es así”. De hecho, habitualmente organizan actividades en conjunto, “y es muy bonito de ver, porque lo que no tienen unas lo tienen otras y juntos nos combinamos”, añade.
En cuanto a la implicación política y de la sociedad, asegura que más que organizar recogidas de basura, lo necesario sería una política que ayude en este sentido, aunque lo prioritario es hacer un cambio de concienciación desde la infancia. “Faltan medidas políticas, pero hay que hacer una concienciación desde que somos pequeños, porque en clase te dicen lo que hay que hacer pero no cómo, te tienes que buscar la vida”, subraya.
Acción directa por proyectos
Caso diferente es el de Fridays For Future, un movimiento a nivel mundial, que tiene numerosas líneas, pasando por manifestaciones o performances, hasta formaciones en colegios, o lo que ellos llaman la acción directa para declarar un impacto real en el medio con la regeneración del territorio. Precisamente, una de las actividades que incluye esta última es la reforestación de árboles. Más de 50 personas viajan en autobús hasta Cantalpino cargados de herramientas en una jornada en la que también conciencian sobre la importancia de preservar el ecosistema de la zona. Con una mayoría clara de estudiantes y alguna persona de mayor edad se presentan uno a uno: tienen nacionalidades muy diversas y proceden de ramas de todo tipo: ambientólogos, educación, ingenieros o médicos son algunas de ellas.
Tania Anaya y Paula Mariel Reyes explican a Ical que el punto en común entre todos ellos es que son “gente concienciada, crítica, sabemos que el cambio climático está afectando ya a las sociedades y al entorno” y, al igual que en el caso anterior, consideran que si ellos no hacen nada, “los que vienen quizá no van a tener oportunidad de hacer algo porque ya va a ser demasiado tarde”. En este movimiento horizontal trabajan por proyectos, de manera que las personas más identificadas con algo se puedan centrar en ello. “Así logramos que surjan un montón de cosas porque cada quien encuentra un aspecto que le apasione más”, subraya Paula Mariel.
Detallan que el perfil medio de los miembros de Fridays For Future varía en función del país y de la ciudad. Mientras en algunos países lo integran estudiantes de instituto, en Salamanca son universitarios especialmente, aunque no de la propia provincia, precisamente por el carácter universitario de la ciudad, lo que implica que cada año llegue gente nueva, pero que esos mismos también vuelvan a sus ciudades de origen. Según detallan, en el grupo no está representada la comunidad universitaria estadísticamente, a pesar de que “toda la Universidad debería estar aquí”, afirman.
En este sentido, sobre la diferencia de la implicación de los jóvenes con el medio ambiente respecto a las generaciones anteriores, tienen posiciones diferentes. Paula Mariel Reyes opina que esta generación “no es que esté más concienciada, si no que tiene más información”, aunque no siempre se use de manera productiva. Y añade que “la anterior tenía más conciencia de una forma práctica, porque iban al negocio de la esquina con su bolsa de tela o cultivaban sus propias cosas, indirectamente colaboraban más con el medio ambiente de lo que nosotros hacemos ahora”. Tania Anaya difiere aseverando que “a nuestros abuelos no les quedaba otra que ir a comprar al mercado de al lado, ahora la globalización y el capitalismo han unido todos los extremos del mundo, pero realmente ha hecho que el consumo sea mucho menos sostenible que lo que era antes”. Y duda que las generaciones que vienen detrás puedan estar realmente concienciadas porque “tienen una desinformación terrible”.
Asimismo, apelan a la necesidad de los gobiernos de tomar medidas “ambiciosas y urgentes”, no a corto plazo, porque “reforestar no sirve de nada si por otro lado estamos deforestando”. En este sentido, recriminan al Ayuntamiento de la ciudad las talas de árboles viejos para hacer un aparcamiento. “Dice que es un Ayuntamiento verde y está sacando árboles para poner más coches en la ciudad”, critican. “De nada me vale reforestar una zona si luego para hacer un carril bici vas a echar asfalto en una zona natural”, añaden. Por eso, piden coherencia: “Los pequeños detalles de hacer las cosas bien o regular marcan mucho la diferencia”.