La discapacidad visual no es un impedimento para realizar aquello que te apasiona, es un mensaje que tiene claro Pablo Sánchez Mollón, un zamorano de Fuentelapeña residente en Salamanca desde hace más de 30 años, siempre por la calle con su chapa 'Tengo Baja Visión' por si de por medio llega algún despistado. Porque, a su entender, el deporte puede ser una salvación, un refugio para afrontar nuevos retos en la vida. Eso piensa Pablo Mollón, así como tantas otras personas que se encuentran en una situación similar, que no duda en apuntarse a correr maratones por todos los rincones de España y Portugal.
Pablo, de 61 años, desde hace 10 años sufre una enfermedad llamada retinosis pigmentaria, que implica ceguera legal, y baja visión reducida a tres grados y medio en el ojo izquierdo y cuatro en el derecho, lo que legalmente es una ceguera. Puede leer un ordenador o ver una sombra del color de la indumentaria de su guía, pero ve muy poco. Sánchez Mollón es uno de los ocho corredores ciegos que participaron en el Maratón de Madrid gracias al programa 'Comparte tu energía', de EDP, que paga sus dorsales y patrocina en las carreras, además de permitirles acceder a una plataforma en la que contactar con guías voluntarios que marquen su camino cuando entrenan. A pesar de ello, entrena varias veces a la semana junto a Javier Hervalejo, también de Salamanca, que ya le ha acompañado en varias carreras como guía, a su hija, o a Chabela de la Torre.
P.- Pablo, ¿cuál ha sido el camino para llegar a este momento personal y deportivo?
R.- Hace nueve años pasé un examen habitual presionado por mi hermana, porque yo no iba nunca aunque los dos teníamos la misma patología. La sorpresa llegó cuando la doctora me dijo que si lo que íbamos buscando era un certificado de discapacidad y yo me asusté. Le dije que no, que íbamos a realizar una revisión ordinaria de mis ojos. Y me respondió, ¿pero usted sabe lo que tiene? Le dije, sí, retinosis pigmentaria. Me había aprendido el nombre como un mantra, o sea, como si tienes un catarro total en tu vida. Pero no era consciente de la enfermedad, y la doctora no hacía más que mirarme. Le dije que acabáramos pronto que me tenía que ir a Valladolid corriendo a visitar un colegio. Y me preguntó incrédula, ¿pero usted conduce? Sí, le respondí, tengo dos millones de kilómetros encima de toda mi vida. He trabajado en el sector editorial en la venta de libros. Entonces me dijo que me enviaba el informe a casa y que me dirigiese a una asociación. Pero en la asociación ponía ONCE, y me pregunté qué tendrá que ver la ONCE con la Asociación de Retinosis. Abro la puerta y digo, aquí no es porque hay cuatro personas con gafas negras totales. Claro, me explicaron, es que hay gente con retinosis de diversos grados. A partir de ahí ingresé en la asociación y me hicieron un examen exhaustivo en el Río Hortega de Valladolid. Y fue cuando me enfrenté a la realidad, a las posibilidades que tenía en la vida desde ese momento.
P.- A partir de ese momento hubo un antes y un después en su vida.
R.- Me dijeron que tenía parámetros para estar dentro de la ONCE, lo cual quiere decir que no ves nada y tu vida desde ese momento se llena de inseguridades. No sabes qué hacer, no sabes hacia dónde tirar y lo pasas mal. Crees que la gente y la familia no te entienden. Seguí trabajando, yo no me veía imposibilitado porque era un apasionado de mi trabajo. Soy especialista en literatura infantil y era la que vendía como comercial. Todo lo que quería, de la noche a la mañana, lo pierden cuando te dicen que no puedes. Y comencé con la Seguridad Social a iniciar el proceso de discapacidad. Pero rompí todo el expediente y me fui para mi casa. Cómo era posible que hubiera estado toda la vida conduciendo en esas condiciones, porque si no me hubiesen dicho nada, habría seguido igual. Y, de hecho, todavía fui capaz de seguir un año más. Ya la familia no quería montar conmigo en el coche, y se me creaban muchas inseguridades. Una sorpresa fue cuando hablé con la empresa, pensando que me iban a dar una media pensión, para que yo pudiese continuar trabajando. Me llegó la resolución de la Seguridad Social con incapacidad absoluta. Eso quiere decir que pierdes toda la relación con tu trabajo. Me pasé tres meses sentado en un sofá, sin ganas de nada, sin saber qué hacer, cómo sería mi vida a partir de ese momento. Y fue cuando, en un momento determinado con la ayuda de mi familia, descubrí el deporte para pacientes con retinosis pigmentaria.
Cuando me dieron la resolución de incapacidad total me pasé tres meses sin ganas de nada, sin saber qué hacer, cómo sería mi vida a partir de ese momento
P.- Explíquenos que es la retinosis pigmentaria.
R.- Es una enfermedad hereditaria, que está considerada con enfermedad rara, que quiere decir que no tenemos curación y que es degenerativa. En mi caso, afecta al campo de visión. Para que te hagas una idea, tú tienes un campo de visión aproximado de 180 grados entre los dos ojos, mientras que yo tengo ahora mismo seis grados en un ojo y cuatro grados en el otro. Mi agudeza es perfecta. Eso me permite verte los ojos sobre tu cara, con perfección, poner un WhatsApp o correr. Pero yo no veo ya lo que hay al lado. Si veo tus ojos con tus gafas, tu nariz, pero tu boca ya no la veo. Es una limitación del campo visual muy grande y, como te he dicho, es una enfermedad rara y hereditaria. En mi caso viene por parte materna. Dos hermanos, de los tres que somos, la padecemos. No tiene solución hasta que un investigador sea capaz de trabajar sobre el gen que tenemos alterado, y hacer una corta pega de la secuenciación genética, de tal forma que nos vuelva a dejar perfectos.
P.- ¿Cómo es la vida de un paciente con retinosis pigmentaria?
R.- Conozco gente de mi misma situación que cuando le diagnostican la enfermedad se acobarda. Todo depende un poco de como afrontes la vida y de la capacidad que tengas, como es mi caso, con la poca visión que tengo. Soy capaz de desenvolverme con aparente normalidad. Aún teniendo un montón de dificultades por delante. Por ponerte un ejemplo, yo he dejado de montar en bicicleta. Me resistí hasta el último momento, porque salía con un grupo de tres chavales. Les dije que no podía seguir porque no veía por dónde iba. Tengo unas rutinas establecidas, hago muchas cosas en la Universidad Pontificia, a la que bajo todas las tardes siempre por los mismos sitios. Cada vez que el Ayuntamiento altera alguno de los lugares, ya no controlo, como es el caso de los bancos, ya que a mí no me avisan de que hay bancos, y por eso, soy carne de cañón.
P.- Y en esto llegó el deporte.
R.- Es curioso, porque siempre me ha gustado el deporte, pero en esta intensidad que yo lo he practicado en los últimos años, nunca. Surgió de la forma más natural. Un grupo de gente que estaba en el gimnasio del Multiusos me animó a salir a correr. Primero haces un kilómetro y después a dos kilómetros, después hace cinco, y después haces una carrera de diez kilómetros, te preparas para una maratón y de repente haces una marcha. Es algo increíble. Para mí, el deporte ha sido un refugio absoluto junto a la Universidad. Siempre lo digo, el deporte es una fuente inagotable de salud física y psíquica. Me ha ayudado absolutamente a superar todas las barreras, porque una persona ciega con retinosis pigmentaria haga una maratón, es algo no normal. Como también salir a entrenar todos los días, y la capacidad de trabajo y de compromiso que eso comporta.
P.- Pero hasta correr una maratón...
R.- Una maratón es una prueba deportiva muy dura. Son maratones, no paralímpicos, sino que se corre junto al resto de corredores profesionales o aficionados. Hasta el punto que los grandes campeones, como Martín Fiz, nos ayudan y animan. La maratón la hago a través de la plataforma 'Comparte tu energía', que son los que nos patrocinan a la gente que tenemos discapacidad visual. Cuando estamos con Martín Fiz, que es nuestra alma, cuando vamos a participar a este tipo de pruebas se alegran, te animan y te motivan. El mismo Chema Martínez dijo en una entrevista, donde salí en una foto con él, aquí lo importante eres tú.
Correr una maratón es una prueba muy dura, son 40 kms junto a corredores profesionales, no paralímpicos. Los grandes campeones como Martín Fiz, nuestra alma, se alegran, te animan y te motivan
P.- Todo un reto personal, Pablo.
R.- Es un reto en el ámbito personal y emocional. Es una satisfacción enorme poder correr y hacer una buena marca en una maratón, que son nada más y nada menos que 42 kilómetros de recorrido. El mejor tiempo lo tengo en Valencia, de 2017 o 2018, en 3h 44'. Para mí eso es una barbaridad correr a 5' 17'' o 5' 18'' cada kilómetro. Tiene mucho que ver la preparación de la maratón y los guías. El guía es un compañero que va a tu lado, porque cuando corro no lo hago enganchado como ocurre normalmente a un ciego que va enganchado a su guía. En Valencia hemos podido salir dieciocho personas. A mí eso me produce una claustrofobia enorme, lo que hago es que me pongo siempre detrás de la fila 10 en la salida, y en el kilómetro 6, 7 u 8 ya está definida la carrera. Entonces cada uno va más o menos en el tiempo que acabará la prueba, porque la carrera está abierta, y al ser muy larga, los galgos van adelante, los más troncos van atrás y nos ponemos en paralelo para correr. Yo voy corriendo en paralelo, casi rozando a mi guía y nos vamos acompañando. Se me ha dado el caso de perderlo en una maratón en el kilómetro 21 en Valencia. Se hacía pis y buscó un alivio. Aflojé un poco mientras iba a hacer su necesidad. Pensé, aflojo la marcha y después me recupero, pero ya habíamos pasado el kilómetro 22, con lo cual la carrera ya estaba muy despejada. Vi que estaba perdiendo ritmo y miré mi reloj, y el crono marcaba un tiempo brutal para mí, hacer 3h 44' en una maratón, ni me lo imaginaba. Dije, no paro y voy a arrear que van para delante. Entré en meta y el guía entró un minuto después que yo, porque no había podido entrar en los baños, pero mucho más fuerte que yo. Y volé, la verdad.
P.- Con su estupenda experiencia de vida, ¿qué le aconseja a quien tenga que pasar por una circunstancia como la suya, sea de cualquier índole?
R.- Lo primero hay que rodearse siempre de gente positiva en la vida, con personas que te aporten, que te ayuden y en la que tú creas que puede aportarte positividad. Las enfermedades, en mi caso particular, son una continua adaptación a una situación peor, porque estoy empeorando continuamente. Ahora estoy en un periodo de bajón increíble porque no sé cómo voy a acabar. No sé si acabaré ciego o no, espero que no por lo que pude comprobar con mi madre, que dentro de sus limitaciones se defendía. Continuamente debo estar superando el trauma de saber que mañana puedo estar peor, y eso no puede condicionar la vida. Hago mi vida normal e intento superar el bajón que tenga adaptándolo a la nueva situación. Si ahora tengo que dejar de montar en bici, dejo de montar en bici. Pero la pregunta que me has hecho es qué aconsejaría yo a la gente. Partiendo de la experiencia del día a día que te he contado, le aconsejo que se adapte siempre a la situación en la que esté, que tome posición de donde está y, a partir de ahí, que intente crecer. Es muy importante tener un espíritu positivo, de lucha, y gente alrededor que te motive y anime.
P.- Finalmente, ¿cuál es el próximo reto para Pablo Sánchez Mollón?
R.- Uf El próximo reto es poder seguir corriendo, poder disfrutar porque me encanta el deporte. El próximo reto lo tengo el domingo en una carrera que me da muchísimo miedo, porque yo no veo por dónde piso, porque siempre que corro en asfalto. Cuando corro una cross, que es por camino, no veo por dónde voy. Entonces me acompaña mi hija en esta carrera, que es la primera carrera con su compañía, porque me conoce muy bien y ella sabe que cuando haya un charco me tiene que parar y decir papá, vamos a parar, y saltar el charco. Solo pienso en el mañana, no me fijo metas a largo plazo, todo lo que sea es con responsabilidad. Y, finalmente, la siguiente será la San Silvestre de Salamanca. Si me deja Molinero salir adelante.
Molinero es el director de la San Silvestre y "no hace más que poner pegas" a que Pablo pueda correr. En la edición de hoy del periódico se explica esta situación.