La mula, el caballo, la paja, la fogata, los puestos, José, María… y el niño Jesús. Al belén viviente de El Encinar, en Salamanca, no le falta de nada para asemejarse lo máximo posible al tradicional portal de Belén. Eso sí, con algunas incorporaciones como los villancicos de fondo, el chocolate caliente o un niño Jesús con cierto parecido a un Nenuco.
La iniciativa forma parte de la tercera edición del circuito de belenes vivientes que organiza la Diputación de Salamanca con los ayuntamientos y asociaciones de vecinos. Diez belenes divididos en nueve municipios, que harán sus correspondientes representaciones hasta el 2 de enero. En cada una de las ‘funciones’ cada uno aprovechará las singularidades de la zona para hacer una puesta de escena diferente. Así, por ejemplo, en Puerto de Béjar transformaron unos antiguos lavaderos en un sorprendente belén acuático, y en Sorihuela representarán un belén etnográfico que bailará al son del tamboril.
Los belenes vivientes forman parte de las acciones del Plan Estratégico de Turismo 2020-2021, especialmente vinculadas al turismo religioso en la que se unen tradición y turismo, de manera que se amplíe así la oferta turística durante los meses de invierno. Según explica el diputado de Turismo, Javier García Hidalgo, a la Agencia Ical, la iniciativa busca desestacionalizar el turismo, ampliando la oferta en los meses en los que habitualmente se recibe menor demanda de visitantes, debido al parón del circuito de matanzas por la campaña navideña. Añade que “en estas fechas el turista necesita incentivos y oferta y nosotros se la ofrecemos”.
Y aunque la intención es que este circuito vaya creciendo, “no hay un objetivo de llegar a 20 municipios, queremos que los pueblos se dinamicen y se mueva el turismo, que las políticas redunden en beneficio del territorio”, apunta el diputado. Las dos ediciones anteriores la iniciativa tuvo mucho éxito entre los vecinos y el público, aunque este año la situación es de expectación debido al COVID, reconoce.
Aprovechamiento de recursos
“Cada belén tiene sus recursos y fortalezas, y cada uno explota el potencial que tiene en torno al casco urbano del municipio. Cada municipio utiliza estos recursos para llevar a cabo la singularidad”, detalla García Hidalgo. Y la provincia de Salamanca es tan amplia y variada, que admite que “la diversidad de nuestro territorio es tan dispar que hace que, en un futuro crecimiento, puedan tener encaje muchos lugares de nuestra provincia”.
Fue precisamente el caso de una de las primeras paradas del circuito, El Encinar, que disfrutó de una animada jornada en el patio del colegio, que hizo de escenario. Casi un centenar de vecinos de todas las edades se animaron a participar recreando el belén, construyendo sus propios puestos de madera, disfrazándose y colaborando para que todo saliese bien al más puro estilo navideño.
La concejala de Cultura, Festejos, Urbanismo, Compras y Consumo de Terradillos, Mónica López, alabó a los vecinos, quienes estuvieron organizando los preparativos durante más de un mes “para que sea lo más original y trabajado posible”. A pesar de que es el tercer año que organizan el belén, es el primero que se incluye dentro del circuito de la Diputación, algo que da más visibilidad y ayuda a que sea más visto, reconoce. “Intentamos superarnos cada año y ofrecemos todo lo posible”, explica. Tanto es así que allí se pudieron ver puestos de todo tipo: carpintería, alfarería, hilanderas, chocolatería, lavandería, castañas, patatas asadas, y un corral de animales. El Ayuntamiento, por su parte, ofreció el chocolate con churros y la castañada.
Por su parte, María y San José, encarnados en Anabella Blanco y David García, permanecían en el pesebre junto al fuego para no perder el calor. Mientras ella participó en las anteriores ediciones, para él fue su primera vez, ya que acaba de mudarse a la urbanización y vio la ocasión perfecta de involucrarse en las actividades del pueblo. La ‘Virgen María’ se mostraba “encantada” por poder disfrutar de la compañía de sus vecinos: “después de lo que estamos viviendo, volver a juntarnos todos, con las medidas, nos hace tener un poquito de normalidad”.
Los animales también dan “mucha vida al belén”, según reconoce su dueño Esteban, ya que muchos quieren fotos con ellos y los acarician, y para otros es una oportunidad de poder verlos, que de otra forma no podría. Y aunque este año fue el turno de mostrar un caballo y un burro, ha ido cambiando: también pasaron por el belén viviente cabras, cerdos u ovejas.
Casi a la puerta, junto al pozo, a orillas de un río improvisado, se encuentras las tres lavanderas, Pili, Marisa y Marisol, que cierran una animada visita. Con la cuerda de tender detrás, con pantalones y calzoncillos colgados, cuentan entre risas que todos loa años interpretan el mismo papel “porque dejamos todo tan limpio que repetimos año tras año, ya es tradición”. Consideran que “nos divertimos mucho, no solo ahora, también en la preparación” porque la gente se anima y acuden todos los vecinos a disfrutar de algo que los constituye un poquito más como comunidad.