El bonito pueblo serrano de Miranda del Castañar volverá a llenarse de magia con su Procesión de los Candiles cada 7 de septiembre en la víspera de su patronl, en una noche en torno al fuego y la luz, como catalizador, y la tradición, como vehículo de invocación, invitando a la comunión de personas, sentimientos y elementos.

Por eso, es el día de una de las tradiciones con más encanto y emblemáticas de la provincia de Salamanca. Cada año, al anochecer del 7 de septiembre una atmósfera especial se apodera de la villa serrana de Miranda del Castañar, es la ‘Noche de los Candiles’, una procesión ancestral en honor de la Virgen de la Cuesta, declarada en 2017 por la Junta d Castilla y León Fiesta de Interés Turístico Regional.

Los pueblos de la Sierra de Francia, por suerte, guardan sus tradiciones como un preciado tesoro que muestran al mundo como una auténtica reliquia y viven con fervorosa pasión y devoción. Así ocurre en la fiesta de Nuestra Señora de La Cuesta, con su ancestral procesión o Noche de Los Candiles.

Desde el Ayuntamiento parte la comitiva de danzarines con su indumentaria tradicional, y las mujeres, así mismo, con sus espectaculares vestidos típicos de Miranda del Castañar, con sus alhajas, mantones de Manila, flores, peinados tradicionales, etc. A los sones de la gaita y el tamboril, la mayoría del municipio se dirige a una coqueta y hermosa ermita a buscar a su patrona con los bailarines sin dejar de danzar en todo el recorrido, guiados por el 'bobo o gracioso'.

Los devotos reciben a su patrona la Virgen de la Cuesta en el del atrio de su ermita para ser testigos del ritual conservado durante siglos. Después de que en el templo se haya celebrado la Eucaristía de cantos de víspera, una multitud se agolpa delante del atrio de la ermita para presenciar un ritual conservado durante siglos, al comenzar el cortejo procesional de la Virgen de la Cuesta (la imagen, del siglo XIII, es sacada de la ermita) y continuar paso a paso y a ritmo de danzas serranas y sonar de castañuelas, por las estrechas calles de monumentalidad tradicional de la localidad, y a la luz de los faroles y candiles de aceite que las adornan, y los que cuelgan de numerosos balcones y ventanas particulares, hasta llegar a la iglesia parroquial, donde en la mañana del día siguiente será honrada con bailes y ofrendas.

El ambiente es el mismo que antaño, hace 300 años

A hombros de los priostes sube la Virgen la cuesta hacia la puerta de Nuestra Señora de La Cuesta. Ya dentro del recinto amurallado, las calles sólo están iluminadas por los candiles y faroles que alumbran el paso de la Virgen. Este es uno de los actos más bonitos de las fiestas de Miranda. Y así es desde hace más de 300 años, incluso las casas, las calles, el ambiente es el mismo que antaño. Todos los años se premia la calle o el tramo de calle que más bonita esté iluminada o decorada.

Una vez que se llega a la puerta de la parroquia, las mozas se despiden de la Virgen hasta el día siguiente cantándole una canción. Desde aquí se va al convite que corre a cuenta de los priostes. Hasta que al día siguiente, 8 de septiembre, siga el ritual del día grande de Miranda el Castañar, el día de su Patrona, la Virgen de la Cuesta, cuando se celebra la misa en la Plaza. La preside la Virgen, colocados a un lado los priostes, a otro las autoridades y alrededor el pueblo. Esta misa, antaño era predicada por los frailes franciscanos del Monasterio de Gracia de San Martín del Castañar, ahora en ruinas.

Después comienza la danza: los danzarines, vestidos con los trajes típicos, suben hasta el caño de la plaza a buscar a las mozas que allí esperan. Siempre están acompañadas por el tamborilero y 'el gracioso de la danza', que es el que invita a los danzarines a ir por las mozas recitando unos versos. En el caño, las mozas le cantan a la Virgen.

Bajan todos, bailando, delante de la Virgen, uno a uno y empezando 'la mocita del ramo' le 'echan la relación', (poesías a la Virgen, contando su vida y pidiendo por sus familiares, amigos y el pueblo entero). Después de las relaciones, vienen los bailes y los paleos, únicos en Miranda, y uno de los momentos más impresionantes de las fiestas. Estas danzas y paleos son como hace cientos de años, cruzándose entre sí y golpeando palos unos contra otros.

A continuación, las mozas le cantan 'el ramo' a la Virgen y 'tecen el cordón'. Después de todos los bailes, llega el ofertorio: desde la casa del prioste se inicia un cortejo, la priosta y mayordomas (ataviadas con saya, mandil, chambra y mantilla negra), acompañadas por el tamborilero y danzarines, portan media fanega de trigo, otros llevan una cuartilla, otros ofrecen roscones, hornazos, etc., que luego son subastados por los priostes.

Sin lugar a dudas, Miranda del Castañar es uno de los pueblos más bonitos de España, por su arquitectura tradicional serrana, y también uno de los municipios que guarda con mejor fortuna sus tradiciones más ancestrales, entre las que destaca con luz propia 'La Noche de los Candiles'.

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