Con la mismísima e innegociable muerte acechando al paulatino alumbramiento del alba, los reos condenados al cadalso pernoctaban durante su última noche entre sus medievales muros. Quién sabe si durmiendo al cobijo de su propia conciencia, rogando piedad a Nuestra Señora de la Misericordia, o respetando la debida reflexión ante sus ya juzgadas fechorías para la que, en la creencia de aquel tiempo, eran destinados allí. En cualquier caso, sin posibilidad de apelación y bajo la custodia de los hermanos de la Cofradía del mismo nombre. Corría el siglo XVI, y la pena capital aguardaba a los ajusticiados fuera de la adusta capilla que hoy languidece en su ubicación de la plaza de San Cristóbal a la espera de su recuperación ante la denuncia ciudadana y la advertencia institucional.
Mucho antes, al menos un par de siglos, está datado el origen de este inmueble hoy perteneciente a la Diócesis de Salamanca como parte de la parroquia de Sancti-Spiritus. Fue en 1389 cuando la devota doña Sancha Díaz donó en su testamento una casa y un lagar para para construir un albergue y hospital en el que, inicialmente, se atendía a romeros y peregrinos. Uso al que fue destinado hasta que en época de Felipe II desapareció como hospital, al igual que otros muchos, como consecuencia de la reorganización de dependencias sanitarias según Real Cédula. La consideración de ermita, por cierto, aún estando ahora en plena ciudad, se debe a que Salamanca tuvo un enorme recinto amurallado en el que cabían campos de cultivo intramuros, zonas despobladas y, en realidad, la capilla se encontraba aislada.
Fue el lugar donde los condenados a muerta pasaban su última noche hasta bien entrado el siglo XIX. El edificio tuvo su época de esplendor coincidiendo con el Barroco, en base a distintas donaciones, que permitieron una serie de reformas. Fue entonces cuando se construyeron las dos portadas entre contrafuertes con labra en piedra de Villamayor y la espadaña de la que más tarde fue despojada. Ya en el siglo XX, el Obispado cedió la instalación a la Unión Ferroviaria y Obrera para la celebración de actos culturales. Fue en ese momento, en 1916, cuando la ermita perdió la espadaña, uno de sus elementos más significativos, que fue trasladada a la Iglesia Vieja de Pizarrales, construida ese año, y donde aún permanece y se puede contemplar.
A partir de ese momento, su uso más recurrente fue el de escuela parroquial. En torno a 1945, la ermita de la Misericordia comenzó a ser utilizada como cine para proyectar las películas de la época y, tres décadas más tarde, desde los años 70, se desacralizó completamente y se convirtió en imprenta, su uso ya conocido, tras ser arrendada por el Obispado a una empresa particular de gráficas. Una vasta y curiosa historia recogida también por la asociación Hispania Nostra que, el 21 de febrero de 2014, incluyó este edificio en la Lista Roja de Patrimonio como “edificio gravemente deteriorado y muy descuidado por su utilización industrial” que, desde su punto de vista, requiere una actuación de consolidación y restauración.
Denuncia ciudadana
La apuesta de Hispania Nuestra pasa por la restauración de la fábrica, la sustitución de la cubierta y la puerta, la restitución de la espadaña original, su aislamiento del agua y la humedad y la dotación de un uso “acorde con su valor histórico y artístico”. Apunta la asociación que desde la reurbanización de la plaza de San Cristóbal, a finales de la década de los 90, el edificio padece un intenso proceso de “arenización de su sillería”, que es piedra franca arenisca de Villamayor. El entorno, señalan, está urbanizado con granito y el edificio se encuentra en la parte baja de la plaza, pero “tanto el sistema de canalones, como su urbanización, inmediata no evitan el contacto con el agua de lluvia”.
La asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio de Salamanca ha denunciado en reiteradas ocasiones la necesidad de consolidar la ermita de la Misericordia para su adecuada conservación. Su presidenta, Francisca Rivera de Rosales, señala en declaraciones a Ical que, por otra parte, el techo contiene uralita, lo que “puede contaminar la atmósfera del lugar”, de modo que, en su opinión, la situación es “peligrosa”. Desde su punto de vista, el Obispado, acreedor de la propiedad, “está esperando, como tantas veces en Salamanca, a que se la arreglen las instituciones públicas”, o bien, “que haya una recolecta pública para que puedan hacerse cargo de la restauración y, una vez que está restaurado, hacerse cargo del edificio”. “Es muy triste esta situación”, apostilla la responsable de una asociación que lleva alertando de esta cuestión patrimonial al menos desde 2009.
“Nosotros estaríamos de acuerdo con que eso fuera restaurado con fondos públicos, pero si luego revirtiera en el público. El dueño de un bien público tiene obligación de restaurarlo. Y si no lo hace, las administraciones deben quitárselo a cambio de restaurarlo. No es una cosa revolucionaria, sino que está en las leyes, pero parece ser que no se cumple”, lamenta Rivera de Rosales, mientras ejemplifica con otros edificios de la ciudad, como la popular Casa de la Muertes, que “ahí está, se están derrumbando las cornisas por las humedades y tampoco le quitan ese bien a su dueño para restaurarlo”. En esta línea, critica la actuaciones financiadas con fondos públicos en la dos catedrales, inmatriculadas a favor de la Iglesia Católica, mientras “vergonzosamente, ponen una taquilla para cobrar entradas”.
Catalogado en el Plan General de Ordenación Urbana de Salamanca con protección ‘Ambiental A’, sobre este edificio se permiten obras de restauración estructural, el mantenimiento de las fachadas, la reestructuración de las cubiertas y actuaciones de conservación de los elementos originales. Por otra parte, está enclavado en una zona declarada Patrimonio de la Humanidad, dentro del teso de San Cristóbal, que incluye el convento de Las Claras, monasterio femenino más antiguo, y también la parroquia de Sancti-Spiritus, una de las iglesias románicas fundamentales y a la que pertenece la ermita de la Misericordia, aunque quede fuera de la almendra central de la ciudad. En cualquier caso, como todos los edificios con más de 40 años, debe someterse a la Inspección Técnica de Edificaciones (ITE), cuestión que superó hace una década, pero que ahora debe renovar.
Advertencia institucional
El plazo para entregar la documentación en el caso de este inmueble protegido expiró al finalizar el pasado año. De hecho, según fuentes municipales, el Ayuntamiento tuvo que enviar un requerimiento al Obispado el pasado 16 de mayo de 2023 para apremiar estas actuaciones. Así, la Concejalía de Urbanismo fijaba un nuevo plazo de tres meses, advirtiendo la posibilidad de acometer la vía subsidiaria para la elaboración del preceptivo informe, eso sí, con coste a las arcas de la Diócesis. Además contemplaba la posibilidad de aplicar una sanción por contravenir la Ordenanza Municipal Reguladora de las Inspecciones Técnicas de Edificios. No obstante, parece que la sangre no llegará al río al haber predisposición entre todas la partes para llegar a buen puerto. Al menos en lo que respecta al encargo del informe, que el edificio deberá, o no, superar.
“En los próximos días, la capilla de la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia, que pertenece a la parroquia de Sancti Spiritus, pasará la correspondiente Inspección Técnica de Edificios (ITE) por parte de los técnicos de la Diócesis de Salamanca, y entrará dentro del plazo fijado por el requerimiento remitido por el Ayuntamiento”, advierta la Iglesia mediante un comunicado publicado en su web a mediados de agosto. “Una de la tareas de la Delegación diocesana para el Patrimonio es el cuidado de todos los inmuebles de la Diócesis, así como su restauración en el caso de que sea necesaria. Para ello cuenta con dos arquitectos técnicos que son responsables de valorar cada actuación”, ampliaba esta comunicación.
La polémica, sin embargo, no se quedó ahí y trascendió al pleno a través de una moción presentada por el Grupo Municipal Socialista durante la última sesión ordinaria. La concejala Elvira Sánchez fue la encargada de exponer una iniciativa parlamentaria que perseguía que el Ayuntamiento “inicie conversaciones con la propiedad para que, antes del final de este año, presente un proyecto de rehabilitación y dotación de usos para el monumento”. “Y en el caso de que la propiedad del inmueble no presente un proyecto o no exista voluntad de llegar a un acuerdo”, los socialistas pedían que el Consistorio “impulse todos los mecanismos legales a su disposición para garantizar la conservación del bien” y perseguir “que se disfrute por los ciudadanos” y “sacarlo de la Lista Roja”.
La propuesta fue rechazada por el pleno con el voto en contra del Grupo Popular y la abstención del Grupo Vox. El propio Fernando Carabias, concejal de Fomento, respondió durante el debate que la ermita de la Misericordia “no está catalogada como Bien de Interés Cultural” y apuntó que el Obispado tiene concedida una prórroga que vence “en octubre”, porque “cumple con los requisitos”. “El técnico encargado de realizar el informe ya se ha puesto en contacto con el Servicio de Inspección y Obras, por lo tanto hay que esperar y no se puede afirmar que la propiedad no conteste a los requerimientos municipales. Podemos recomendar y sugerir un proyecto de rehabilitación, pero en ningún caso exigírselo al propietario”, zanjó.